"Un espacio de coliving es un lugar en el que se busca compartir lugares y momentos, especialmente para gente a la que le gusta conocer diferentes tipos de personas de diferentes lugares". La historia de Xacobo, residente en uno de los colivings de Campus Madrid desde agosto de 2019 puede ser la de muchos de sus compañeros de piso. O colivers.
Todos tienen una línea común. Prefieren pagar un poco más (la media está a partir de 700 euros) por vivir en una suerte de pisos compartidos con todo incluido con grandes lugares privados y comunes. Desde la limpieza, hasta los servicios principales de agua, luz o internet. Pagando por meses, incluso con tarjeta de crédito –perfecto para los que solo vienen un tiempo–, y buscando socializar con una comunidad.
Un modelo importado de Silicon Valley, normalmente para jóvenes trabajadores o estudiantes de máster, la realidad es que el modelo atrajo las miradas de los grandes inversores. Con ellos, una larga lista de colivings que poco a poco se alejan de idealismo original. De lo que impulsó el negocio, la realidad es que ahora salieron muchos competidores de todos los tipos y situaciones.
De los pisos turísticos buscando un nuevo nicho, pasando por los hoteles o los pisos de estudiantes. Un hecho que, desde el sector, ya se mira con suspicacia. Se abre la era del todo vale bajo un nombre cool.
Barcelona, cuna y reina del modelo de moda
La de Álvaro es la historia de uno de los cientos de colivers que residen en Barcelona. La ciudad es, de hecho, el lugar de concentración de la mayor parte de ejemplos de esta evolución moderna de vivir con compañeros con todo incluido; boyante, en gran parte, por la atracción de talento extranjero temporal, conocido en el sector como población flotante.
Pese a lo nuevo que pueda parecer el concepto, y la atracción de los inversores, algunas empresas locales llevan años trabajando con ese modelo de negocio. Inèdit, fundada por Laia Comas, lleva 11 años luchando por presentar su modelo heredado de Silicon Valley. "Solo ahora, desde hace dos años, empezamos a escuchar sobre colivings, los grandes inversores ven que es una salida a la crisis inmobiliaria y le están dando bombo al tema". Antes del boom, su discurso venía de la mano de buscar una forma de vida que conecte con las ciudades y los inquilinos.
Lo que para Laia es un concepto de vida que va más allá de alquilar habitaciones en pisos compartidos, para esos grandes inversores es una nueva oportunidad de negocio muy rentable, alejada de la complejidad del piso turístico y del bajo rédito del modelo tradicional.
Barcelona
Inèdit, de hecho, es de las pocas empresas de colivings que se mantiene en la posición más purista de este tipo de negocio; huye de los pisos que parecen comunas de estudiantes o edificios convertidos en apartahoteles. Una postura que tuvo que mantener tajante desde el fin de los primeros confinamientos ante la avalancha de peticiones.
Funcionando como gestor de propiedades, la compañía vivió la pandemia con la llamada de "cientos de gestores y propietarios de viviendas de todo tipo que quieren cambiar de modelo de negocio", explica Laia. ¿El motivo? Se ha dicho que es la solución, pero lo único que ha generado es que "empiecen a surgir supuestos colivings como churros; de los que habrá que ver qué pasa después de la pandemia y cuántos de estos siguen llamándose así", añade.
Los pisos turísticos, los eternos inadaptados
La caída del negocio de Airbnb a nivel global se cifra en un 89% en 2020 como consecuencia de la pandemia, según datos de Statista. El propio fundador de la tecnológica, Brian Chesky, asumía que perdieron en cuestión de semanas un negocio de 12 años. Pero la crisis no solo era para la compañía de estancias turísticas más grande del mundo sin ningún piso en propiedad; el problema era mucho más mundano.
La larga lista de pisos turísticos, que huyeron del alquiler en busca de una mayor rentabilidad, se quedaron sin negocio de la noche a la mañana. Algunos contrarios a este sistema lo llamaron Karma. Más de 9.000 viviendas en Barcelona, reconvertidas para sacar el mayor partido al sector, dejaron de ingresar del turismo internacional para quedarse con las deudas. A pocas semanas del inicio de la pandemia, de hecho, muchas de ellas comenzaron a migrar a nuevos horizontes.
¿Dónde estaba el objetivo ahora? Por supuesto, en el coliving. No solo por la caída del negocio, también por el endurecimiento de la normativa del sector, que hizo que grandes inversores patrimonialistas busquen un nuevo enfoque a sus propiedades.
Mucha demanda de "colivings", pero a corto plazo
Inèdit cifra el crecimiento de las peticiones de convertirse en colivings por parte de pisos turísticos en un 45% aproximadamente. Donde antes no había ningún interés, ahora se disparó. Especialmente antes de verano, cuando la incertidumbre para los meses más rentables estaba asentada en el sector.
Sin embargo, avisan, es un terreno desierto para la mayor parte de las peticiones por la propia historia de los pisos turísticos. Pese a estar bien localizados, uno de los requisitos del coliving, la tendencia fue convertir los grandes pisos señoriales del centro de la ciudad en compartimentos estancos.
Pequeños apartamentos de 40 metros cuadrados, algunos sin ventanas al exterior y con lo justo para pasar una semana de vacaciones: "Pocos metros que dan mucha rentabilidad, pero que a nosotros no nos sirven porque no es lo mismo estar ahí una semana que un año", explica Laia. La tendencia de los colivings va justamente a lo contrario: mantener esas dimensiones para garantizar el espacio individual en un entorno compartido.
Tampoco gusta la limitación del tiempo. La rentabilidad del piso turístico es difícilmente comparable a cualquier otro tipo de alquiler, sea flexible o no. El piso turístico quiere volver a la antigua normalidad, algo que para Inédit no es viable: su objetivo es mantener las propiedades en cartera durante largos períodos de tiempo, principalmente por la inversión que esto supone. Para Enso, de momento, es una vía de negocio aceptable. Si bien no bajan de las características comunes de este modelo de vivienda, sí aceptan liberar el espacio durante los meses más rentables para el turismo: el verano.
¿Vivir en un hotel? ¿También bajo el modelo de los "colivings"?
Enemigos por naturaleza, el piso turístico y los hoteles tradicionales van de la mano en la situación actual. Solo para el negocio hotelero, 2020 se saldó con freno en la inversión del 42%, y un 92% de su facturación anual. Capear el temporal como sea para mantener ingresos –por exiguos que sean– es la máxima del colectivo. Con el beneplácito de la normativa, se permitió a los establecimientos hoteleros reconvertirse en espacios de reservas de larga duración. Firmas como Silken, Royal o Gallery Hoteles, de la mano de Aticco, se subieron a la cresta de los colivings, más o menos.
Y más menos que más porque al colectivo purista no le gusta su nuevo compañero de trabajo. Lo tienen claro: "A la gente no le gusta vivir en un hotel" y aunque saben de la mala situación del negocio hotelero, rechazan este "todo vale". Pese a todo, Enso lo reconoce: "Al principio teníamos mucho miedo de estos hoteles híbridos porque venían con un modelo que quizá podría triunfar". La realidad es que ya cuentan entre sus clientes a aquellos que huyeron del modelo hotel para encontrar el coliving puro.
Compartir oficinas entre empresas, algo cada vez más común
Tanto Enso como Inèdit recibieron ofertas para incluir hoteles en su cartera y los resultados no fueron los esperados: la inversión a realizar, especialmente si esta tiene que ser temporal, es demasiado alta. "Por supuesto que un hotel se puede convertir en coliving", apunta Laia, "pero no vale cambiarse solo de nombre".
Esto es lo que, a fin de cuentas, viene a suceder convirtiendo el modelo en una suerte de edificio de estudiantes. De hecho, muchos de los proyectos rechazados por ambas compañías son ahora colivings en su web. Establecimientos a los que se les añadió una cocina en un office común para 40 habitaciones y una sala de estar en lo que, otrora, formaba parte de la recepción del hotel.
Algunos de ellos, apuntan, ofrecen desayuno al modelo de un hotel y resuelven el asunto de la comida con un microondas. De hecho un rápido vistazo a alguna de las webs de hoteles bien podrían estar ofreciendo una suerte de media pensión de larga duración en vez de un coliving de pleno derecho. El caso de Actual Hotel, ahora Actual Coliving, se limita a una heladera en la habitación y desayuno buffet.
Para los que vienen de los colivings de siempre, esto es un parche temporal. Un secreto a voces también desde dentro. El Director General del Gremi d’Hotels de Barcelona, Manel Casals, apunta que esto "es un elemento puramente circunstancial; cuando volvamos a tener ciertas normalidad en el mundo los hoteles volverán a su actividad natural porque para ellos es más vendible".
El clásico "bed and breakfast" vuelve a la carga
Álvaro es uno de esos llamados colivers que reside en lo que hace unos meses era un bed and breakfast (BNB) de toda la vida; ahora busca una nueva ubicación en una zona rural también bajo esta forma de vida. De hecho, parece una ironía, pero los colivings podrían ser la perfecta evolución con nombre en inglés de la pensión de toda la vida. Retratada en la literatura mil y una veces, con muchas las historias que salieron de una pensión en la que los personajes más variopintos comparten techo y experiencias.
El modelo de coliving viene de Silicon Valley
Si algo le duele al coliving de pura raza son los pisos de estudiantes de nuevo cuño reconvertidos a colivings. No tanto por el modelo de negocio, sino más por el puro concepto de forma de vida. Para las empresas del sector hay una cuestión muy clara: pese a que los coliving acogen a estudiantes, hacen una diferencia muy clara entre una residencia y su forma de vida. "No somos la madre de nadie", explican desde Enso, "y tampoco se trata de compartir gastos como en una comuna".
Pese a todo, asumen que es una tendencia que viene repitiéndose desde hace tiempo alentado, en gran medida, por los grandes inversores. Y que tomó forma con modelos de colivings de edificios completos, el sistema de Urban Campus, que bien podrían ser la evolución adulta de dichas residencias.
La excesiva vida en comunidad, y los continuos cambios de modelo concreto de vida, suele ser el principal motivo de cambio para muchos de los residentes de estos edificios. "Va a ser difícil que te encuentres gente que está más de un año y medio viviendo así", explica Max Pinau –antiguo residente de Urban Campus–, "al final necesitás una casa con lugares mucho más privados".
Fuente: Business Insider