La jornada laboral es de 40 horas semanales en la Argentina, generalmente repartida en 5 días semanales, aunque hay excepciones y los horarios de oficina van de lunes a viernes.
No obstante, las ventajas de acortar la jornada laboral a 4 días pueden observarse en Bolt, una empresa tecnológica estadounidense con base en San Francisco que decidió sumar el viernes a los días libres de sus casi 700 empleados.
En el transcurso de la pandemia, los empresarios de todo el mundo modificaron casi todo lo relacionado con los trabajos de oficina.
En primer lugar, implementaron la opción de teletrabajo, en algunos casos obligatoria y en otros con posibilidad de elegir.
Aparte de esto, en algunos casos se prohibieron las reuniones en determinados días, se dieron permisos o días libres por temas de salud mental e, incluso, se permitió que sus empleados se trasladen a cientos de kilómetros de distancia de sus antiguas oficinas.
Semana laboral de 4 días: cómo implementarla
No obstante, a pesar de sus esfuerzos por retener el talento, la mayoría se resiste a implantar la semana laboral de 4 días.
En la mayoría de trabajos la semana laboral durante la crisis del COVID siguió siendo de lunes a viernes.
Por tal motivo, cuando Bolt anunció el verano pasado que iba a implantar una semana laboral de 4 días en toda la empresa, llamó mucho la atención.
Se trataba de una empresa tecnológica valorada en unos u$s10.800 millones, con cientos de empleados proporcionando software a clientes como Forever 21 y Lucky Brand.
¿Podría una empresa líder de Silicon Valley, sujeta a las exigencias de inversores en un sector hipercompetitivo, hacer que funcione una semana laboral más corta? Y, si es así, ¿qué podría significar para el resto de las firmas?
Semana laboral de 4 días: el inicio del fin de una época
Pocas cosas tienen un impacto tan universal en la vida moderna como el trabajo de lunes a viernes:
- dicta cuándo se trabaja
- controla cuándo se abren los colegios
- controla cómo fluye el tráfico
- controla los horarios de los restaurantes
- controla las tiendas de alimentación
- controla los cines
- moldea el trabajo
- establece los límites de la libertad
Durante la pandemia, el teletrabajo proporcionó a millones de personas un grado de flexibilidad sin precedentes a la hora de establecer sus propios horarios.
No obstante, tomarse el día libre de forma puntual no es comparable a trabajar 4 días a la semana, al igual que faltar a clase no es lo mismo que irse un día de excursión.
Las bondades de la nueva modalidad
El cambio a una verdadera semana laboral de 4 días requeriría una sincronización a nivel masivo.
En Bolt, la semana laboral de 4 días comenzó con el agotamiento como consecuencia.
El verano pasado, al preparar una ronda de recaudación de fondos y una adquisición, los empleados de la empresa estaban extremadamente cansados.
Habían trabajado demasiadas noches y fines de semana, según le hicieron saber a su departamento de RR.HH. en encuestas y conversaciones.
En agosto pasado, en línea con la tendencia en auge de las empresas que buscan formas de permitir a su personal trabajar menos, Bolt puso en marcha unos feriados en toda la empresa que denominó "días de bienestar".
Semana laboral de 4 días: el cambio de paradigma en Bolt
Al comprobar que nada se venía abajo, el fundador y entonces CEO, Ryan Breslow, decidió ir más allá: instauró una jornada de 4 días durante 3 meses, para ver qué ocurría.
Una empresa más grande y madura como Google, habría pasado un año deliberando una medida de este tipo.
Sin embargo a Breslow, un apasionado de los recursos humanos de 27 años, siempre le gustó probar cosas nuevas con respecto a la política laboral que a muchos les hubiese parecido una locura.
A principios de este año, los veteranos del sector se horrorizaron cuando Breslow anunció que la empresa prestaba dinero a los empleados que querían comprar acciones de Bolt. Se trataba de algo que podía ponerlos en un riesgo financiero considerable.
Sin embargo, el fundador de Bolt también demostró ser previsor: en medio de la pandemia, Breslow implantó el teletrabajo y equiparó los salarios de todo EE.UU., para facilitar que sus trabajadores pudieran mudarse sin perder poder adquisitivo. Para él, la semana de 4 días era el siguiente paso lógico.
Semana laboral de 4 días: ¿cómo lo tomaron los empleados?
Cuando Breslow envió un mensaje de Slack para dar a conocer el programa piloto de 3 meses, muchos empleados se mostraron especialmente contentos.
Sera Yang, una ingeniera de 23 años, salió corriendo de su habitación para decirle a sus compañeros de piso que iba a tener los próximos 12 viernes libres.
No obstante, un sector de la compañía era escéptico: los directivos.
El personal directivo tenía derecho a preocuparse, porque la política se instauró con un asterisco significativo. Si bien Breslow acortó la semana de todos en un 20%, esperaba la misma cantidad de trabajo.
Los objetivos de rendimiento no iban a cambiar. El negocio seguiría siendo igual de ambicioso. Su apuesta era que todo el mundo sería capaz de mantener la misma productividad trabajando un día menos.
Bolt y los cambios drásticos para conseguir los objetivos
Lo primero que el CEO eliminó fueron las reuniones. Los directivos revisaron los encuentros permanentes de sus equipos y se preguntaron si eran realmente necesarias: algunas se cancelaron, otras cambiaron a una frecuencia mensual o bimensual, o se redujeron a reuniones de 15 minutos.
La empresa también pidió a los empleados que examinaran rigurosamente las reuniones a las que eran invitados y pidió que se retiraran de las que consideraran innecesarias.
Muy rápido, incluso, los trabajadores más jóvenes empezaron a rechazar este tipo de reuniones.
La promesa de los viernes libres motivó mucho a la gente a realizar su trabajo con diligencia. Muchos se dieron cuenta de que buscaban formas de concentrarse en su trabajo.
Los cambios de hábito de los trabajadores
Ismail, el director de ingeniería, instó a su equipo a utilizar un complemento del calendario llamado Clockwise que reprograma las reuniones para que se agrupen una detrás de otra.
De este modo, sus ingenieros disponían de más tiempo sin interrupciones para concentrarse en su trabajo.
La semana reducida también obligó a los empleados a priorizar las tareas más importantes, ya que no podían llegar a todo.
Toda esa reestructuración del trabajo tuvo un poderoso efecto. La cuestión de la productividad se resolvió: ninguna de las personas opinó que los días se le hiciesen más largos.
Apenas unos pocos indicaron que sí notaron la carga de trabajo, pero la mayoría no.
Atención al cliente de Bolt: la excepción
La única excepción es el departamento de atención al cliente, dirigido por Clark. Ahí es donde la transición a una semana de 4 días requirió más planificación y, a diferencia de otros departamentos, más presupuesto.
Los equipos de Clark trabajan por turnos para garantizar que los que utilizan el software de Bolt puedan ponerse en contacto con un representante durante el horario laboral habitual.
El servicio de atención al cliente no puede tener los viernes libres, porque los clientes no los tienen. A fines del año pasado, los directivos hicieron un balance de su experimento para decidir si querían volver a la semana de 5 días o hacer permanente la semana más corta. La decisión se redujo a 2 factores:
En primer lugar, la política hace felices a los empleados. En toda la empresa, el 84% afirma que mejora el equilibrio entre la vida laboral y la personal y los hace más productivos. Incluso los directivos, inicialmente escépticos, se muestran favorables a la política, con un 93% de ellos a favor de mantenerla.
El aumento de la satisfacción de los empleados de Bolt coincide con una serie de estudios que indican que una semana laboral más corta mejora el sueño, disminuye la fatiga y reduce el estrés.
Bolt y los otros resultados favorables
Igual de importante es que esa felicidad no se produzca a expensas de la empresa. El 86% de los directivos remarcó que sus equipos cumplen sus objetivos con la nueva política, y el 88% aseveró mantener la productividad y los niveles de servicio para los clientes y las partes interesadas. En enero, la empresa comunicó a los empleados que su horario de 4 días había llegado para quedarse.
La transición a una semana laboral de 4 días requiere un tiempo de adaptación, así como una buena cantidad de empujones. Yang, la ingeniera, explicó que al principio no paraba de abrir su computadora los viernes y revisar Slack, hasta que se dio cuenta de que no llegaban nuevos mensajes.
Ahora, seis meses después de su nueva semana laboral, muchos empleados afirman que rara vez encienden sus computadoras los viernes.
Algunos, sobre todo los más veteranos, cuentan que suelen dedicar unas cuantas horas a su nuevo día libre, aprovechando el tiempo de tranquilidad para realizar el trabajo que requiere más concentración, tareas que solían abordar los sábados o los domingos.
Para ellos, sus nuevos horarios no son tanto semanas de 4 días como semanas de 4 días y medio, al igual que sus anteriores semanas de 5 días eran realmente semanas de 5 días y medio. Pero es una gran mejora, porque ahora tienen el fin de semana normal para pasar con sus familias. Otra de las cosas que afrontaron los empleados, fue la de valorar cómo aprovechar al máximo su nuevo tiempo libre.
Bolt y las "nuevas tareas" de los viernes
Casi todo el mundo le dedica los viernes a tareas del hogar. Parece aburrido, pero tiene la ventaja de liberar los sábados y domingos para disfrutar de la familia y los amigos. Además, les da la oportunidad de relajarse.
Un ingeniero comenta que reducir la jornada supuso también tener menos tiempo para charlar con los compañeros. No lo considera negativo, pero sí se da cuenta de que hay personas que echan en falta socializar más en el entorno laboral.
Uno de los directivos comenta que le preocupaba reducir la orientación y supervisión de los trabajadores con menos experiencia.
Casualmente, estas son las mismas preocupaciones que provoca el trabajo a distancia. En cierto sentido, la semana laboral de 4 días es como el teletrabajo llevado a un extremo más coordinado: es más productivo que una semana de 5 días, con menos distracciones, pero también adquiere un carácter más transaccional.
La decisión arriesgada de Bolt
La apuesta de Bolt es que los beneficios actuales superarán cualquier inconveniente futuro. Es lo conocido frente a lo desconocido: una semana de 40 horas que tiene casi un siglo de precedentes, frente a una semana de 32 horas que básicamente no tiene ninguno.
En Bolt, un mandato de toda la empresa para acortar la semana obligó a todo el mundo a replantearse los hábitos y las normas que los atascaban, y a sustituirlos por enfoques más productivos.
En una serie de pruebas realizadas entre 2015 y 2019, Islandia recortó la semana laboral de algunos empleados públicos hasta 35 horas. Los resultados fueron sorprendentes.
Los tiempos de tramitación de la inmigración se mantuvieron más o menos igual. También lo hizo el número de casos abiertos en los servicios de protección de la infancia. Los contables de la ciudad de Reikiavik acabaron introduciendo más facturas a la semana que antes.
La reestructuración: el trabajo duro
En Bolt, hizo falta nada menos que un compromiso concertado por parte de todos, desde los altos ejecutivos hasta el personal más joven.
Para las empresas y organizaciones que emplean por turnos, pasar a una semana laboral de 4 días supondría un mayor gasto en mano de obra.
En Islandia, la semana reducida para los funcionarios cuesta al gobierno unos u$s35 millones al año, una pequeña fracción de su presupuesto anual.
Pero la necesidad de aumentar el personal podría ser un obstáculo para instituciones como los hospitales, que requieren personal las 24 horas del día, sobre todo ahora que hay puestos de trabajo sin cubrir en todas partes.
Obstáculos para este modelo
El mayor problema para la semana laboral de 4 días es el hecho de que se vive en un mundo de 5 días. Implantar una jornada reducida es un riesgo que muchos no están dispuestos a asumir, ya que los clientes van a seguir demandando atención los viernes, algo que sitúa a cualquier empresa en desventaja con respecto a sus competidores.
Sin embargo, vale la pena reflexionar acerca de cómo se llegó en su momento a implantar la jornada de 40 horas. En EE.UU., los empresarios se oponían fervientemente a este cambio, pero entonces llegó la Gran Depresión.
La causa de la reducción de horas se transformó de repente en un imperativo patriótico, una forma de salvar la economía obligando a las empresas a contratar más personal.
En 1938, el presidente Franklin D. Roosevelt firmó la Ley de Normas Laborales Justas, que obligaba a los empresarios a pagar las horas extraordinarias a los empleados que trabajaban más de 44 horas a la semana.
Más detalles históricos: la reducción de la jornada
En 1940, el umbral se redujo a 40 horas. La semana laboral se redujo drásticamente en todos los sectores en los años siguientes. Y a pesar de todas las quejas sobre el exceso de tiempo libre que destruye el capitalismo, la reducción tuvo en realidad el efecto contrario.
Si se da más tiempo libre a la gente, se le da también más tiempo para gastar. El fin de semana de 2 días avivó la demanda de toda una nueva gama de bienes y servicios para entretener a los estadounidenses, y crear mercados donde antes no existían. Lo mismo pasó en el resto de países.
En Islandia, los exitosos experimentos del gobierno con una semana laboral más corta estimularon un cambio a nivel nacional.
Actualmente, el 86% de la población activa del país trabaja una semana más corta o tiene derecho a solicitarla. Tanto en el sector privado como en el público, los empleados no suelen trabajar más de 36 horas a la semana, y algunos, como las enfermeras, trabajan solo 32 horas.
En el primer trimestre de este año, se cuadruplicaron las solicitudes para trabajar en Bolt. Muchos de los empleados contaron que muchos amigos les piden recomendaciones para entrar en la empresa, según una nota del sitio Business Insider.