La pandemia viene pegando de lleno en las industrias dedicadas a la producción de bienes de consumo. Salvo los sectores dedicados a rubros sensibles, como alimentación y limpieza, el resto está sucumbiendo frente a los efectos de la cuarentena extendida.
Es que las plantas están paradas y la producción de muchos rubros hoy es igual a cero. Eso es lo que ocurre por estas horas con las empresas instaladas en el polo electrónico de Tierra del Fuego, que directamente no está operando.
Tal como ocurre con otras ramas de actividad, como la automotriz, la mayor parte del trabajo no es posible realizarlo por home office. De modo que las plantas ubicadas en Ushuaia y Río Grande están completamente paradas.
Esto se da en un contexto en el que las empresas fueguinas, que tienen las licencias para producir televisores, celulares, equipos de aire acondicionado y pequeños electro, mantuvieron una larga negociación con la UOM para definir la pauta salarial que permita sobrellevar la crisis.
AFARTE, la entidad que nuclea a las empresas del sector acordó con los representantes gremiales que los trabajadores cobren el sueldo completo de marzo y el 70% de abril.
En concreto, se definió que el pago para el período que va del 17 al 31 de marzo sea sin aportes patronales ni contribuciones.
En tanto que para abril, las partes acordaron el pago del 70% del salario de bolsillo también sin aportes ni contribuciones, aunque sí el aporte correspondiente a las obras sociales.
En paralelo, se definió que los empleados que, al levantarse la cuarentena, tengan que permanecer en sus casas porque el ritmo de actividad no es suficiente, cobrarán el 100% del salario de bolsillo pero no se les realizarán aportes ni contribuciones.
Este acuerdo al que se arribó en la provincia, igualmente, ahora debe ser suscripto a nivel nacional por el gremio y homologado por la cartera de Trabajo de la Nación.
De esta manera, Tierra del Fuego se suma a un amplio listado de sectores que avanzaron con bajas salariales para adecuarse a los tiempos que corren, como fue el caso de automotrices, concesionarios y siderúrgicas.
"Cada uno tuvo que poner algo. En el caso de nosotros era imposible pensar en un modelo de empresa como el que veníamos sosteniendo sin tener ningún ingreso", plantea Federico Hellemeyer, presidente de AFARTE.
Proyecciones que volaron por los aires
"Es una crisis que afecta transversalmente a todo el mundo. Pero cuando nos enfocamos en la Argentina, el escenario es mucho más difícil. Nosotros en particular venimos de un 2019 en el que terminamos muy golpeados, con los peores niveles de producción de la última década", planteó a iProfesional Federico Hellemeyer, presidente de AFARTE, entidad que nuclea a las firmas que operan en el polo austral.
En el caso de celulares, el 2019 finalizó con apenas 7,2 millones de unidades producidas, el peor registro desde 2010, cuando la entonces presidenta Cristina Kirchner relanzó el régimen de Tierra del Fuego.
El registro del año pasado, por cierto, estuvo muy lejos de las "épocas doradas", como lo fueron 2012 y 2013, cuando de las plantas salieron más de 13 millones de equipos.
En el caso de los televisores, 2019 fue directamente desastroso para las finanzas de las empresas: apenas se produjeron 1,8 millones de equipos, cuando el promedio desde 2011 había sido de 3 millones.
Todo esto llevó a que la isla concluyera el año pasado con una capacidad ociosa superior al 57%.
Sin embargo, mientras cerraban un año para el olvido, las empresas nucleadas en AFARTE se esperanzaban con un tibio repunte para este 2020.
"En diciembre, antes de que existiera para nosotros la palabra ‘coronavirus’, proyectábamos un año con una tendencia creciente, si bien muy moderada. Esperábamos un crecimiento promedio del 5%, tal vez sin tantos fundamentos sólidos, pero que estaban un poco en línea con la política de fomento a la industria nacional que empezaba a verse y la prórroga del plan Ahora 12", detalla Hellemeyer.
Así es como imaginaban llegar a diciembre con una fabricación de celulares cercana a los 8 millones de equipos, unos 800.000 por encima del registro de 2019; mientras que en televisores esperaban trepar hasta las 2 millones de unidades, 200.000 aparatos más.
Sin embargo, con las plantas paradas hace más de un mes –en esa provincia la cuarentena se inició una semana antes-, no hay lugar para ninguna proyección: "Volaron por los aires los planes de producción", plantea de manera cruda el presidente de AFARTE.
"Todas esas estimaciones, que de por sí eran frágiles, terminaron desplomándose", recalca Hellemeyer.
El directivo agrega que durante el verano se sumó otro problema y es que hubo faltantes de partes y piezas desde países asiáticos, a medida que se profundizó el drama del coronavirus.
En concreto, faltaron algunos insumos destinados a la fabricación de celulares, un rubro en el que la logística trabaja con plazos muy justos y en el que el tiempo entre el aprovisionamiento de partes y piezas y la producción del equipo es mucho más corto que en el de televisores o equipos de aire acondicionado.
"Tuvimos proveedores de China que tuvieron que cerrar y esto nos dejó sin algunos componentes y ahí fue cuando comenzaron algunas suspensiones, incluso cuando no había aislamiento obligatorio. Luego, el 16 de marzo se decretó en Tierra del Fuego la cuarentena y, entonces, hace un mes que tenemos las plantas totalmente cerradas", señala.
"Todo este escenario destruyó cualquier proyección. Básicamente porque lo que no se está produciendo ahora no lo vamos a producir después, es una demanda potencial que se pierde", relata.
Comercio electrónico y faltantes
Durante las dos primeras semanas de aislamiento, las ventas minoristas directamente se desplomaron. Con los locales cerrados y los envíos puerta a puerta limitados o en un limbo, el sector sufrió un derrumbe fenomenal de la demanda.
Pero desde hace unos 15 días, apuntan desde AFARTE, a partir de una interpretación de la Secretaría de Comercio sobre cuáles son productos sensibles, se comenzó a destrabar la logística para compras online.
"Esto ayudó a que se movieran ventas de cadenas de electro, marcas que realizan ventas directas y hasta supermercados", apunta Hellemeyer.
Sin embargo, desde el sector no consideran que este impulso sea suficiente como para cambiar la suerte de las empresas.
"Todo es muy a cuentagotas. No es que se reestableció la cadena de distribución completa. Solo es el último tramo de esa cadena. Esto tiene efecto sobre algunos retailers, pero no sobre las fábricas. Hace un mes que estamos sin actividad, sin poder facturar, nada", dispara.
Si al hecho de que las líneas de producción no pueden activarse y que las cadenas de electro venían con muy poco stock por el alto costo de capital de trabajo, esto puede generar, según el directivo "que conforme vayan pasando los días, se produzca un desabastecimiento paulatino de los productos que más se están moviendo".