Latinoamérica fue durante mucho tiempo la salvación de Telefónica, incluso en los peores momentos de la crisis financiera, pero esa historia ya se acabó. "Nuestra estrategia es reducir la exposición, aunque no salir completamente de la región", explicó la directora general de Finanzas y Control y responsable de Telefónica Hispam, Laura Abasolo, el pasado 20 de febrero en la conferencia con los accionistas para presentarles los resultados del 2019.
Así fue como aclaró la razón de la decisión tomada por la primera teleco española de escindir sus negocios en los países de habla hispana en una compañía independiente, Telefónica Hispam, mientras dejaba en su matriz los países con los negocios de mayor valor añadido, los europeos (España, Reino Unido, Alemania) y Brasil.
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La historia de amor entre Telefónica y América Latina se remonta a los años ochenta del siglo pasado cuando el continente era virgen en el campo de la comunicación. Entonces, tener una línea de teléfono fija en casa era un lujo que sólo unos pocos podían permitirse. El promedio de penetración de líneas fijas era del 18%, frente a un intervalo de entre el 40% y el 80% en Europa. Ya en 1998, cuando Telefónica entra en Brasil, la lista de espera para conseguir una línea de teléfono era de entre tres y cinco años.
Así fue que al calor de las privatizaciones estatales y diversas operaciones estratégicas, Telefónica fue conquistando territorios como Chile, Argentina, Perú, Brasil, etc. La capacidad de crecer parecía infinita con la llegada de los celulares. Según expertos se disparó tanto la penetración móvil en Latinoamérica que hoy se encuentra por encima del promedio de regiones con un PIB per cápita similar. Este cambio sociológico alteró incluso la forma de hacer otros negocios, como en el caso de la banca, como el caso de BBVA y Banco Santander.
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Durante la crisis que arrancó en el 2008, la región fue la salvación para Telefónica. "Durante años fue el motor de la compañía. En el 2013, los ingresos procedentes de Latinoamérica superaron el 50%", explicó Alberto Espelosín, gestor de Abante Pangea en una nota de La Vanguardia.
La bonanza económica sustentada por el superciclo de las materias primas acabó abruptamente en el 2014. El recorte de ingresos procedentes de esas materias primas obligó a todos los gobiernos de la región a aplicar duros ajustes. La renta per cápita disminuyó un 4% en los cinco años posteriores. Crisis políticas, hiperinflación, empobrecimiento y tensiones sociales impactaron en los ingresos por cliente de Telefónica en todos los países de Latinoamérica, excepto Brasil.
A los problemas económicos se sumaron los legales y la incertidumbre regulatoria de la región de cara a la tecnología 5G. Demasiados frentes de inestabilidad que Álvarez-Pallete comenzó a recortar en el 2019 con la venta de activos en Centroamérica, y que continúa con la escisión de los negocios no rentables en Hispanoamérica, para los que busca la salida más rentable: venta, salida a bolsa, gestión compartida.
Eso sí, Telefónica descarta el abandono total, quiere estar en la mejor posición posible en la región. Como ha hecho en México vendiendo la red propia y operando en la de su competidor AT&T. Y es que nunca se sabe si la llegada del 5G podría permitirle recuperar el amor perdido.