Durante los años ochenta, la banca y compañías españolas de otros sectores apostaron por Latinoamérica como mercado para diversificar su negocio. La proximidad cultural, el precio al que se realizaron aquellas adquisiciones y el potencial de crecimiento en economías escasamente bancarizadas fueron factores para que las entidades financieras extendieran sus tentáculos por diversos países.
Además, el modelo basado en filiales permitió minimizar el riesgo de esas inversiones. "Ahora, la entrada o el crecimiento en esos mercados es más difícil, y la unión bancaria y la moneda única deberían constituir una oportunidad para la consolidación de grandes bancos europeos, y los bancos españoles formarán sin duda parte de ese proceso cuando se corrijan las circunstancias que actualmente lo dificultan", señala Francisco Uría, socio de entidades financieras de la consultora KPMG.
En este contexto, los grandes bancos han optado por centrarse en sus principales mercados y vender las filiales no estratégicas. En el Santander, el 37% de sus beneficios procedió de Sudamérica en el 2019. En concreto, Brasil aportó 2.939 millones, mientras que en España fueron 1.585 millones, y en Reino Unido, 1.077. Pero el banco que preside Ana Botín vendió a lo largo del año pasado su participación mayoritaria en el Banco de Venezuela al Gobierno de Hugo Chávez por unos 750 millones; también enajenó su filial en Puerto Rico, Santander Bancorp, por 1.000 millones a FirstBank y traspasó su filial colombiana al grupo chileno Corpbanca por 983 millones.
De igual forma, BBVA deshizo posiciones en Puerto Rico al vender su filial en el 2012 al grupo Oriental Financial Group por 459 millones. Un año después, colocó su filial en Panamá por 594 millones. En el 2017 vendió BBVA Chile a Scotiabank por 2.022 millones y el año pasado vendió BBVA Paraguay a GNB Paraguay por unos 240 millones. El banco que preside Carlos Torres está centrando su diversificación internacional en México, que aportó un 44,8% (2.699 millones) del negocio. España representa su segundo mercado (1.386 millones), un 23% del total. Y en tercera posición aparece América del Sur, con un 12% del total, lo que supuso sumar otros 721 millones. Ya por detrás aparecen otros mercados como Estados Unidos, que reporta un 9,8% (590 millones), y Turquía, cuyo resultado fue de 506 millones.
Bankia es otro de los bancos que tuvieron que deshacer posiciones, pero por su nacionalización. En el 2015 vendió City National Bank of Florida al chileno Banco de Crédito e Inversiones, con plusvalías de 17 millones. También colocó un par de filiales de Bankia Habitat en Miami y procedente de BMN vendió una compañía de renting en República Dominicana.
La estrategia del Banco Sabadell se centra en España, Reino Unido y México, mercado en el que empezó a operar de cero como banco comercial en el 2015. También compró entre el 2007 y el 2011 varios bancos en Miami (EE.UU.), que después vendió quedándose sólo con el negocio de banca privada. En el 2015, adquirió el banco británico TSB por 2.300 millones.
El caso de CaixaBank es diferente, puesto que no optó por abrir filiales, sino por sellar alianzas con bancos internacionales y abrir oficinas de representación. En el 2008, en México compró un 20% de Inbursa. Posteriormente vendió la mitad a inversores locales y en el 2015 traspasó el 9,01% a Criteria. En 1995, compró una participación minoritaria del banco portugués BPI. Poco a poco, fue incrementando su participación hasta lanzar una opa en el 2016 y alcanzó el 100% en el 2018. En total, ha invertido 972 millones para hacerse con su control.
Y el caso de Bankinter también es distinto, porque arrancó su expansión internacional en el 2016, con la compra de la red de banca minorista portuguesa de Barclays Bank.
Para Josep Piqué, presidente de la Fundación Iberoamericana Empresarial, "Latinoamérica aún debe seguir siendo esencial, pero Europa y Estados Unidos se están convirtiendo en mercados prioritarios al compartir valores, legalidad, seguridad jurídica y principios que hacen más predecible cualquier decisión de inversión". No obstante, asegura Piqué, "el centro de gravedad del planeta está ya en Asia, pero hay que ir con cautela porque su forma de entender los negocios es muy diferente y no se puede gestionar tan fácil como en Latinoamérica". A juicio de Uría (KPMG), "la presencia en mercados en los que la posición competitiva es débil, aunque la inversión pueda ser rentable, no tiene demasiado sentido". "La única excepción –añade– es EE.UU., donde aspiran a crecer".
Para Joaquín Maudos, profesor de la Universitat de València, "es lógico que primero se pusiera el foco en Latinoamérica, con elementos comunes con España, como el idioma. Al tener un nivel de desarrollo mucho menor se favorecían los márgenes bancarios y la rentabilidad. Pero con el paso de los años la diversificación se ha ampliado a nuevas zonas como Europa (Portugal, Reino Unido y Turquía) y Estados Unidos".
En opinión del profesor Guillermo Rocafort, de la Universidad Europea, "las economías de escala en Latinoamérica son muy complicadas, sufren distintas regulaciones, amén de la desestabilización sistémica que hay en algunos de ellos, como Argentina o Venezuela, donde se nacionalizó la filial del Santander". Todo ello ha provocado, apunta, "un proceso de desinversión que se ha unido a la necesidad de las entidades españolas de hacer caja para fortalecer sus balances financieros".
Santander y Sabadell apostaron por Reino Unido como forma de diversificar en Europa. Sin embargo, el Brexit ha provocado que la situación se tenga que redefinir en un mercado muy competitivo. El Banco de España advertía en su último informe sobre estabilidad financiera que tras la crisis, la banca de EE.UU. es más rentable que la europea. De ahí que se hable mucho de concentración en Europa, aunque los bancos españoles tienen la vista puesta al otro lado del Atlántico, esta vez en EE.UU, indicó La Vanguardia.