Es el CEO de un unicornio argentino más twittero. Responde directamente algunas dudas y abre su mail para que cualquiera le escriba. También suele ir a programas de TV. También es uno de los principales abanderados de la revolución del sistema financiero local.
Si bien no fue el primero en crear una fintech en Argentina, ya que el ecosistema inició su camino un tiempo antes, pero fundó en poco tiempo un unicornio alrededor de algo que los bancos primero se burlaron y luego lo imitaron: las tarjetas prepagas. Así, en cinco años:
- Superó los 5 millones de usuarios
- 1,8 millones de personas invierten en sus fondos común
- Recibió más de u$s545 millones en inversiónes (entre ellos, George Soros, Softbank y Tencent)
- Tiene presencia en tres países (Argentina, México y Colombia)
- Adquirió varias empresas, como el ecommerce Empretienda y la firma de créditos Ceibo
- Creó su propia Alyc, Ualintec, que permite la compra de dólar MEP y CEDEAR
- Buscará tener 25 millones de usuarios en la región
- Inyectará u$s150 millones en los próximos 18 meses
Dentro de esa inversión se incluye la construcción de una nueva sede con diseño futurista frente al Hipódromo porteño, apenas unas cuadras alejadas de la antigua mueblería de Palermo Soho en la que funciona hoy la sede central.
Pierpaolo Barbieri mostró la nueva sede futurista de Ualá
El nuevo edifició costará u$s5 millones y estará emplazado en en el llamado Parque Gigena, que era el estacionamiento del Hipódromo. Ualá será inversor del proyecto que lleva adelante el grupo neerlandés OMA en ese predio.
Cómo fueron los inicios de Pierpaolo Barbieri, CEO de Ualá
Hijo de padres italianos, Pierpaolo nació el 17 de mayo de 1987 en el barrio porteño de Caballito. Lejos del mundo económico, de chico soñaba con ser director de cine. Antes de finalizar el colegio secundario decidió cambiar el rumbo y aplicó para una beca en la Universidad de Harvard. Su deseo era estudiar historia y convertirse en investigador. Recibió luz verde por parte de la prestigiosa casa de estudios y con 17 años se mudó a Cambridge, Massachusetts.
Mientras cursaba, escribía en el diario universitario. Luego replicaría esta labor periodística dando su opinión como historiador económico en diversos medios como The Wall Street Journal, New York Times y Financial Times. En Harvard también conocería al historiador escocés Niall Ferguson quien se transformaría en su mentor y socio en la consultora política y macroeconómica Greenmantle, en la cual Barbieri aún es director ejecutivo.
Una vez graduado, título magna cum laude mediante, realizó una maestría en historia económica mientras se desempeñaba como pasante en Goldman Sachs y analista, durante cuatro meses, en Soros Fund Management. También ocupó el cargo de analista político y económico en el fondo Bridgewater. Ya venía masticando la idea de desarrollar un proyecto para realizar su aporte a la inclusión financiera, pero un hecho puntual terminó de decidirlo.
"El día que lo pensé había visto a una señora en el microcentro porteño que me hizo acordar a mi abuela. Tenía que esperar en el frío más de media hora para que abriera el banco. En otros países esa no es una realidad", describió en una entrevista. Antes de darle forma necesitaba un músculo económico y lo consiguió en uno de sus antiguos ‘jefes’.
Cómo nació Ualá
"Si vos querés salir a competir con los grandes, no podés hacer un proyecto de u$s50.000. Lo que nosotros queríamos era tener un montón de gente alrededor de la mesa que nos pudiera ayudar de distintas maneras. Entonces, unos dan una mano en el lado financiero porque conocen bien el negocio y otros lo tecnológico", se explaya Barbieri.
George Soros –en lo que marcó su regreso a las inversiones en Argentina desde Adecoagro– y Kevin Ryan, fundador de Business Insider, fueron algunos de los que aportaron el capital semilla en 2017.
El emprendedor reveló: "Uno de nuestros inversores me dijo que con nosotros había roto dos reglas: que nunca iba a invertir en el país y que jamás invertiría en alguien que no fuera técnico porque no sé codear". Con un equipo de 20 personas Ualá se presentó en sociedad oficialmente el 4 de octubre de 2017.
El día del lanzamiento, señala, recibieron más de 1.500 solicitudes para darse de alta en la app, lo que Barbieri cataloga como el corazón de la empresa.
"La gente del mercado financiero argentino se reía de nosotros. Nos decían: ‘¿Por qué vas a hacer una tarjeta gratuita si la gente paga?’", afirma.
Y explica el modelo de negocios de la firma: "Normalmente los servicios financieros le cobraban todo al usuario porque había poca competencia. Nosotros bajamos los costos con la tecnología para poder ganar desde el lado del comercio".
Ualá recibe un porcentaje de la comisión por cada operación que se realiza con su tarjeta, además también obtiene un fee cada vez que el usuario paga un servicio a través de su aplicación o si recarga la tarjeta de transporte.
Para comenzar, el ejecutivo se planteó alcanzar los 100.000 plásticos emitidos para fines de 2018. "Si no la van a usar, no la pidan porque es un problema para nosotros", pidió en una charla en la que explicaba cómo funcionaba su empresa y su objetivo detrás de su creación.
No obstante, a poco más de cuatro meses de operación ya llevaban más de 65.000 tarjetas emitidas y alrededor de 200.000 descargas de su app. "Si Ualá tiene éxito, es por la calidad del capital humano que hay en Argentina. Tenemos una posición increíble para ser una meca de productos y servicios en la era del software", apunta.
Cómo fue el avance de Ualá
El crecimiento de la firma trajo aparejado un mayor volumen de financiamiento, desde inversores conocidos hasta nuevas caras que se sumaron al éxito de la fintech.
En febrero de 2018 consiguió u$s10 millones en una ronda liderada de nuevo por Soros y Ryan, a los que se acoplaron Point72, Greyhound Capital y Jefferies. Ocho meses más tarde obtuvo u$s34 millones aportados, entre otros, por Goldman Sachs, Ribbit Capital y la brasileña Monashees.
La nueva política del Banco Central, de permitir el crecimiento de la industria fintech dentro del sistema financiero, posibilitó que compañías del sector potenciaran su crecimiento.
El ecosistema se alimentó de esto y aumentó en cantidad de jugadores. Para su primer aniversario de operaciones, Ualá había alcanzado 400.000 tarjetas emitidas con un proceso de aprobación de tan solo 48 horas.
Ualá tiene más de 5 millones de usuarios en la región
Pero su verdadero año de despegue fue el 2019. En junio incorporó la unidad de préstamos con la posibilidad de solicitar hasta $100.000 y devolverlos en 6, 12, 18 y 24 cuotas.
Al poco tiempo alcanzó los $20 millones en créditos otorgados. Dos meses después anunció que el CVU ya estaba disponible en la app. Esto permite enviar y recibir transferencias por parte de instituciones bancarias y no bancarias. "Apostamos a un mercado más libre", aseguró Barbieri.
En 2021 lanzó la opción de poder invertir a través de la app en un fondo común de bajo riesgo del Grupo SBS. Según cuentan desde la compañía, superó las 1,8 millones de usuarios comitentes. A su vez, la firma sumó a su portfolio de productos una tarjeta Ualá con la que se encuentra rubricando alianzas con comercios para aplicar descuentos en compras.
Ese mismo año lanzó Ualá Bis, un sistema de cobros para competir contra Mercado Pago ofreciendo comisiones más bajas y acreditación instantánea a los comercios. En agosto, Barbieri anunció la serie D de la fintech por u$s350 millones, subiendo su valuación a u$s2.450 millones para adquirir la categoría de unicornio. En esta ocasión llegaría de la mano de dos pesos pesados de la industria tecnológica: SoftBank y Tencent.
Además, en 2022, el Banco Central le autorizó la compra de Wilobank, el primer banco digital de la Argentina y creado por Eduardo Eurnekian, con el que Ualá podría ofrecer servicios cruzados y aumentar su portafolio de prestaciones financieras.
Actualmente Ualá tiene 1.500 colaboradores de 17 nacionalidades. "Lo mejor está por venir", repite Barbieri, sin dar muchas más definiciones por "presiones" del departamento de Marketing. Una muletilla que suele repetir en su frecuente uso de Twitter.