El Instituto de Finanzas Internacionales (IIF), una destacada institución de análisis financiero, ha emitido un informe que aborda la actual discusión sobre una posible dolarización en Argentina.
En medio de una persistente espiral de inflación, devaluación y estancamiento económico, la dolarización se ha convertido en un tema central en el debate político argentino debido a la creciente demanda pública de estabilidad económica, tras años de inflación de dos dígitos y una disminución de la confianza en las políticas económicas.
El análisis, a cargo de Martín Castellano y María Paola Figueroa, plantea un escenario en el que la próxima administración argentina, enfrentando una falta de reservas en dólares, no podría implementar la dolarización de manera inmediata.
Para lograr la dolarización, se requeriría una dolorosa recesión, un aumento en la inflación y la conversión de los pasivos en pesos del Banco Central a dólares, lo que supondría la necesidad de al menos 30.000 millones de dólares.
Sin embargo, la falta de políticas adecuadas ha agotado las reservas, dejando al banco central sin la capacidad de absorber la oferta de pesos.
Costos de la dolarización
Los expertos del Instituto de Finanzas Internacionales (IIF) han destacado que la implementación de la dolarización en Argentina plantea desafíos financieros significativos.
Las pérdidas económicas sustanciales relacionadas con una dolarización apresurada, sin contar con reservas extranjeras, hacen que esta opción sea costosa a corto plazo.
Para llevar a cabo este proceso, sería necesario disponer de al menos entre 30.000 y 40.000 millones de dólares para absorber la cantidad de pesos en circulación, una cifra que resulta poco realista a corto plazo debido al déficit en las reservas extranjeras netas y la capacidad limitada de endeudamiento del país.
Además, enfrentaría obstáculos considerables para obtener dólares a través de la emisión de bonos en los mercados financieros, dado el escaso interés de los inversores extranjeros en los activos argentinos.
La obtención de financiamiento adicional a través de instituciones multilaterales tampoco sería suficiente para cubrir esta necesidad.
Es importante señalar que la repatriación de activos extranjeros por parte de residentes argentinos se considera poco probable sin reformas institucionales significativas.
En resumen, la viabilidad de la dolarización en Argentina se ve cuestionada por la falta de financiamiento externo.
Sin una fuente de financiamiento externo, la única alternativa para reconstruir las reservas en moneda extranjera sería lograr un superávit sustancial en la cuenta corriente, lo que requeriría medidas como la consolidación fiscal y ajustes en el tipo de cambio real.
Aun en un escenario optimista con un aumento en las exportaciones agrícolas, sería necesario reducir las importaciones en un 10-15% interanual para acumular reservas significativas en el próximo año. Esto, a su vez, podría resultar en una disminución del PIB real de más del 3% en 2024, en contraste con las previsiones del mercado que apuntan a una leve recesión.
En consecuencia, las pérdidas económicas sustanciales relacionadas con una dolarización apresurada, sin contar con reservas extranjeras, hacen que esta opción sea costosa a corto plazo.
Desafíos técnicos
El Instituto de Finanzas Internacionales (IIF) ha destacado que la conversión de la oferta de pesos a dólares como parte del proceso de dolarización en Argentina plantearía desafíos técnicos significativos.
Este proceso requeriría la absorción de la base monetaria y de los títulos de deuda emitidos por el Banco Central y respaldados por depósitos bancarios, como las Letras de Liquidez (Leliq), Pases pasivos y Notas del BCRA (Nobac).
Se estima que lidiar con estas obligaciones en pesos del Banco Central requeriría al menos 30.000 millones de dólares, asumiendo un tipo de cambio desfavorable y excluyendo un colchón de liquidez bancaria en lugar de la función de prestamista de último recurso.
Sin embargo, el agotamiento de las reservas extranjeras debido a políticas erróneas ha dejado al Banco Central prácticamente sin activos líquidos en moneda extranjera para absorber la oferta de pesos.
Banco Central se encuentra prácticamente sin activos líquidos en moneda extranjera para absorber la oferta de pesos.
El nuevo Gobierno podría intentar recaudar dólares en los mercados financieros a través de la emisión de deuda, sin embargo, esta estrategia sería difícil de implementar dado el crecimiento de los desequilibrios económicos, la historia de incumplimiento y la alta deuda soberana del país, lo que se refleja en los precios de los activos.
La experiencia pasada, como la del Gobierno de Macri, que inicialmente obtuvo financiamiento sustancial de los mercados, no tuvo un desenlace positivo, lo que hace que sea poco probable que se repita en el corto plazo. Estos factores dificultan aún más la viabilidad de la dolarización en Argentina en el contexto actual.
Financiamiento limitado
Las perspectivas de financiamiento adicional para respaldar la dolarización en Argentina son escasas.
La deuda ya es alta con organismos multilaterales de crédito, y cualquier nuevo programa del FMI (Fondo Monetario Internacional) podría proporcionar, como máximo, 10.000 millones de dólares en nuevos fondos, alineados con acuerdos previamente aprobados.
Sin embargo, esta suma se considera insuficiente para abordar los requisitos de financiamiento significativos asociados con la dolarización.
La expectativa de que los residentes argentinos repatríen rápidamente sus activos extranjeros parece poco realista sin reformas institucionales sustanciales.
Durante las últimas tres décadas, hubo un solo año en el que se registraron ingresos de capital de residentes en forma de moneda, depósitos y préstamos, y eso ocurrió en 2005. Los activos en el extranjero acumulados con el tiempo por los locales como una protección contra los problemas económicos no regresarán de inmediato.
Estos factores combinados limitan aún más las opciones de financiamiento disponibles para el proceso de dolarización en Argentina y plantean interrogantes sobre la viabilidad de esta opción en el corto plazo.
Las limitaciones financieras y técnicas hacen que su implementación sea un desafío considerable, con la posibilidad de una recesión dolorosa como resultado. El próximo Gobierno enfrentará una difícil tarea al evaluar si este es el camino correcto hacia la estabilidad económica a largo plazo.
¿Cuál sería el impacto económico de la dolarización en Argentina?
La falta de financiamiento externo plantea un escenario complicado para llevar a cabo la dolarización en Argentina.
La única forma de reconstruir las reservas extranjeras será a través de la generación de un superávit en la cuenta corriente acompañado de un ajuste en el tipo de cambio real. Esto requeriría la implementación de un plan creíble para reducir la inflación, lo cual incluiría la consolidación fiscal.
Incluso en un escenario optimista de crecimiento de las exportaciones, que se basaría en la recuperación de la producción de granos, se estima que sería necesario reducir las importaciones en un 15% el próximo año para acumular alrededor de 20.000 millones de dólares en reservas extranjeras.
Requiere la implementación de un plan creíble para reducir la inflación, lo cual incluiría la consolidación fiscal.
Según las elasticidades estándar, este ajuste externo necesario para hacer que la dolarización sea más viable conllevaría una caída del PIB real de aproximadamente el 3.5% en 2024, lo que es significativamente mayor que las proyecciones actuales del mercado.
El Instituto de Finanzas Internacionales (IIF) enfatizó que la dolarización requeriría la implementación de varias medidas previas, como la reducción del gasto público, la eliminación de medidas de restricciones en el mercado de divisas, la adopción de reformas que mejoren la productividad y la eliminación de rigideces. en los mercados de insumos.
La implementación de estas acciones no solo sería esencial, sino que también contribuiría a aumentar la confianza y reducir los incentivos para optar por un régimen tan costoso.
En resumen, aunque la dolarización puede ser un deseo popular en Argentina, las restricciones financieras y técnicas hacen que su implementación sea un desafío considerable, con el riesgo de una recesión significativa como resultado.
El próximo Gobierno enfrentará la compleja tarea de evaluar si esta es la ruta adecuada hacia la estabilidad económica a largo plazo.