En el fragor de una campaña electoral que arde a fuego lento, el ministro de Economía, Sergio Massa, no se quedó atrás al lanzar una acusación que hizo resonar en los corrillos políticos. Señaló al candidato de La Libertad Avanza, Javier Milei, por supuestamente abrazar la sombra del pasado en su anhelo de dolarizar la economía nacional, aludiendo a un "nuevo Plan Bonex".
En el cruce de declaraciones, Massa esgrimía que cuando Milei describe la fórmula para tratar con los pasivos del Banco Central y las Leliqs, "lo que está haciendo es tomar el dinero de los ahorristas".
"Espero que los bancos alerten a sus clientes. Porque lo que Milei dijo es que si él es presidente va a haber un plan Bonex. Cuando él describe cómo trata los pasivos del Banco Central, cómo trata las Leliqs lo que está diciendo es que va a manotear el dinero de los ahorristas", dijo Massa, entrevistado en TN.
En contraposición, Milei previamente había detallado su estrategia para llevar a cabo la dolarización, estimando un proceso de 9 meses a 2 años, con un rescate de 30.000 millones de dólares de Leliqs a cambio de posiciones en títulos públicos.
Aquí se erige Sergio Massa con su advertencia, argumentando que para realizar tal movimiento se requiere de un Plan Bonex, espectro de políticas de antaño que Carlos Menem implementó en 1989 bajo la guía de su ministro de Economía, Erman Gonzalez.
Qué fue el Plan Bonex: sus conexiones con el contexto presente y la estrategia de Milei
Para comprender el retrato completo, es menester viajar al tiempo de hiperinflación, cuando el efectivo se tornaba el bien más preciado de la semana, relegando al plazo fijo la tarea de preservar el valor de los ahorros. Este comportamiento generó una monumental montaña de plazos fijos que mensualmente alcanzaban su vencimiento, similar al actual escenario de las Leliqs.
Javier Milei planteó un canje de las Leliq como condición previa para la dolarización de la economía
Simultáneamente, el Estado lidiaba con un abismo de déficit fiscal y un desequilibrio en su balanza de pagos que devoraba las monedas extranjeras esenciales para saldar la creciente deuda internacional. Además, el Banco Central desangraba sus reservas en el intento por domar la volatilidad del dólar.
Al asumir Erman Gonzalez las riendas del Ministerio de Economía, el Gobierno reconoció que el enfoque en encajes monetarios era incompatible con la misión de estabilizar la moneda. Así fue como el Plan Bonex, en una maniobra audaz, orquestó un canje forzoso de todos los plazos fijos superiores al millón de australes por bonos bajo legislación extranjera, bautizados como Bonex 89, con vencimiento en 1999. En otras palabras, el plan desnacionalizó la deuda y alivió las restricciones en el tipo de cambio.
Con valentía, el Plan Bonex de 1989 clausuró la posibilidad de depositar en plazos fijos en las entidades financieras hasta nuevo aviso. No obstante, esta estrategia económica desencadenó una cascada de efectos: la confiscación tocó el 60% de la base monetaria, lo que provocó una recesión aguda debido a la mengua de liquidez. Sin embargo, logró estancar la hiperinflación mediante un "shock", pues la demanda de bienes y servicios se redujo y se intensificó la adquisición de dólares.
En lo que respecta a los ahorristas, los Bonex inicialmente sufrieron una caída nominal del 25% en el mercado secundario. Por su parte, los ahorristas perdieron tres cuartas partes de su inversión original. No obstante, un año después, el valor de los bonos se asentó en torno al 80% de su valor nominal. Aquellos que aguardaron tuvieron la posibilidad de recobrar gran parte de sus ahorros, aunque ciertamente representaban una minoría.
Así, la polémica entre Milei y Massa no solo reverbera en las arenas políticas, sino que también se arrastra en el eco de planes económicos pasados y presentes, dejando al pueblo argentino en la encrucijada de decidir qué camino económico vislumbran como más beneficioso para su país y su futuro financiero.