La creciente preocupación global por el cambio climático puso nuevamente bajo la lupa a industrias altamente consumidoras de energía, como la minería de criptomonedas y los centros de datos de inteligencia artificial.
En ese contexto, el FMI encendió una vieja polémica al señalar el impacto significativo de estas actividades en las emisiones de gases de efecto invernadero. Y recomienda a los Estados encarecer un 85% la electricidad destinada a la actividad, ya que absorbe una porción cada vez mayor de la energía mundial, con graves consecuencias para el clima.
Minería de Bitcoin: qué dice el FMI
En medio de un debate cargado de medias verdades, defensores de Bitcoin señalan que la criptomoneda está incentivando la adopción de energías renovables, ya que los mineros buscan fuentes más baratas y sostenibles para bajar costos. Además, la naturaleza descentralizada de la red hace que sea más resiliente a interrupciones del suministro.
"Dudo mucho que al FMI le interese la huella de carbono o qué empresa produce más que otra. Lo que le importa es el Bitcoin y la manera indirecta de restringir su producción", afirma a iProUP el experto en criptomonedas Nicolás Verderosa.
En contrapartida, para el abogado ambientalista Marcos Nanini, la mayor parte de la actividad "aún se realiza en regiones con altos niveles de contaminación, donde la energía proviene principalmente de fuentes fósiles".
El experto considera que "el proceso de minería genera grandes cantidades de calor, lo que requiere sistemas de enfriamiento adicionales que consumen energía y agua".
Las claves de la propuesta del FMI y la respuesta de los mineros
Para Verderosa, un eventual incremento en el costo del suministro eléctrico para crear criptomonedas no hará que los mineros produzcan menos Bitcoin o apaguen sus granjas, sino que "lo que va a pasar es que se modificará el valor de la moneda en función de lo que sale crearla. Se maneja enteramente por oferta y demanda".
Entre las conclusiones del FMI, hay un dardo para la Inteligencia Artificial: con algoritmos cada vez más complejos y modelos de lenguaje cada vez más grandes, también está demandando una cantidad creciente de energía computacional.
Para el organismo, el entrenamiento de estos modelos requiere de centros de datos de equipados con potentes procesadores gráficos, lque a su vez implica un alto consumo.
"Estamos hablando de las tecnologías que se vienen y es altamente probable que se invierta más energía en ellas, como ya pasó con las industrias cuando les tocó vivir una revolución de este tipo", agrega Verderosa.
Minería de Bitcoin: daña al ambiente
La creencia de que la minería de Bitcoin es un desastre ambiental ha sido un argumento recurrente entre los críticos de las criptomonedas. Pero un análisis más detallado revela una realidad diferente. Si bien es cierto que el proceso consume una cantidad significativa de energía eléctrica, la narrativa sobre su impacto ambiental evolucionó.
Numerosos estudios recientes, como los del investigador Daniel Batten, sugieren que esta actividad, lejos de ser un delicado problema para el medio ambiente, puede incluso generar beneficios colaterales.
El reporte lo justifica al señalar que los mineros de Bitcoin tienen un fuerte incentivo para utilizar fuentes de electricidad renovable y barata, como la hidroeléctrica o la solar. Esto puede acelerar la transición hacia un futuro más sostenible.
Además, a diferencia de otros consumidores de energía, pueden ajustar su actividad según la disponibilidad de energía renovable, ayudando a estabilizar las redes eléctricas. Por otro lado, la industria de la minería de Bitcoin está en constante evolución, con el desarrollo de hardware más eficiente en términos de consumo.
Otro aspecto clave es el que pone a la generación de divisa digital como forma de aprovechar fuentes que de otro modo se desperdiciarían, como el gas natural asociado a la producción de petróleo, que hoy están aprovechando YPF, Tecpetrol y otras empresas en Vaca Muerta.
"En cualquier industria existen actores que priorizan la rentabilidad a corto plazo sobre la sostenibilidad. La minería de Bitcoin fue demonizada, pero la realidad es que la tendencia general es hacia un trabajo más eficiente y respetuoso con el medio ambiente", aporta a iProUP un minero con 11 años de experiencia.
El trabajo del FMI revela que esta actividad y los centros de datos de inteligencia artificial ya consumían un 2% de la electricidad mundial en 2022.
Según proyecciones de la Agencia Internacional de Energía, esta cifra podría dispararse hasta un 3,5% en los próximos tres años, lo que equivale al consumo eléctrico de un país industrializado como Japón. Un crecimiento que, para el FMI, plantea interrogantes sobre el impacto ambiental de estas tecnologías.