Hoteles con la persiana baja desde marzo que no tienen aún fecha de apertura, resorts con precios de liquidación en plena temporada alta y vuelos tan baratos sin truco alguno. Si el coronavirus ha golpeado con fuerza a un sector, exceptuando el del ocio nocturno, ha sido el del turismo.
"Los viajes ya no volverán a ser como conocemos", explicó el CEO de la Airbnb, Brian Chesky, en junio. Además, deslizaba un mensaje que hacía temer lo peor. "Tras 12 años haciendo negocios, hemos perdido todo en cuestión de cuatro a seis semanas", agregó.
En lugares como Madrid o Barcelona se veían historias de gente que en su día habían pegado un pelotazo con un "miniemporio" del alquiler vacacional y que de la noche a la mañana vieron como una nómina de 4.000 euros desapareció.
El diagnóstico lucía grave y muchos se atrevían a especular con un eventual sepelio de uno de los unicornios que más ha dado que hablar en los últimos años. Pero lo que parecía un dramático entierro puede acabar por convertirse en una "fiesta bursátil".
De 0 a todo
La compañía ha conseguido rehacerse en un tiempo récord contra todo pronóstico y ha reactivado sus planes para salir a bolsa, algo que podría ocurrir en diciembre según la documentación entregada a la SEC, la institución que vela por los mercados estadounidenses. Con este movimiento, según ha avanzado el 'Wall Street Journal', pretenden conseguir u$s 3.000 millones.
En caso de llegar a esa meta, la compañía pasaría a valer u$s 30.000 millones, quedando sustancialmente por encima de una empresa como Twitter, de u$s 22.000 millones.
Algo sustancialmente superior a la última valoración que Airbnb recibió en abril que ascendía hasta los u$S 18.000 millones. Pero, ¿de dónde salió esta cifra? Básicamente del plan de rescate que articularon en abril. Además del redimensionamiento laboral y presupuestario, llamaron a la puerta de varios de sus inversores, que les facilitaron una bocanada de oxígeno de u$s 2.000 millones.
Con esa partida conseguían cubrir la fuga de ingresos que estimaban para 2020. Los cálculos que manejaban en Airbnb era que estos cayesen aproximadamente hasta la mitad y que u$s 2.200 millones dejarían de entrar a su cuenta corriente en este curso, publicó el sitio El Confidencial.
El cálculo era lógico; las reservas, las ganancias se derrumbaban y los gastos no podían reducirse al mismo nivel.
El año no se presentaba sencillo incluso antes de la pandemia: venían de un 2019 en el que 4.800 millones de ingresos se destilaron en unas pérdidas de 674 millones. Los confinamientos y las restricciones no hicieron más que envalentonar los agoreros que veían complicado que debutasen en bolsa esta temporada.
Todas estas cifras se basan en filtraciones y analistas, ya que al ser una compañía privada no tiene la obligación de hacer públicas su cuenta de resultados.
Incluso, después de haber movilizado ese salvavidas, muchos no veían claro su continuidad, especialmente si se prolongaba la pandemia, las restricciones y la demanda no arreciaba con fuerza tras los confinamientos más duros.
El cálculo era lógico; las reservas, las ganancias se derrumbaban y los gastos no podían reducirse al mismo nivel. Incluso hay quien preconizó que si no aligeraban la estructura hasta adaptarla a la nueva situación podían quedarse sin liquidez en tres trimestres.
Medidas anticovid
Lo primero que tocaba era establecer un protocolo anticovid. Eso es algo que se ha visto en todo tipo de empresas, una vez estas intentan retomar la actividad tras lo más duro de los confinamientos.
Cabify, Uber, Iberia, EasyJet, Meliá, absolutamente todos movieron ficha para crear sus respectivas ceremonias sanitarias con un único fin: recuperar la confianza de los viajeros.
En el caso de Airbnb establecieron un protocolo anticovid y certificaban a los huéspedes que cumpliesen con estas normas, que no incluían nada excesivamente novedoso, más que procedimientos de limpieza, así como los productos correctos a utilizar. En algunos casos, algunos anfitriones optaban por dejar una ventana de 72 horas entre visita y visita.
Es cierto que las perspectivas de que medio mundo vuelva a estar cerrado casi a cal y canto como en los primeros meses del año no está sobre la mesa, pero las ganas de viajar están muy lejos, salvo honrosas excepciones, de los niveles prepandemia.
Según los datos de STR y AirDNA, desde el principio de la pandemia, el alquiler de pisos y alojamientos de este tipo han superado a las reservas de hotel en casi una treintena de países en todo el mundo.
¿Bares clandestinos?
En Londres, por ejemplo, el pasado verano se multiplicaron las denuncias contra gente que alquilaba apartamentos para celebrar fiestas, ante las evidentes restricciones del ocio en la capital inglesa. La situación pareció reproducirse en otros lugares del mundo, como EEUU o Canadá.
El 20 de agosto la compañía movió pieza y publicó un 'bando' en el que prohibía alquilar las propiedades con este fin, aunque era algo que ya impedían el 73% de los arrendadores, según sus cifras. Limitaba el número de personas a 16, ya que, apuntaban, que algunos clientes seguían buscando espacios para reuniones familiares o de trabajo.
El modelo de Airbnb se basa en cobra una comisión del 20%, según un informe de Analysis Group
En ciudades como Londres, ante la caída de viajeros, había quien alquilaba su casa para fiestas
Es casi imposible cuantificar cuánto supuso eso, aunque es previsible que fuesen unas pocas migajas con las que quitar el hambre en los momentos más complicados. Pero el alojamiento no es la única vía de ingresos.
El modelo de Airbnb se basa en cobra una comisión del 20%, según un informe de Analysis Group. Las cifras hablan de que en cinco meses las más de medio centenar de paquetes virtuales. Alguno de los responsables de las mismas han llegado a facturar 150.000 dólares mediante esta vía.
Este apaño le convirtió en un protagonista de reparto de otro de los grandes culebrones del verano: la asedio a las comisiones de la App Store. Al vender experiencias a través de su app, Apple interpretó que, según sus normas, la compañía debía pagar el polémico 30%.
Tras unas semanas de tiras y aflojas, este conflicto ha entrado en punto muerto después de que los de Cupertino hayan dado un periodo de gracias sobre este tributo a varias compañías, entre ellas Airbnb.