En la era digital la publicidad se convirtió cada vez más aliada de los datos para poder realizar segmentación de ofertas de bienes y servicios lo más asertivamente posible. De esta forma, se presenta una dicotomía entre la toma de datos utilizada por las aplicaciones para la mejora del propio producto y de sus funcionalidades y con el hecho de compartir información privada en pos de generar ingresos a través de la publicidad.
Las apps, como WhatsApp, que se descargan en los celulares, utilizan distintas funciones del sistema operativo del teléfono. Claro está que, para utilizar esas funciones, el usuario debe aceptar ciertos permisos que la app solicita en el proceso de instalación y registro. A veces, los permisos son para acceder a nuestra geolocalización, ingresar a nuestras fotos, ver nuestros contactos e incluso para tener información sobre qué aplicaciones tenemos instaladas.
Para proteger a los usuarios del correcto uso de la información privada, existen diferentes regulaciones en cada uno de los países. En mi opinión, quizás la regulación más avanzada sea la de la Unión Europea a través de GDPR (General Data Protection Regulation and Cybersecurity) la cual tiene como objetivo proteger la privacidad de los ciudadanos imponiendo un conjunto unificado de reglas a todas las organizaciones que procesan datos personales que se originan en la UE.
En particular, el reglamento se aplica no solo a las entidades europeas sino también a las organizaciones que están fuera de la UE y que procesan datos personales de la UE, independientemente de su ubicación. Las multas administrativas por violar el GDPR pueden alcanzar hasta 20 millones de euros o el cuatro por ciento de los ingresos mundiales anuales, lo que sea mayor.
En el contexto donde, las empresas tecnológicas intentan tener ecosistemas de servicios cada vez más completos y eficientes, en mi opinión es un fenómeno muy interesante para analizar lo sucedido con WhatsApp recientemente. Facebook, propietario de Instagram y WhatsApp comenzó a integrar sus productos de mensajería y, por esta razón, realizó modificaciones en su política de privacidad para varias regiones excluyendo a la UE y Reino Unido.
La monetización de un servicio gratuito usualmente es acompañado por ingresos a través de publicidad. En el caso de WhatsApp la propuesta de valor que presentaba a sus usuarios era la de un servicio gratuito que no tenía publicidad y, de esta forma, creció de forma rápida, fundamentalmente en Latinoamérica.
Ahora bien, cuando las reglas de juego cambian, como en este caso que se modificaron términos y condiciones de WhatsApp se generó una estampida de los usuarios hacia otras plataformas como Telegram y Signal. Telegram en su app informa que creció en 72hs 25 millones de usuarios en el mundo, mientras que Signal llegó a los 7.5 millones de descargas a nivel mundial en App Store y Google Play.
Sin dudas los avances de los servicios tecnológicos son muy importantes para nuestro desarrollo y crecimiento, por ello considero que es importante que sean acompañados por la sociedad en general para lograr el balance correcto entre la innovación y el impacto positivo para los usuarios.
Pero también compartir la información puede traer beneficios a los usuarios. Siempre y cuando el usuario tome y acepte la decisión de compartir cierta información para llevarse un beneficio, esto podría ser parte de una innovación positiva.
Menciono esto porque compartir mis datos también sirve para mejorar mis condiciones. Por ejemplo, cuando comparto información que pueda afectar mis condiciones de acceso al crédito o a servicios financieros. El beneficio es claro, si comparto información sobre mi comportamiento financiero o como usuario de una app, puedo obtener menores tasas de interés o mejorar mis chances de aprobación para obtener una tarjeta de crédito.
Creo que lo importante aquí es que el usuario pueda tomar sus propias decisiones, que las aplicaciones sean claras y transparentes en cuanto al uso apropiado de la información. Existe una oportunidad de beneficiar a los usuarios con los avances de la tecnología y el uso de la información. Nos debemos un capítulo, o varios, en cuanto a la educación e importancia de los datos y el cuidado de la información personal.
*Mariela Sandroni es CMO de Nubi