Algunos le dicen "el crack de los millennials" y otros lo nombran como "el emprendedor que pone nerviosos a los bancos". En realidad, no fue el primero en crear una fintech en Argentina, ya que el ecosistema inició su camino un tiempo antes, pero sin dudas Pierpaolo Barbieri es uno de los principales abanderados de la revolución que se encuentra viviendo el sistema financiero local.
Cada año el sector crece con más ímpetu no solo en cantidad de jugadores sino también en cuanto al hábito de uso por parte de los usuarios. Y aunque su proyecto tiene poco más de dos años, en ese lapso logró emitir más de 1,5 millón de tarjetas prepagas y cuenta con el apoyo financiero del magnate húngaro George Soros, Softbank y Tencent.
Tras estar más de una década alejado del país, Barbieri asegura que regresó con el objetivo de levantar la persiana de un emprendimiento que lograra "saltar la banca". El joven ejecutivo recuerda: "Sentía la responsabilidad de volver con un proyecto que no sea solamente comercial, sino también social".
Su principal preocupación tenía que ver con la inclusión financiera. Para ponerlo en contexto, de acuerdo con el Informe de Inclusión Financiera publicado por el Banco Central en 2019, la Argentina cuenta con 8,6 puntos de acceso –entre sucursales bancarias, terminales de autoservicio y cajeros automáticos– cada 10.000 adultos, mientras que en Colombia esta cifra asciende a 40 y en Brasil y México a 23 y 12, respectivamente.
A pesar de no tener un background tecnológico o financiero, decidió lanzarse al mercado en octubre de 2017 y presentó la app de servicios financieros Ualá. Esta contaba con verificación de identidad a través de una selfie, transferencias, tarjeta prepaga MasterCard gratuita y control de gastos en tiempo real, todo sin ningún cargo para el usuario.
Con esta oferta logró escalar en el mercado hasta convertirse en uno de los players más relevantes. Por esto, en diciembre 2019, fue elegida como una de las compañías del rubro a tener en cuenta en el ranking Fintech 100 realizado por KPMG y H2 Ventures, mientras que la sucesivas rondas de financiación impulsaron su valuación hacia el umbral de los u$s1.000 millones. Pero antes de ponerse el traje de emprendedor, Barbieri recorrió otro camino.
El historiador
Lejos del mundo económico, de chico soñaba con ser director de cine cuando vivía en el barrio porteño de Caballito junto a sus padres oriundos de Italia. Antes de finalizar el colegio secundario decidió cambiar el rumbo y aplicó para una beca en la Universidad de Harvard. Su deseo ahora era estudiar historia y convertirse en investigador. Recibió luz verde por parte de la prestigiosa casa de estudios y con 17 años se mudó a Cambridge, Massachusetts.
Mientras cursaba, escribía en el diario universitario. Luego replicaría esta labor periodística dando su opinión como historiador económico en diversos medios como The Wall Street Journal, New York Times y Financial Times. En Harvard también conocería al historiador escocés Niall Ferguson quien se transformaría en su mentor y socio en la consultora política y macroeconómica Greenmantle, en la cual Barbieri aún es director ejecutivo.
Una vez graduado, título magna cum laude mediante, realizó una maestría en historia económica mientras se desempeñaba como pasante en Goldman Sachs y analista, durante cuatro meses, en Soros Fund Management. También ocupó el cargo de analista político y económico en el fondo Bridgewater. Ya venía masticando la idea de desarrollar un proyecto para realizar su aporte a la inclusión financiera, pero un hecho puntual terminó de decidirlo. "El día que lo pensé había visto a una señora en el microcentro porteño que me hizo acordar a mi abuela. Tenía que esperar en el frío más de media hora para que abriera el banco. En otros países esa no es una realidad", describe. Antes de darle forma necesitaba un músculo económico y lo consiguió en uno de sus antiguos ‘jefes’.
El emprendedor
"Si vos querés salir a competir con los grandes, no podés hacer un proyecto de u$s50.000. Lo que nosotros queríamos era tener un montón de gente alrededor de la mesa que nos pudiera ayudar de distintas maneras. Entonces, unos dan una mano en el lado financiero porque conocen bien el negocio y otros lo tecnológico", se explaya Barbieri.
George Soros –en lo que marcó su regreso a las inversiones en Argentina desde Adecoagro- y Kevin Ryan, fundador de Business Insider, fueron algunos de los que aportaron el capital semilla en 2017. El emprendedor reveló: "Uno de nuestros inversores me dijo que con nosotros había roto dos reglas: que nunca iba a invertir en el país y que jamás invertiría en alguien que no fuera técnico porque no sé codear". Con un equipo de 20 personas Ualá se presentó en sociedad oficialmente el 4 de octubre de 2017.
El día del lanzamiento, señala, recibieron más de 1.500 solicitudes para darse de alta en la app, lo que Barbieri cataloga como el corazón de la empresa.
"La gente del mercado financiero argentino se reía de nosotros. Nos decían: ‘¿Por qué vas a hacer una tarjeta gratuita si la gente paga?’", afirma. Y explica el modelo de negocios de la firma: "Normalmente los servicios financieros le cobraban todo al usuario porque había poca competencia. Nosotros bajamos los costos con la tecnología para poder ganar desde el lado del comercio".
Ualá recibe un porcentaje de la comisión por cada operación que se realiza con su tarjeta, además también obtiene un fee cada vez que el usuario paga un servicio a través de su aplicación o si recarga la tarjeta de transporte.
Para comenzar, el ejecutivo se planteó alcanzar los 100.000 plásticos emitidos para fines de 2018. "Si no la van a usar, no la pidan porque es un problema para nosotros", pidió en una charla en la que explicaba cómo funcionaba su empresa y su objetivo detrás de su creación.
No obstante, a poco más de cuatro meses de operación ya llevaban más de 65.000 tarjetas emitidas y alrededor de 200.000 descargas de su app. "Si Ualá tiene éxito, es por la calidad del capital humano que hay en Argentina. Tenemos una posición increíble para ser una meca de productos y servicios en la era del software", apunta.
El disruptivo
El crecimiento de la firma trajo aparejado un mayor volumen de financiamiento, desde inversores conocidos hasta nuevas caras que se sumaron al éxito de la fintech.
En febrero de 2018 consiguió u$s10 millones en una ronda liderada de nuevo por Soros y Ryan, a los que se acoplaron Point72, Greyhound Capital y Jefferies. Ocho meses más tarde obtuvo u$s34 millones aportados, entre otros, por Goldman Sachs, Ribbit Capital y la brasileña Monashees.
La nueva política del Banco Central, de permitir el crecimiento de la industria fintech dentro del sistema financiero, posibilitó que compañías del sector potenciaran su crecimiento.
El ecosistema se alimentó de esto y aumentó en cantidad de jugadores. Para su primer aniversario de operaciones, Ualá había alcanzado 400.000 tarjetas emitidas con un proceso de aprobación de tan solo 48 horas.
Pero su verdadero año de despegue fue el 2019. En junio incorporó la unidad de préstamos con la posibilidad de solicitar hasta $100.000 y devolverlos en 6, 12, 18 y 24 cuotas. Al poco tiempo alcanzó los $20 millones en créditos otorgados. Dos meses después anunció que el CVU ya estaba disponible en la app. Esto permite enviar y recibir transferencias por parte de instituciones bancarias y no bancarias. "Apostamos a un mercado más libre", aseguró Barbieri.
Los últimos meses del año pasado también fueron de gran movimiento. El director ejecutivo de Ualá lanzó la opción de poder invertir a través de la app en un fondo común de bajo riesgo del Grupo SBS. Según cuentan desde la compañía, superó las 250.000 cuentas comitentes dadas de alta y el crecimiento es a una tasa del 20% por semana en su asset under management. A su vez, la firma sumó a su portfolio de productos una tarjeta Ualá con la que se encuentra rubricando alianzas con comercios para aplicar descuentos en compras.
A fines de noviembre, Barbieri anunció la serie C de la fintech. En esta ocasión llegaría de la mano de dos pesos pesados de la industria tecnológica: SoftBank y Tencent.
Ambas aportaron u$s150 millones en la que fue la cuarta inversión fintech más importante de la región en 2019, de acuerdo a la consultora Finnovating. El desembolso le valió al emprendedor un encuentro con el flamante presidente, Alberto Fernández.
Con más de 1,5 millón de tarjetas emitidas (superó el millón en junio de 2019), Ualá aún no cuenta con planes de expansión regional sino que seguirá enfocada en crecer en la Argentina.
"No venimos a reemplazar a los bancos. Más bien, venimos a crear un ecosistema y complementar al sistema financiero para darles mejores soluciones a la gente", señala. En dos años de operación se realizaron compras por $4.200 millones con plásticos de la firma. Ahora se encuentran trabajando para que los usuarios puedan hacer full cash out en locales de Rapipago o Pagofácil.
"Creo que el dinero físico seguirá siendo un derecho constitucional para la gente, pero no habrá muchos que vayan a usar el efectivo en 10 años para transacciones del día a día", concluye.
Actualmente Ualá tiene 200 empleados y prevé cerrar el 2020 con el doble de plantilla y una segunda oficina. "Y lo mejor de verdad está por venir", pronosticó Barbieri en un posteo del blog de la empresa. Todo parece indicar que así será.