Hablar de los datos como el "petróleo del siglo XXI" tiene algo de hipérbole y, al mismo tiempo, mucho de lugar común: si la explotación de hidrocarburos propició el surgimiento de los primeros multimillonarios hacia fines del siglo XIX (con John D. Rockefeller a la cabeza), hoy la tecnología hace lo propio con los Gates, Bezos y compañía.
Por supuesto, se trata de industrias diametralmente opuestas, aun cuando prácticamente todas las empresas de Silicon Valley (¿los nuevos Emiratos?) son, en esencia, grandes "refinerías" de la data que generan sus usuarios.
Amazon, Microsoft, Alibaba, Google y Apple son los jugadores que dominan esta industria. - Los tres primeros son los líderes del mercado cloud, los "centros de almacenamiento" 4.0 de la nueva era
- Los dos últimos, a su vez, son protagonistas por la información que reciben de millones de usuarios de todo el mundo: cuando se chequea un e-mail, se hace una búsqueda en la web, se saca una foto y se sube a la nube, o –simplemente– se tipea una palabra en el teclado, se generan datos fundamentales para potenciar sus negocios.
El último horizonte donde las empresas posaron sus ojos es el de la salud, una mina de oro que representa 18% de la economía de EE.UU. "Estas compañías, que ya son grandes y creen que alcanzaron su máximo tamaño, se diversifican e incursionan en negocios paralelos. El potencial de crecimiento que tienen es enorme", asegura a iProUP el economista y consultor Alejandro Prince.
- Google fue noticia en los últimos meses, al cerrar un acuerdo con la cadena de clínicas privadas Ascension y la compra del popular fabricante de wearables para actividad física Fitbit, por el que pagó u$s2.100 millones.
- Apple también hizo lo propio, con apps específicas para esta unidad de negocios y alianzas que se han potenciado con un uso más orientado a la salud de uno de sus "best seller", el Apple Watch.
Incluso, a principios de 2019, Tim Cook, CEO de la fabricante del iPhone, afirmó: "Habrá un día en el que miraremos hacia atrás y diremos que la mayor contribución de Apple a la humanidad ha sido en la atención médica".
Por su parte, Thomas Kurian, CEO de la división Cloud de Google, subrayó que su empresa puede "transformar la asistencia médica y salvar vidas".
Más allá de las declaraciones altruistas de rigor, lo que hay detrás es un negocio potencial de más de u$s3.600 billones, de acuerdo con el consenso de analistas del mercado.
Asimismo, más del 30% de los datos almacenados a nivel mundial en servidores ya corresponde a esta industria. Como si se tratara de un gigantesco yacimiento, todos pugnan por explotarlo.
Más que un negocio
Sólo en los últimos dos años, las firmas de capital de riesgo invirtieron más de u$s40.000 millones en proyectos de atención médica, siendo las industrias farmacéuticas y de biotecnología las que captaron tres cuartas partes de estos desembolsos.
Google es el más activo en la adquisición, inversión de talento y apps dentro de este nicho. Desde su primera ronda de financiación, en 2009, el brazo de riesgo de Alphabet (su casa matriz), Google Ventures (GV), ha respaldado a más de 60 empresas relacionadas con la salud, que van desde la genética hasta la telemedicina.
Otro segmento que genera cada vez más interés de la industria es el de los ya citados "wearables" o, en criollo, dispositivos de vestir como los relojes y pulseras inteligentes. Hoy día, 50% de los estadounidenses posee uno, y para 2022 se espera que se mercado crezca hasta los u$s27.000 millones anuales, con 140 millones de unidades vendidas.
Esa es la verdadera razón por la que Google adquirió Fitbit, una de las firmas más importantes de la industria. Estos dispositivos son cada vez más utilizados para recolectar datos referidos a la salud de sus usuarios: calorías quemadas, pasos recorridos, pulsaciones por minuto u horas de sueño, entre otros parámetros.
Actualmente, Fitbit cuenta con 28 millones de personas que pasarán a enviar esa información a los servidores de Google. Así, la empresa de Mountain View competirá con mejores armas frente a Apple, que ya hizo importantes avances en este nicho de "Health and tech".
Asimismo, respecto del acuerdo con Ascension, denominado "Proyecto Ruiseñor", el programa incluye la recopilación y análisis de los datos de salud personal de 50 millones de pacientes en 21 estados de los Estados Unidos para mejorar su gestión y las finanzas.
Google no especificó cómo usará esta data o qué funciones cumplirá en labores de investigación. En Estados Unidos, este intercambio de datos identificables de pacientes es 100% legal.
La Ley de Responsabilidad y Portabilidad del Seguro de Salud (HIPAA) de 1996 permite a los hospitales compartir información con socios comerciales sin notificar a los pacientes, siempre y cuando sea usada "solo para ayudar a la entidad que lleva a cabo sus funciones de atención médica".
Sin embargo, la ley ya muestra sus telarañas: no dice nada sobre si las empresas pueden usar los datos de millones de pacientes para desarrollar y vender productos. Claro, fue promulgada cuando la industria 4.0 no existía ni siquiera en sueños.
Cuando se trata de búsquedas en la web, hay un "quid pro quo" implícito: a cambio de obtener respuestas a las preguntas sin costo, los usuarios (muchas veces sin saberlo) están dando permiso a Google para vender sus datos a los postores corporativos.
¿Privacidad en problemas?
La privacidad es un eje clave. Hoy, más que nunca, la manera en la que se utiliza la data de los usuarios es puesta en tela de juicio por ellos mismos y por las autoridades, que han afinado sus controles para evitar excesos de las grandes tecnológicas.
En lo referido a salud, no significa que Google quiera convertirse en una prepaga. El interés pasa por armar un sistema para que las instituciones médicas puedan exprimir millones de registros. En la era 4.0 muchas veces el negocio no consiste en pararse del otro lado del mostrador, sino de ser intermediario entre las partes, en este caso pacientes y médicos.
El problema está en lo laxo de muchas leyes actuales: la línea es fina y nada impide que una empresa de este calibre use la información para dirigir publicidad de carácter médico.
¿FitBit advierte por altas pulsaciones? La respuesta entonces podría ser una publicidad ad-hoc para solucionarlo. Por más descabellado que parezca, hoy no suena ilógico.
Guillermo Navarro, abogado especialista en derecho tecnológico, señala a iProUP: "Casi todos los países tienen legislaciones para proteger datos. El mejor estándar es el europeo, por los controles sobre la información que puede recolectar una app o empresa. En ese continente, Facebook y Google no se comportan como lo hacen en el resto del mundo".
En la Argentina existe la Ley de Protección de Datos Personales que data de principios de siglo XXI. Se basa en la vieja normativa española y no está preparada para nuevos usos de la tecnología que ofrece la web 4.0; mucho menos, al cruce entre dispositivos móviles y salud.
"Si bien es una buena legislación que protege a los usuarios, no tiene mecanismos de sanción efectivos", señala Navarro. Una potencial incursión de las bigtech en el mercado argentino de la salud dejaría más de un hueco libre en lo referido a la privacidad de sus clientes.
El viejo vicio de no leer "términos y condiciones" no cesa. "Los datos son muy importantes, y que estén en manos de cualquier persona es un tema serio", advierte Navarro.
Mientras tanto, la industria 4.0 avanza más rápido de lo que lo hacen las legislaciones de todo el planeta, con los peligros que ello acarrea.
Nuevos verticales, nuevos desafíos
El interés de las grandes tecnológicas por la medicina y la salud se suma a otro gran vertical que ha sufrido importantes transformaciones en 2019: el de la banca digital y las finanzas.
Pese a que su abordaje difiere, las grandes tecnológicas comparten un objetivo: volverse indispensables para sus clientes. En ese sentido, construyen ecosistemas para que estos se muevan dentro de sus límites.
Es claro que la entrada de fintech y bigtech al sistema financiero cambia la forma de hacer negocios. Según la consultora internacional Finnovating, los índices de rentabilidad de la banca a nivel global se verán comprometidos ante la irrupción de estos nuevos actores.
Para Ignacio Carballo, director del programa en Fintech & Digital Banking de la UCA, el fenómeno de transformación digital de la llamada 4° Revolución Industrial "se caracteriza principalmente por una drástica reducción, y en algunos casos la eliminación absoluta, de intermediarios".
Sea banca, salud o cualquier otro negocio en el que decidan incursionar, las bigtech tienen las herramientas necesarias para explotarlos de forma efectiva y a gran escala. Mucha agua corrió bajo el puente: hace apenas una década, Google lanzó el servicio de registros médicos personales para ayudar a usuarios a obtener el control de información médica.
Los pacientes no confiaban en el gigante tecnológico en ese entonces, y el proyecto se cerró en tres años. ¿La segunda será la vencida? 2020 es radicalmente distinto a 2010 y el "petróleo del siglo XXI" no puede seguir esperando a ser explotado.