Las casi seis millones de facturas que Edesur y Edenor emiten por mes quedaron en medio de una polémica por la forma en que ambas distribuidoras deben calcular el consumo de cada uno de sus usuarios de Capital Federal y el Gran Buenos Aires (GBA).
El aislamiento obligatorio que cumple el personal que habitualmente recorre los hogares para tomar los cálculos de los medidores dejó al descubierto las deficiencias que posee este mecanismo y plantea la necesidad de modernizar el control del consumo eléctrico.
De hecho, la falta de un sistema inteligente que compute el uso de energía llevó al Gobierno a tomar medidas para obligarlas a que realicen la estimación del gasto de usuarios residenciales.
Para ello, se utiliza el menor registro de consumo correspondiente al mismo período de estimación de los últimos tres años (2017, 2018 y 2019) hasta que se reestablezca la actividad de lectura.
Ocurre que los "lecturistas" deben cumplir con el aislamiento, al menos en el ámbito de alcance del servicio de ambas concesionarias del servicio eléctrico, ya que la situación no se replica con el resto de las distribuidoras que operan en otras regiones del país, habilitadas a llevar a cabo esa tarea y enviar las facturas con el costo exacto del consumo correspondiente al período en curso.
Por ese motivo, la fórmula "a ojo" tendrá vigencia hasta que se normalicen las tareas de medición, ahora limitadas. El objetivo, según el Ejecutivo, es "proteger los derechos de los usuarios y usuarias, brindando certeza ante los problemas de facturación generados por las empresas distribuidoras" durante la cuarentena.
Sin embargo, gran cantidad de facturas que llegaron a hogares y empresas ha causado preocupación por el formato de "consumo estimado" que las dos distribuidoras están tomando en cuenta.
Una situación que incuba un grave problema a futuro, si es que las mediciones actuales tengan que ser recalculadas cuando la situación se normalice y los lecturistas regresen a su labor habitual.
Para ese entonces habrá saldos a favor de los consumidores, pero también boletas con valores más altos que deberán abonar junto con las de los respectivos meses, acumulando elevados montos a favor de las compañías, debido a que la mayor permanencia de la gente en los hogares incrementa el uso de electricidad.
Este eventual problema causado por las restricciones sanitarias impuestas para combatir el avance del coronavirus sería una anécdota si el Gobierno hubiese mantenido el cronograma de recambio de todos los medidores que funcionan en el país por equipos inteligentes.
Los planes
Tanto Edenor como Edesur los venían instalando a modo de prueba en varias de sus zonas de concesión y para estudiar su masificación a partir de este año, imitando lo que ya existe en varios países europeos.
Los medidores inteligentes, entre otras cosas, permiten:
- Conocer en tiempo real el consumo
- Segmentar rangos horarios
- Generar ahorros cuando se usa la energía fuera de los periodos de mayor demanda (ya que tiene un costo por kilowatt más barato)
- Conocer los consumos de manera instantánea (tal como ocurre en Italia, donde el 100% de la red eléctrica utiliza estos equipos) De hecho, una tecnología similar fue importada a la Argentina por el Grupo Enel, con sede en ese país europeo y dueño de Edesur, que lleva instalados 15.000 de estos equipos.
Antes del estallido de la pandemia, la idea de la distribuidora era avanzar en el cambio total de su red local hacia ese formato en un plazo de tres años, que debería finalizar en el 2021.
Se trataba de un ambicioso proyecto de Edesur para que los tres millones de hogares que cubre la empresa posean estos equipos, que transmiten los datos de consumo a una central vinculada al sistema de facturación de la empresa y cuyo uso requiere conectividad en la zona donde se instalen y millonarias inversiones en infraestructura tecnológica.
Algo similar venía llevando a cabo Edenor, propiedad de Pampa Energía, con muchos menos dispositivos de este tipo colocados en su zona de concesión, pero con el mismo objetivo: modernizar el formato de monitoreo del consumo y de migrar hacia el uso de tecnología de punta.
Las distribuidoras pueden conocer el estado del servicio y los kilowatts consumidos de forma remota
Sin embargo, ambos planes quedaron congelados, no solamente por el daño económico que el combate sanitario contra el virus está causando, sino también por la inestabilidad y volatilidad financiera que ofrece la Argentina a las inversiones.
Cuando haya mayor estabilidad económica y reglas de juego claras, las compañías continuarán con sus planes de mejora y, con los medidores inteligentes cada usuario podrá:
- Controlar sus consumos desde el celular
- Supervisar sus gastos en tiempo real
Es que estos equipos están preparados para detectar en el momento fallas que pueda presentar la red, por lo que los plazos de reparación son mucho menores.
En otro orden, el hecho de que cada persona pueda leer su consumo en forma constante, contribuirá a que se eficientice el uso de la energía.
El anterior gobierno de Macri intentó impulsar este cambio y antes de abandonar la Casa Rosada aprobó el "Reglamento Técnico y Metrológico para Medidores de Energía Eléctrica", que contempla estos dispositivos y fijó la obligatoriedad de su instalación a partir de este año.
Se llegó a promulgar la resolución 247/2019 de la Secretaría de Comercio Interior, en la cual se destacó el impulso que el Estado le da a diferentes planes para lograr una matriz energética nacional sostenible, a partir de fuentes renovables, mejora de la eficiencia, correcta medición del consumo y equidad social.
Sus autores sostienen que el uso de medidores de electricidad inteligentes se vuelve indispensable, atento a que promoverán la eficiencia energética, la sostenibilidad y movilidad eléctrica.
Además, permitirán la aplicación de tarifas flexibles y personalizadas, "aportando grandes beneficios a usuarios, mejorando la calidad del servicio y generando datos en tiempo real que beneficiarán a la planificación, la operación y el mantenimiento de la red eléctrica".
Lo que viene
Hasta ahora, el país no ha avanzado en el desarrollo de esta categoría de electricidad más "smart", si bien las autoridades nacionales ahora evalúan retomar la iniciativa para que las distribuidoras de todo el país utilicen esta tecnología, una vez que vuelva a funcionar la economía.
La idea es no repetir los problemas generados durante la cuarentena y aprovechar este escenario para eficientizar el sistema energético.
"Hemos instalado 15.000 medidores inteligentes para un plan piloto de funcionamiento. La situación actual no permite avanzar ni encarar proyecciones a futuro", admiten a iProUP desde Edesur.
En Edenor también defienden el cambio de los actuales medidores analógicos pero, como sus pares de Edesur, entienden que no están dadas las condiciones para hacerlo "porque lleva tiempo y mucho dinero".
En el 2018, la compañía había iniciado su plan con 1.900 medidores inteligentes con tecnología AMI (Advanced Metering Infrastructured), que permitía conocer en tiempo real el consumo de sus clientes, continuar desarrollando una red eléctrica más eficiente y mejorar la calidad del servicio.
Los medidores inteligentes permiten consultar en tiempo real el consumo de electricidad
En ese momento, los beneficiados con este avance de medición, recolección y análisis del uso de la energía estaban ubicados en los partidos bonaerenses de General Rodríguez, José C. Paz, Merlo y San Miguel. En otros países, el avance de estos equipos ya es un hecho. Su uso en cada región se basa en una serie de factores definidos por la Comisión Europea de Ciencia y Conocimiento:
- Las características generales de cada país por tamaño, población y consumo energético
- El estado actual de la red, cantidad y cultura de las distribuidoras locales
- El marco legal vigente: que favorezca el desarrollo de estas tecnologías y apoye el financiamiento de proyectos
- Los mecanismos de financiamiento, planes y prioridades para el desarrollo de redes inteligentes a nivel nacional
- La cantidad de actores que participan en el mercado; existencia de una cadena de valor nacional
Al día de hoy, los países más desarrollados han realizado inversiones millonarias para la automatización de la distribución, la lectura remota de los medidores y la implantación de generadores basados en fuentes renovables.
Una conjunción de medidas basadas en el concepto de redes eléctricas inteligentes (REI), que en los últimos años ha dejado de ser una aspiración futurista a convertirse en una realidad basada en el desarrollo de una red eléctrica tradicional, pero combinada con tecnología, integración de sistemas de generación distribuida y microrredes.
El paso previo a toda esta red es la instalación de equipos en los cuales la información del gasto en tiempo real sirve para adecuar tarifas, políticas de consumo y gestión del flujo de energía.