De la misma manera que se ha intentado implementar el teletrabajo, los institutos, universidades, y escuelas de negocio, como The Valley, utilizan la tecnología para dar continuidad a los programas formativos de sus alumnos.
La organización ha conseguido clonar la educación presencial en un formato telepresencial dentro de The Valley Live con clases interactivas y horarios flexibles. Mientras, en institutos públicos y concertados, los profesores reciben formación y se sirven de audios, vídeos y Google Classroom para programar tareas a sus alumnos.
Así se están adaptando los centros educativos a la crisis del coronavirus.
La crisis del coronavirus ha provocado en toda España el cese de actividades educativas, culturales y deportivas desde el pasado 11 de marzo —incluso antes del estado de alarma. En consecuencia, los centros educativos han intentado adaptarse al ámbito digital para dar continuidad a los programas formativos de sus alumnos.
Para ello, algunos institutos públicos y concertados se sirven de audios, vídeos, clases telemáticas y seguimiento de tareas en Classroom de Google, mientras escuelas de negocio como The Valley consiguen clonar la educación presencial en telepresencial en menos de 24 horas.
"Se ha demostrado una vez más que la tecnología podría haber resuelto el impacto si a nivel nacional se hubiese invertido de forma intensiva en desarrollarla. Nosotros, antes del cese de las clases, ya habíamos comunicado a los alumnos que, si querían, podían hacer formación telepresencial. Para cuando se cerró todo, ya teníamos una formación telepresencial del 100% de las clases", explica Carlos Gómez, CMO de la escuela de negocios The Valley.
La escuela consiguió adaptar ipso facto las clases presenciales al formato digital y online gracias al programa The Valley Live. En él, los profesores imparten clases interactivas con horarios más flexibles que los preestablecidos en las jornadas presenciales de 7 horas diarias, e incluso realizarán, si es preciso, las evaluaciones online.
"En The Valley Live hemos invertido en una tecnología cuyo objetivo es clonar la experiencia de la formación presencial y la llamamos formación telepresencial", explica el ejecutivo.
Para ello, no sólo han tenido que formar a los profesores, sino también pasar un proceso de adaptación por parte de sus alumnos.
"Todo esto implica que los profesores tienen que tener buenas cámaras, micrófonos, planos cuidados y, por ende, también una tecnología en la que se pueda hacer grupos para que los alumnos trabajen, pueden pedir la palabra para intervenir en clase, hacer encuestas, exámenes…", explica Carlos Gómez, asegurando que, por parte de los alumnos, la valoración de las clases es bastante similar a la de la formación presencial.
Sin embargo, en los colegios públicos y concertados la evolución de lo presencial a lo digital ha requerido un esfuerzo extra por parte de los profesionales educativos, debido a la falta de centralización de actividades digitalizadas para el seguimiento de los programas educativos a nivel nacional —o en su caso, autonómico.
"Los profesores estamos invirtiendo mucho tiempo en adaptar nuestros contenidos y no sé sabe si estamos llegando, o dando los apoyos a los que lo necesitan", explica Isaac del Valle, profesor de educación primaria y secundaria en un instituto.
No obstante, consigue hacer un seguimiento diario de sus alumnos.
"Para las clases de Tecnología lo tenía más o menos adaptado: creo vídeos con explicaciones que normalmente doy en clase, los subo a Youtube y cuelgo el link en Classroom con una tarea con plazo de entrega", explica.
Pero no está siendo lo mismo para asignaturas como Física y Química, que también imparte a alumnos de segundo, tercero y cuarto de ESO.
"En el caso de Física y Química las cosas están siendo un poco distintas. Normalmente, para los cursos superiores, como los de cuarto, hago clases telemáticas a través de Google Meet, que es bastante parecido a Hangouts, pero dentro del módulo educativo de Google, vídeos explicativos en Classroom, y más tareas con plazos de entrega".
Y, aunque la gran mayoría de profesores está utilizando el vídeo como una herramienta clave para impartir sus clases, Aurora Amaro, profesora de Filosofía en un instituto público en Móstoles, utiliza audios explicativos.
"Como herramienta, desde el primer día empecé a utilizar Classroom. Hago audios explicativos, que se los voy colgando sobre todo a los alumnos de segundo de bachillerato y les mandamos actividades diarias", cuenta.
Pero, como también hizo The Valley, flexibilizó sus horarios de entrega para dar más margen a aquellos alumnos que tuviesen más problemas para disponer de un ordenador. Esto ha provocado que sus horas de correcciones individualizadas extendiesen su jornada de 8:20 a.m. a 4:30 p.m. sin parar para poder responder a todos sus alumnos.
"Lo bueno de estas aplicaciones para ellos es que lo puedes programar, pero claro, contestar las dudas uno a uno es bastante difícil", cuenta.
Mientras, en la escuela de negocios, Carlos Gómez asegura que casi todo se mantiene igual, pero reconoce que hay pequeñas variaciones. "Tenemos los mismos días de clase para que los alumnos no rompan sus rutinas, pero no la misma programación porque no es lo mismo dar un día 7 horas de clase presencial, que telepresencial. Tienes que mandar materiales, hacer talleres y cambiar los tiempos".
Los alumnos más pequeños y los que tienen déficit de atención son los más afectados por las clases online
Los alumnos de cuarto de la ESO y Bachillerato son los que mejor se están adaptando al ritmo de clases digitales, según Isaac del Valle porque "son los que más preocupados están y son también los que más se están conectando porque tienen mucha incertidumbre. No saben si están aprendiendo, y no saben cómo van a ser los exámenes ni si se va a alargar el curso".
Mientras, alumnos que más problemas están afrontando con la digitalización de las clases, son aquellos que requieren un seguimiento especial.
"No tenemos mecanismos para dar seguimiento más personalizado con clases de apoyo", insiste el profesor de Tecnología y Física y Química, "sus condiciones suelen ser trastornos de atención, hiperactividad, dislexia y alumnos que no perciben muy bien los riesgos de la situación de excepcionalidad y otros asumen que son como vacaciones y desconectan". Según Aurora Amaro, "aquellos menores que tienen adaptaciones curriculares, son muy difíciles de tratar en la distancia y explicarles la tarea por escrito".
Además, controlar a los más pequeños sigue siendo tan delicado como en las clases presenciales:
"Con las clases telemáticas ha habido algunos problemas. Al principio, algunos alumnos podían expulsar de las clases en vídeo a otros compañeros, han pasado los links de acceso al vídeo-chat a personas que accedían con cuentas externas al colegio y bromas de mal gusto. Parece que va subsanándose, pero al tener la sensación de que nadie les controlaba ha hecho todo más difícil", cuenta Isaac del Valle.
Las recuperaciones y evaluaciones trimestrales siguen siendo una incógnita
"Para comprobar cómo están adquiriendo los contenidos diarios, estamos creando formularios en Google. En ellos hacemos preguntas cortas que se corrigen automáticamente y ofrecen un feedback instantáneo", cuenta Isaac del Valle sobre el seguimiento de las clases online.
Pero para las recuperaciones de la segunda evaluación la incertidumbre es mayor.
"Lo más tranquilizador para ellos es hacer las recuperaciones de la segunda evaluación ahora. Sobre todo porque están en un terreno conocido, pero no se sabe muy bien cómo gestionar una evaluación por los incidentes que puedan ocurrir vía internet que no se pueden controlar", explica.
Lo mismo está sucediendo con las expectativas de las evaluaciones finales, donde Aurora Amaro asegura que los institutos no saben cómo evolucionará la situación —ni siquiera para los alumnos de bachillerato que, a día de hoy, no tienen constancia ni de la fecha ni de los contenidos que incluirá la EBAU anual, indicó Business Insider.