La pandemia global de coronavirus COVID-19 generó un cambio radical en los métodos de trabajo en miles de empresas alrededor del planeta.
De tal magnitud fueron los cambios que a muchas personas no les sorprendió la noticia de que España analiza reducir la jornada laboral a solo cuatro días a la semana.
No obstante, como era de esperarse, la posibilidad encendió un arduo debate en el Viejo Continente e insinúa que se intensificará en los próximos días.
Sobre las ventajas y desventajas
El fabricante de vehículos estadounidense Henry Ford fue uno de los pioneros que decidió establecer a los días sábados y domingos como días libres para sus trabajadores.
En 1926, Ford consideró que el descanso durante el fin de semana haría que sus empleados fueras más productivos y se reduciría el ausentismo.
Por aquellos años, el economista John Keynes estimó que eventualmente la sociedad evolucionaría hacia una semana laboral de apenas 15 horas, considerando la velocidad de los avances tecnológicos.
Nada de esto ocurrió
Casi un siglo más tarde, la predicción de Keynes aún se encuentra lejos de llegar a buen puerto.
No obstante, diferentes empresas decidieron iniciar experimentos para reducrir la jornada laboral a solo 32 horas.
Incluso, en Nueva Zelanda ya existe una organización llamada "4 day week", que promueve la semana laboral de solo cuatro días.
La palabra de los impulsores
"Todos los negocios con los que hablamos reportan un aumento de la productividad", sostiene Charlotte Lockhart, directora ejecutiva de la organización.
Lockhart y Andrew Barnes implementaron la semana laboral de cuatro días en 2018 en la firma Perpetual Guardian, la cual se dedica a la asesoría para la planificación del patrimonio familiar e inversiones financieras.
"Nuestra experiencia fue muy exitosa. Disminuyó el ausentismo laboral y aumentó el bienestar de los trabajadores", remarca Lockhart.
Por su parte, Barnes destaca en su libro "La semana de cuatro días", que se trata de una apuesta por el trabajo flexible que permite aumentar la productividad, la rentabilidad, el bienestar, y un futuro más sustentable.
El gigante consorcio Unilever comenzó en diciembre un experimento que se extenderá por un año con los 81 empleados de la firma en Nueva Zelanda: reducirá la semana laboral a cuatro días, sin rebajar el salario de los empleados.
"Las viejas formas de trabajar están obsoletas", expresa Nick Bangs, director gerente de Unilever Nueva Zelanda.
Otros ejemplos
Entre las firmas que redujeron la semana laboral se encuentran la británica Nicholson Search, la danesa IIh Nordic y la estadounidense Monograph.
Todas ellas iniciaron el nuevo modelo de trabajo hace más de cuatro años. Otros ejemplos son MRL Consulting, Morrisons, ICE recrutamiento, Buffer y el gobierno local de la ciudad española de Valencia.
Esa misma administración, incluso, anunció en octubre subsidios para las empresas que adoptan este régimen laboral.
La sede japonesa de Microsoft, el gigante creado por Bill Gates, tuvo una experiencia similar y realizó un experimento de cuatro días laborales durante agosto de 2019.
No obstante, la compañía jamás se refirió públicamente sobre lo ocurrido. Jan-Emmanuel De Neve, director del Centro de Investigación del Bienestar de la Escuela de Negocios de la Universidad de Oxford señala, que todos los estudios que evaluaron el impacto de una semana de cuatro días, mostraron resultados positivos en términos de productividad, entendida como la cantidad de trabajo que se hace en un tiempo definido.
"No he visto ningún estudio que apunte a un resultado contrario", expresa De Neve.
En ese sentido, sostiene que la firma Pursuit Marketing en Escocia experimentó un aumento del 22% en su productividad al implementar este sistema.
Pero De Neve plantea que es importante considerar los efectos en el bienestar de los empleados y el equilibrio entre la vida laboral y personal.
"El ángulo del bienestar es la clave para comprender por qué hay un repunte de la productividad. Existe evidencia causal sobre el impacto del bienestar de los empleados en la productividad", apunta.
Y añade: "En nuestro estudio con British Telecom, encontramos que en las semanas en las que los trabajadores están más felices, hay un aumento del 13% en las ventas".
Críticas
Hasta el momento, los experimentos que reducen la semana laboral fueron impulsados por empresas que voluntariamente escogieron probar ese camino.
Sin embargo, en países como Reino Unido, se generó un duro debate político luego que organizaciones sindicales y miembros del Partido Laborista propusieran una adopción generalizada de la semana laboral reducida.
En medio de la discusión, un informe elaborado por el historiador económico Robert Skidelsky y publicado en septiembre de 2019 arrojó que la imposición de una semana laboral de cuatro días "no es realista ni deseable".
Skidelsky plantea que ese tipo de políticas no tendrían éxito, citando el ejemplo de la introducción en Francia de un límite semanal de 35 horas de trabajo en 1998.
"La evidencia es que, después de un breve efecto de impacto, la legislación de Francia se volvió ampliamente ineficaz por una acumulación de excepciones y vacíos legales", subraya.
En esa misma línea Jonathan Boys, economista especializado en mercado laboral del Instituto Colegiado de Personal y Desarrollo (CIPD, por su sigla en inglés), argumenta que no es la mejor alternativa.
"Se ha sugerido que puede aumentar la productividad y proporcionar un mejor equilibrio entre la vida laboral y personal, pero la evidencia de esto es escasa y autoseleccionada", argumenta.
El economista explica que durante la última década, el crecimiento de la productividad fue plano y destaca que la caída de la inversión empresarial durante la pandemia sugiere que esta tendencia continuará.
Desde esa perspectiva, el contexto actual económico muestra que "las fuerzas económicas no trabajan a favor de la semana laboral de cuatro días".
Con todo, Boys plantea que pueden haber cambios en los sistemas de trabajo a raíz de la pandemia, dado que la evidencia preliminar sugiere que el teletrabajo podría impulsar la productividad.
Además, muchas personas planean continuar trabajando desde la casa después de la pandemia, algo que transforma el sistema de trabajo tradicional.
"Si no podemos reducir nuestras horas de trabajo, al menos deberíamos poder reducir los viajes diarios", apunta Boys.
Qué hacer con las personas sobrecargadas de trabajo
Asimismo, un punto que forma parte de la discusión global es que no todos los tipos de empresas pueden reducir la semana a cuatro días, dada la naturaleza de su negocio.
Otro ítem, en tanto, pone en duda la efectividad de la propuesta es cómo se van a adaptar los empleados que ya tienen una gran sobrecarga de trabajo frente a la idea de que deben hacer lo mismo, pero en menos días.
En ese sentido, los especialistas remarcan que la reducción de la semana laboral puede transformarse en una trampa para las personas con sobrecarga de trabajo.
En esos casos donde una persona hace el trabajo de dos y habitualmente sale tarde de la oficina, es probable que una semana de cuatro días laborales termine siendo una trampa que lo obligue a trabajar desde la casa para no bajar su productividad.
Incluso investigadores que están a favor de una semana laboral reducida, advierten que es muy difícil que un trabajador sobrecargado pueda adaptarse a la semana de cuatro días.
Sin embargo, Harr cree que a pesar de las potenciales desventajas, vale la pena hacer los experimentos.
El experimento en Suecia
Y entre los experimentos realizados en distintos países, hay distintos resultados.
Por ejemplo, en la ciudad de Gotemburgo, Suecia, se hizo un experimento rebajando a seis horas diarias el trabajo realizado por los empleados de hogares de ancianos administrados por el Estado.
Aunque efectivamente la productividad y el ausentismo laboral mejoraron, los costos se dispararon porque tuvieron que contratar más empleados para cubrir los turnos.
El resultado es que la experiencia fue económicamente inviable.
También está el caso de algunas startups que probaron el sistema, pero finalmente regresaron a la tradicional semana laboral.