Una nueva revolución industrial se hace presente y, a diferencia de las anteriores, no presenta grandes chimeneas humeantes o fábricas colosales, sino dispositivos del tamaño de una caja y con posibilidades de expansión que hasta resultan inimaginables.La impresión 3D avanza a pasos acelerados y va generando profundas transformaciones en casi todas las industrias. Desde la consultora IDC revelan que cuatro de cada diez fabricantes adoptarán este tipo de tecnología entre los próximos tres a cinco años.
Más aun, se proyecta que el negocio de la fabricación 3D movilizará cerca de u$s14.000 millones en 2019 y crecerá hasta los u$s23.000 millones hacia 2022. Esta técnica, en sí, no guarda demasiados secretos, y sus procesos pueden clasificarse en:- Aditivos: se construyen todo tipo de objetos añadiendo material -capa por capa-, depositándolo en forma de hilo o polvo- Sustractivos: se elimina material para crear piezas a través de un molde.
En ambos casos, este mecanismo se traduce en un importante ahorro, ya que reduce al mínimo el desperdicio de insumos y suma capacidad de "personalización" de los productos.
"La impresión 3D impacta en diferentes sectores de diversas maneras. En el sector aeronáutico, aeroespacial y automotriz ya se está empleando para realizar geometrías complejas que, de otro modo, no se podrían realizar. También para diseñar piezas de modo tal que no se requiera de tanto material. Es muy importante, además, en componentes en los que se necesita robustez y liviandad al mismo tiempo", explica a iProUP Irene Presti, presidente de la Cámara Argentina de Impresión 3D.
Aplicación práctica
Según IDC, la "manufactura discreta" (componentes para otros productos) será la industria dominante en del segmento de impresión 3D y acaparará más de la mitad del gasto.
Los proveedores de atención médica serán el segundo segmento más grande, con una inversión total de u$s1.800 millones en 2019, seguidos por educación (u$s1.200 millones) y servicios profesionales (u$s900 millones).
En este sentido, Presti subraya que el sistema "se adapta a los productos, en vez de que los productos se adapten al sistema". La impresión 3D supone ahorro, de tiempo y de costos, y esto hace que más compañías decidan integrarla a sus procesos productivos (o incluso subcontratar a otros profesionales o granjas de impresoras).
Desde Trideo, empresa local de fabricación de tipo aditiva, aseguran que esta modalidad le permite a sus clientes industriales tener un prototipo funcional en apenas "un par de horas". Esto, a su vez, posibilita validar (o en caso de ser necesario, retocar y personalizar) los diseños para luego sí avanzar en la fabricación en serie.
Los costos de los prototipos oscilan entre los $500 y $3.000. "Este paso le da la certeza a las empresas de tener un producto adecuado a sus requisitos", asegura Nicolas Berenfeld, cofundador de la firma.
Otro uso, muy común, consiste en generar un repuesto para un equipo en poco tiempo y así evitar que la producción se detenga. "La gran mayoría de las máquinas industriales son de origen extranjero. Si se rompe una pieza, se requiere de un largo tiempo para conseguir un repuesto, lo que se traduce en una pérdida importante si se opera las 24 horas sin interrupciones", suma Berenfield.
Por eso, explica, tener una impresora 3D in house, o un proveedor cercano, facilita la fabricación de esa pieza mientras se busca la original. Si bien no tiene la misma vida útil, tiene un costo muy bajo (a veces menos de $1.000), que resulta insignificante frente al gasto que implica tener la producción parada.
Jorge Leporati, coordinador del Laboratorio de Manufactura Digital del ITBA, asegura que sus servicios son cada vez más requeridos. Menciona a la industria automotriz, la de iluminación, el sector de la salud, juguetes, metalmecánico, petróleo o gas, y electrodomésticos, entre otros.
"Es indudable que se trata de una tecnología revolucionaria. Significa un antes y un después en el desarrollo de productos y en la fabricación digital. Resulta notorio cómo se viene ampliando la diversidad de usos. Esta técnica se encuentra en continuo avance y desarrollo, con novedades que impactan en el mercado de modo muy concreto", dice a iProUP.
Tierra de fabricantes
Argentina viene avanzando a paso firme en la incorporación de esta técnica de fabricación. Casos como el de Trideo, el de Mirai 3D (una startup local que utiliza impresión 3D para planificar cirugías complejas), o el de Gino Turbaro (joven emprendedor que fabrica prótesis para niños) demuestran que el potencial es real y tangible.
"En la industria médica vemos que es una tecnología clave en la fabricación de piezas particulares para cada paciente. En el país viene avanzando rapidísimo. Son muchos los que la utilizan y en distintos campos", explica Santiago Birkner, cofundador de Mirai 3D.
En un país azotado por la inestabilidad económica y volatilidad cambiaria, la impresión 3D le abre la puerta a fabricantes locales, para que pequeñas empresas dejen de depender de la importación de piezas. Así, se desarrolló una verdadera comunidad de "makers" argentinos.
"Muchas personas incursionaron simplemente para reemplazar una pieza de un electrodoméstico, al ver que les resultaba imposible conseguir los repuestos", asegura Berenfield. A partir de ello, comenzaron a realizar componentes a pedido y así se fueron haciendo de un ingreso extra. Tanto es así que hoy día resulta difícil precisar la cantidad de impresoras en funcionamiento, ya que cualquier individuo puede importarla o desarrollar una.En el plano de las empresas, desde la Cámara Argentina de Impresión 3D aseguran que están cada vez más interiorizadas y que muchas han ido incorporándo esta innovación a sus líneas de producción, ya sea para prototipado o para tiradas cortas.
Respecto al desarrollo local, Presti explica: "En Argentina ya existen impresoras de metal y se están haciendo desarrollos de máquinas 3D en cemento y bioimpresión. Se trata de algo bastante disruptivo, estamos casi al mismo nivel de investigación que España o Estados Unidos".
A nivel estatal, el interés también crece. La Ciudad de Buenos Aires cuenta con un Laboratorio Tecnológico, ubicado en el Centro Metropolitano de Diseño en Barracas, gratuito y pensado para el prototipado de proyectos y asesoramiento legal, todo en un ambiente colaborativo.
"En negocios, las tendencias están relacionadas con la individualización y personalización de los productos, la democratización de los procesos de innovación y desarrollo y la sostenibilidad y economía circular", señala a iProUP Lorena Horowicz, gerente Operativa de Investigación y Desarrollo del laboratorio de la Ciudad. "Estos nuevos métodos de fabricación generan piezas más resistentes y ligeras. Permiten un uso más eficiente de las materias primas y eso reduce los costos", completa.
En lo que va del año, en el centro ya se realizaron más de 2.000 horas de impresión 3D. Participan estudiantes, emprendedores, PyMEs, escuelas, startups, centros de I+D y áreas internas del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. En total, más de 200 proyectos que buscaron asesoramiento en el Lab fueron impresos en tres dimensiones.
Futuro prometedor
La consultora IDC revela que, si bien Estados Unidos es el territorio donde más se invierte en tecnología 3D, en América Latina se verán tasas de crecimiento anual superiores al 20%. Los especialistas coinciden en que forma parte de la cuarta revolución industrial.
Con vastas posibilidades en rubros muy diversos, este tipo de innovaciones ilusiona por el amplio campo que tiene para crecer: en medicina, la rama de la bioimpresión avanza a pasos agigantados con la impresión de tejidos vivos, que en un futuro van a ser órganos para trasplantes 100% compatibles.
En Argentina, la startup WeBio investiga la impresión con células madre. Por ahora, avanza en la regeneración de cartílagos y huesos, aunque apunta a crear órganos en un futuro cercano.
"La evolución de la tecnología permite afirmar que estamos en un punto de inflexión, en el que la impresión 3D está lista para convertirse en una alternativa a los procesos de producción tradicionales", asegura Horowicz.
Asimismo, agrega que, en el corto plazo, los nuevos materiales generarán oportunidades, los precios de las impresoras industriales serán más accesibles y las velocidades de impresión, cada vez menores. Por ende, las compañías "deberán adaptarse al nuevo paradigma productivo".
Para Leporati, todo este desarrollo debe ser acompañado por políticas que apoyen el desarrollo de una industria competitiva: "Se debe favorecer la producción nacional de insumos y, en los casos que no se pueda, facilitar su importación a precios competitivos para no quedar fuera del mercado internacional de la provisión de prototipos a terceros".