El "sistema" en el cual nací presuponía una fórmula simple: obtener el mejor diploma posible, buscar un empleo valioso y mejorar el currículum al escalar de puestos. Básicamente, desarrollar una carrera o, en otras palabras, convertirse en un emprendedor. Es decir, emprender para otro ¡por el resto de tu vida!
Esta fórmula fue la receta correcta para mí para los primeros 20 años de carrera profesional, durante los cuales me especialicé en penetración a nuevos mercados, desarrollo de negocios, ventas y gestión de cuentas, principalmente en el rubro de startups tecnológicas.
He construido una experiencia global sólida con extensos viajes a múltiples territorios, como África, Medio Oriente, Europa, el mundo árabe-musulmán, Asia, Oceanía, América del Norte y del Sur.
Me encontré y aprendí adaptándome a una gran variedad de culturas únicas, de maneras diferentes de hacer negocios y, no hace falta decirlo, ¡disfruté y sufrí infinitas horas de avión y jetlag!
Esta experiencia es lo que define quién soy hoy. Fue y sigue siendo muy valioso, me convirtió en un "ciudadano del mundo"; me había hecho "global" justo antes de que la nueva revolución digital transformara a todos y cada uno de nosotros en un actor global de facto.
Hace casi cuatro años, después de trabajar durante los últimos nueve en América Latina, había llegado a una edad (¿la crisis de los 40?) y una encrucijada mental. He estado madurando la idea de hacer un cambio, uno que estaría alineado con el cambio en el paradigma de la transformación digital. Había dos voces en conflicto continuo dentro de mí.
Por un lado, la voz del miedo. De hecho, estar casado con tres hijos significa responsabilidad, requiere estabilidad económica. Hubiera significado abandonar la zona de confort y poner en riesgo mis ahorros para pasar de un ingreso seguro a nada, de una rutina bien conocida a una completa incertidumbre.
Por el otro lado, la oportunidad fue la otra voz que me llamó al cambio, me invitó a enfrentar nuevos desafíos, a correr riesgos, a ser mi propio jefe, a ser dueño de mi propio destino.
Este proceso duró de tres a cuatro años, hasta que decidí que estaba listo para hacer el salto. Por cierto, el "estar listo" es completamente subjetivo y personal.
A la edad de 45, finalmente fundé mi propia startup, una "Startup of One". Mi iniciativa se basó en el supuesto de que podía "empaquetar" esos atributos personales y profesionales que me hacen único y transformarlos en mi propuesta de valor dirigida a brindar valor para acelerar el crecimiento y la globalización a otras startups.
Esta "caja de herramientas de talentos propios" puede ser la fórmula para cualquier persona que desee convertirse en su propia startup.
¡No fue fácil! ¡De hecho, todo lo contrario! El primer año fue difícil, es el período de la curva de aprendizaje que sentará las bases para cambiar o ajustar tu modelo.
El segundo año es cuando empezás a comprender el potencial y experimentás un crecimiento gradual aunque modesto. También es cuando los actores principales del ecosistema te empiezan a conocer en el proceso de construir tu lugar y reputación.
El tercer año, ya con 48, terminó con un negocio sólido y establecido, ingresos regulares y un modelo consolidado para un crecimiento continuo que se sostiene y sigue creciendo en mi cuarto año.
Los ingredientes principales requeridos: confianza en tí mismo, creer en tu misión y persistencia. Típicamente, los primeros dos años de una startup se consideran como el "valle de la muerte". Yo lo pude cruzar siendo una startup al servicio de otras startups.
Vivimos en un nuevo mundo de transformación gigantesca impulsado por un progreso digital nunca antes visto. Muchos trabajos desaparecen, otros mutan y surgen nuevas profesiones.
Si te encontrás en una situación similar a la mía hace unos años, mi recomendación es que tomes el control de tu destino profesional y te conviertas en protagonista de tu carrera al abrazar el cambio mientras construís tu propio 'kit de herramientas de talento'.
A pesar de muchas amenazas, las oportunidades son mucho mayores a través del nacimiento de la economía de colaboración: uno necesita encontrar el coraje, diseñar un plan realista y elegir el momento correcto (personal).
En el mundo de hoy, todos pueden convertirse en un "Startup of One" (o más), es más fácil para las nuevas generaciones, ¡pero definitivamente es factible para las generaciones más viejas! ¡No lo dudes!
* Roni Grosfeld es fundador y CEO de "inlat - startups go global!" una Aceleradora Boutique especializada en crecimiento para startups B2B early stage de alto impacto. inlat se dedica a potenciar el crecimiento y globalización del emprendimiento.