En los últimos años, se destacó la importancia de la tecnología como catalizador de la evolución empresarial. Aunque los avances tecnológicos impulsan, generan cambios y facilitan procesos, la tecnología por sí sola no genera impacto: es el factor humano el que finalmente influye en la velocidad y profundidad de dichos cambios, muchas veces de manera más significativa de lo anticipado inicialmente.
Es importante, entonces, entender por qué sucede esto y qué consecuencias tiene.
En términos generales, cualquier tecnología con más o menos tiempo e inversión, termina siendo adoptada por las organizaciones, o a través de la asociación con socios tecnológicos, que suplen las brechas de conocimiento. Esto es, mediante personas que interpretan, aplican y moldean estas herramientas para obtener mejores resultados.
Sin embargo, si bien hay una tendencia a adoptar constantemente nuevas tecnologías, es clave no tomar este proceso tan a la ligera.
La implementación de assets implica transformaciones en las formas de trabajo, alteraciones en las interacciones entre equipos y modificaciones en los procesos internos y externos relacionados con los clientes.
Estos aspectos involucran ciertas habilidades blandas, donde la resistencia al cambio y la transformación organizacional comienzan a manifestarse; y, justamente, las soft skills, aquellas que en un momento parecían invisibles, comienzan a ser fundamentales para potenciar las capacidades que ofrece la tecnología.
Se sabe que el cambio genera resistencia y esta reticencia no se manifiesta en la adopción de la tecnología en sí, sino en la dificultad de cambiar la forma habitual de realizar tareas, incluso cuando se utiliza una herramienta diferente.
La evolución empresarial abarca diversas dimensiones y ejerce un impacto integral en toda la organización.
En este contexto, es clave contar con roles estratégicos fundamentales encargados de liderar y fomentar la transformación tecnológica. La estructura interna de la compañía puede variar según su escala, pero estos perfiles esenciales pueden agruparse en tres categorías principales:
- En primer lugar, se destacan aquellos roles encargados de establecer la visión a largo plazo y trazar la estrategia para alcanzar los objetivos organizativos. En grandes corporaciones, estos roles suelen ocupar posiciones C-Level, ejerciendo una influencia crucial en la dirección estratégica de la empresa.
- En segundo lugar, se encuentran los especializados en la implementación de los cambios tecnológicos, lo que implica principalmente a los profesionales de IT y procesos. Estos actores desempeñan un papel central al asegurar una integración eficaz de las soluciones tecnológicas que respaldan la evolución empresarial.
- Finalmente, se encuentran las áreas específicas centradas en la capacitación, gestión del cambio y comunicación. Estos sectores, como Capital Humano y Marketing, desempeñan un papel crucial en asegurar la adopción exitosa de las innovaciones, facilitando la transición y promoviendo una cultura e imagen organizacional alineada con la transformación tecnológica.
Hasta ahora, hemos identificado uno de los problemas principales y sus causas. ¿Cuál es la solución entonces? Como sucede en muchos casos, no existe una sola forma, pero sí pueden implementarse medidas para reducir las fricciones y los inconvenientes inherentes a cualquier proceso de cambio y transformación empresarial, independientemente del tamaño o la industria.
Estas acciones, ya sean preventivas o paliativas, deberían centrarse en fomentar y mejorar las habilidades de cooperación y comunicación entre las personas, no solo teóricamente, sino también mediante dinámicas y transformaciones de equipos que respalden estos cambios.
La comunicación se revela como un factor fundamental en todos los niveles; desde la transmisión clara de la estrategia empresarial hasta la adaptación de las tareas diarias en el proceso de evolución.
Por último, pero no menos importante, es crucial trabajar de manera iterativa: realizar, validar, mejorar y comenzar de nuevo. La evolución empresarial es un proceso largo y continuo, sin un final definido.
Por lo tanto, es esencial abrazar el error como una forma de aprendizaje e internalizar el trabajo colaborativo entre equipos interdisciplinarios.
En última instancia, la tecnología no es el fin, sino más bien el medio a través del cual se impulsa el cambio.
Este nuevo camino debe ir acompañado de una evolución en las formas de trabajo, así como en la comunicación y colaboración entre las personas, quienes, en última instancia, son los actores principales de la película empresarial, desempeñando diversos roles.
*Por Juan Iturralde, Enterprise Architect at Startia in Ingenia