A las puertas de las Bolsas hay una larga lista de empresas ligadas a la llamada tecnología disruptiva que en poco tiempo han alcanzado una valoración de más de 1.000 millones de dólares. En estos años sus modelos de negocio han cautivado a los inversores, que en sucesivas rondas de financiación veían multiplicar el valor de su inversión. Se trata de los llamados unicornios, un término que acuñó allá por 2013 Aileen Lee, fundadora del fondo de capital riesgo Cowboy Ventures. Una palabra que hace referencia al carácter mítico o fantasioso del caballito coronado.
Facebook o Uber, por ejemplo, fueron unicornios antes de convertirse en valores tecnológicos de las Bolsas, aunque con tamaño bien distinto. Miguel Ángel Barrio, director del Programa de Innovación Digital y Fintech del Instituto de Estudios Bursátiles (IEB) explica que no es fácil saber cómo conseguir una valoración tan elevada, por eso se las llama unicornio, porque mezclan lo imposible: mito con la realidad. "Lo que sí sabemos es que estas compañías tienen en común que utilizan la tecnología como elemento disruptor, su modelo de negocio aprovecha nichos de mercado sin explorar o cambian el modelo tradicional vigente de hacer las cosas en una industria determinada. Por tanto, son proyectos emergentes y muy escalables, y están muy relacionadas con el mundo digital y las redes sociales", explica.
Otra de sus características es que no necesitan tener beneficios a corto plazo para gozar de esa valoración tan alta. Su modelo de negocio genera muchas expectativas entre los inversores. Un ejemplo reciente, como apunta Gonzalo Torres, director general de Talent Garden España, es la firma de videoconferencia Zoom que, pese a estar en pérdidas, cuenta con una valoración superior a las siete compañías aéreas más grandes del mundo. "La tasación se va haciendo según las distintas rondas de captación de dinero, con un gran componente especulativo", explica.
Los unicornios ven como la crisis económica paraliza sus finanzas al tener menos acceso a fondos frescos
El perfil de los inversores en estas compañías también presenta peculiaridades. Muy abundantes en Estados Unidos y China y menos frecuentes en Europa, estas empresas con sus nuevos negocios se van sometiendo a distintas rondas de captación de dinero en las que unos entran y otros salen. Estos movimientos que buscan rápidas ganancias antes de salir a Bolsa dan cuenta de la gran especulación que se mueve sobre estas compañías y de los continuos temores a crear burbujas artificiales.
La crisis de la covid-19 ha puesto freno a la salida a Bolsa de muchos unicornios, y el confinamiento ha supuesto un inconveniente para sus cuentas. El mal comportamiento de las acciones de Uber desde que aterrizó en Bolsa hizo más cautelosos a muchos de estos inversores: llegaron las pérdidas. En mayo del pasado año, Uber debutó en el parqué a 45 dólares la acción y ahora cotiza en torno a 30 dólares. La otra cara de la moneda es Facebook, que salió al mercado en 2012 a 38 dólares la acción y ahora cotiza a 262 dólares.
Airbnb, un buen termómetro
Esta semana, The Wall Street Journal publicó que Airbnb prepara la documentación para aterrizar en el parqué antes de que finalice el año. De llegar a producirse, la colocación de sus acciones será un buen termómetro para medir el apetito de los inversores por este tipo de compañías que, de momento, solo cotizan por sus expectativas más que por realidades. Las valoraciones que se manejan para la plataforma de alquiler vacacional están muy lejos de la última ronda de financiación en 2017 cuando se tasó en 31.000 millones de dólares.
Según la plataforma analítica CBInsights, a la cabeza de los cinco mayores Unicornios se sitúa Toutiao, con una valoración de 75.000 millones de dólares. Le siguen Didi Chuxing (56.000 millones), Stripe (35.000 millones), Airbnb (35.000 millones) y SpaceX (33.000 millones). Otras serían Spotify, Xiaomi, Palantir, Flipkart, Dropbox, Pinterest y Snapchat. Nombres muy habituales para el consumidor de ocio a través de internet. En todo el mundo hay cerca de 400 unicornios, o empresas no cotizadas con una valoración de más de 1.000 millones de dólares. En España destacan dos empresas de estas características: Cabify y Glovo. Las valoraciones de estas compañías están en torno a los 1.400 millones de acuerdo a las últimas rondas de financiación. Cabify levantó 150 millones de euros en 2018 y preparó el pasado año su salida a Bolsa que finalmente no se ha producido. Esta firma ha abandonado ya las pérdidas y se encuentra en situación de equilibrio en sus cuentas.
Gonzalo Torres apunta a la internacionalización como otra característica necesaria para convertir una start-up en un unicornio. "El perfil global es imprescindible tanto en la captación de inversores como para generar un alto valor".
El carácter disruptivo de estos proyectos empresariales ofrece dos vertientes. De un lado, supone cambiar los hábitos de las personas en ámbitos como la forma en la que vemos la televisión (Netflix), en la que viajamos (Uber, Cabify…) o en la manera en la que usamos los servicios bancarios (fintechs). La otra vertiente, señala Gonzalo Torres "es que se mueven al límite de la legalidad, es decir, van más allá del marco jurídico porque la tecnología se adelanta a las leyes". Esto se ha apreciado en el enfrentamiento entre Uber y el taxi tradicional en todo el mundo, entre Airbnb y los hoteles, entre Blablacar y los autobuses o entre Glovo y la regulación de sus trabajadores.
El retraso en poder accionar más libremente en el frente financiero les causa un dolor de cabeza a los unicornios
El banco de inversión suizo UBS detalla en un reciente informe el nacimiento de la cuarta revolución económica. "Todo se está volviendo digital, incluso el dinero. Este cambio tiene ramificaciones significativas para la economía global, desde la edad de jubilación a la productividad". Y añaden: "Las grandes plataformas tecnológicas (Amazon, Alibaba, Alphabet, Apple, Microsoft, Facebook) dominan la tecnología, pero vemos potencial y oportunidades en el espacio de mediana capitalización. Las tendencias más prometedoras incluyen computación cuántica, interfaces neuronales, baterías de estado sólido y celdas de combustible. Y también tecnologías ligadas al móvil, la nube, el big data, así como el blockchain y la inteligencia artificial.
UBS aconseja a aquellos inversores que busquen unicornios que diversifiquen tanto por las distintas ramas de la tecnología como por países de origen de las compañías, ya que existe una auténtica carrera para liderar estas tendencias. "Todas estas tecnologías ofrecen un potencial de crecimiento superior al del PIB de los países, pero, por naturaleza, su éxito no puede predecirse con absoluta certeza y los inversores deben buscar soluciones diversificadas para ganar exposición. Este consejo también es válido para selecciones de acciones individuales", concluyen.
Fondos de alto riesgo
La exposición a estos unicornios antes de salir a Bolsa se realiza entre inversores cualificados que buscan impulsar y participar desde el principio en el enorme potencial de estas compañías. Una apuesta no exenta de riesgos y que se produce mientras la propia empresa se está reestructurando y, normalmente, arroja pérdidas. Existen tres inversores principales en el mundo: el grupo japonés Softbank, Tiger Global Management con sede en Nueva York y la firma de Silicon Valey, Sequoia. Spotify, Uber, Facebook, PayPal, Google, Instagram, Bytendance (Tik Tok) han estado o están en manos de estos inversores. El inversor más grande entre ellos es Softbank a través de Vision Fund, un fondo que ha ganado cerca de un 30% desde su creación en mayo de 2017. Este fondo tiene un potencial de inversión de 100.000 millones de dólares para unicornios. A pesar de su gran historial a la hora de descubrir proyectos exitosos, el fondo también acumula un gran fracaso: su inversión en Uber, indicó El País.