Hasta el 19 de marzo, Romina Bustamante se levantaba cada mañana, y luego de ducharse y desayunar –mientras chequeaba las mochilas de sus hijas que se iban al colegio en transporte escolar–, partía de su casa a las 8.30 y se tomaba el subte D desde su departamento del barrio de Belgrano hacia el microcentro.
Cerca de las 18, rogaba que el subte estuviera un poco más vacío que a la mañana, juntaba sus cosas, saludaba a sus compañeros y caminaba las tres cuadras que separaban el edificio donde funciona la agencia de publicidad, donde trabaja, hasta la estación Obelisco. Allí, nuevamente tomaba la línea D, pero para llegar a su casa.
El 20 de marzo, esa rutina desapareció. Nada de eso volvió a repetirse. Y Romina, como el 56% de los argentinos, debió acomodarse a una nueva forma laboral que nunca había experimentado: el home office o teletrabajo.
Ahora, atiende el teléfono –y lo pone en altavoz– mientras le sirve el desayuno a sus dos hijas que tienen diferentes horarios de Zoom para continuar con sus clases virtuales. Enciende el lavarropas mientras manda mails para que no se olviden de enviarle el material que le prometieron sus colegas.
Así es hoy la vida de muchos argentinos, y todo parece indicar que continuará de este modo por un buen tiempo. Antes de que el COVID-19 apareciera y que el aislamiento social cambiara la dinámica cotidiana por completo, sólo el 44% de los empleados del país sabía lo que se sentía al practicar home office.
Para el resto, fue una novedad obligada que –en muchos casos– trajo beneficios y también desventajas. En tanto, para muchas empresas ha demostrado ser una buena alternativa, especialmente desde lo económico, por lo que continuarán con este formato durante lo que queda de 2020.
Teletrabajadores
Desde la filial argentina de Adecco admiten a iProUP que ese 44% que sí hacía teletrabajo, lo realizaba esporádicamente, por lo que la modalidad no estaba muy extendida en el país antes de la pandemia.
"Lo que estamos haciendo es un home office de emergencia, no un verdadero home office, porque no están todas las condiciones para asegurar que lo que ocurre por estos días sea como realmente se piensa el teletrabajo", explica a iProUP Sebastián Steizel, profesor de la Escuela de Negocios de la Universidad de San Andrés y experto en Trabajo a Distancia.
Se refiere, claro está, a que cuando se pensó en esta modalidad no se imaginó que fuera en el contexto de una pandemia, que obliga a los chicos a estar en casa y a los padres a realizar miles de tareas hogareñas a las que no están acostumbrados, porque normalmente cuentan con cierta ayuda.
Y agrega que, "de todas maneras, la experiencia sirve y cuando el aislamiento social comience a flexibilizarse, lo que veremos serán sistemas mixtos, en los que algunos días se trabajará de forma remota y otros se irá a la oficina".
En este punto coincide Wenceslao Lightowler, líder de Beneficios de Accenture, compañía con más de 10.000 empleados que ya había comenzado a poner en práctica esta modalidad antes de la pandemia.
"Ya teníamos dos días por semana en los que los empleados podían trabajar desde su casa, de modo que ya estábamos preparados para esto. Pero para muchas empresas fue una realidad forzada", apunta. Y añade: "Si bien aún no veo un futuro 100% virtual, lo más probable es que la gente vaya dos veces por semana a la oficina y trabaje los otros tres desde su casa".
Cuando Lightowler afirma que muchas firmas no estaban preparadas, se refiere a que aún no habían pensado ni remotamente en implementar el teletrabajo cuando las sorprendió el aislamiento social obligatorio. Y tuvieron que acomodarse como pudieron.
Según explica a iProUP Diego Pons, consultor en innovación y transformación de organizaciones, "las empresas que pasaron en poco tiempo a un esquema de home office ya estaban digitalizadas y la pandemia les dio el empujoncito que necesitaban para animarse".
Sin embargo, aclara que "muchas otras tuvieron que pasar rápidamente al modo virtual", pero que eso "está lejos de ser una verdadera estrategia digital".
"Podríamos decir que una estrategia de este tipo requiere de una digitalización, pero la digitalización no es solo home office", resume. Para implementarla, es preciso que haya invertido plata, tiempo y esfuerzo en generar un background, lo que Pons llama "el chasis de la compañía".
"No se trata sólo de que los empleados tengan una buena conexión y puedan combinarse los horarios para reuniones remotas. También hace falta servidor con buen acceso, archivos digitalizados, procesos aceitados y muchas prácticas más que hacen que el trabajo remoto sea totalmente distinto al realizado en un mismo espacio físico", detalla Pons.
¿Más relax o más estrés?
Según Adecco, el 60% de los teletrabajadores asegura que se desempeña de modo más relajado desde su casa. Además, muchos valoran el ahorro del tiempo de traslado al lugar de trabajo y eso les permite utilizarlo de otra manera. Sin embargo, el cuatro de cada diez personas le dedican más horas a su labor cuando realiza home office que cuando está en la oficina.
¿Cómo se explica esta contradicción? "Trabajar desde casa es mucho más difícil desde el punto de vista organizativo. Si bien uno puede hacer una videoconferencia en camisa pero con shorts o zapatillas, lo cierto es que hay que armarse la rutina para que las cuestiones domésticas no invadan el tiempo y espacio laboral". asegura Pons.
Poder manejar los horarios –dentro de lo posible–, elegir cuándo ejercitarse y cuándo almorzar, vestir ropa cómoda (o incluso quedarse en pijamas) es para muchos algo así como un sueño hecho realidad. Y al estar más relajados, muchos sienten que son más eficientes que cuando deben ajustarse a la rutina de vestirse elegantes, salir de casa y pasar el día en la oficina.
"Me doy cuenta de que soy mucho más productivo desde mi casa. Hablo con los clientes, cierro tratos y hago negocios sin tener que dedicarme a muchas reuniones que a veces tengo en la oficina y no resultan para nada provechosas", confiesa a iProUP un broker del mercado financiero que está muy a gusto con la modalidad home office.
El sondeo de Adecco revela que una vez terminada la cuarentena:
- La mayoría (56%) preferiría continuar con home office sólo algunos días a la semana
- Un 25% optaría por trabajar siempre desde su casa
- El 19% restante elegiría seguir yendo todos los días a la oficina
¿Menores costos?
El propio Alberto Fernández deslizó que habría "que preguntarse qué salario debería tener quien hace teletrabajo y el que hace trabajo presencial, porque el primero tiene menos gastos de transporte, de comida fuera de casa y demás".
Casi "sin querer queriendo", el Presidente introdujo uno de los temas más espinosos del home office: cuánto podrían ahorrarse las empresas y cuánto podrían perder los empleados en materia de ingresos concretos y tangibles.
"Si se instala como política, las organizaciones van a tener que invertir en capacitación y en ofrecer las condiciones óptimas. No es sólo una cuestión de que ahorren en gastos de transporte o les reduzcan el sueldo porque comerán en su casa. Es mucho más que eso", asegura Steizel.
Tanto él como Lightowler coinciden en señalar que por cada día que una empresa permite a sus empleados trabajar a distancia se ahorra 20% de gastos de alquiler y mantenimiento, ya que podrían usar oficinas más pequeñas y la modalidad de "escritorios rotativos".
Eso solo ya implicaría un buen incentivo para las firmas, pero deberían compensarlo con los costos derivados de tener empleados en sus casas, como incremento del servicio de luz e Internet y otras cuestiones vinculadas al mínimo confort garantizado.
"Cuando la cuarentena se flexibilice, cada firma manejará sus tiempos: elegirá cómo volver a su 'nueva normalidad' y de qué manera planificarlo", advierte Lightouler, quien añade: "Nada de lo que se implemente puede hacerse si no es en beneficio del empleado".
Sin dudas, de lo que se trata es de cómo se reorganizarán las compañías y cómo será para todos –dueños de empresas y trabajadores– una vuelta a cierta normalidad cuando la COVID-19 haya dejado de ser una amenaza.
Pero, como advierte Pons, "es importante que las empresas tengan un buen chasis". Sino, por más intentos que se hagan de digitalizar los procesos e implementar el teletrabajo, lo más probable es que vayan directo al fracaso.