Para una startup local, la crisis de la Argentina es mala noticia, pero a la vez la exportación de sus servicios les ofrece una cobertura con la que pocas empresas chicas y medianas cuentan hoy. Así lo asegura a Clarín Leandro Sabignoso, socio cofundador de Auravant, una AgTech que lleva recaudados 750.000 dólares en dos rondas de inversión, además de estar incubados en el centro de innovación madrileño de la Agencia Espacial Europea. Recientemente abrió una nueva ronda para seguir acelerando su crecimiento.
Auravant es un ejemplo de las empresas tecnológicas locales que a pesar de la crisis pudieron concretar rondas de capitalización y llevan adelante la expansión de su negocio fronteras afuera: si bien todos los casos relevados coinciden que la devaluación no es una ayuda, no es menos cierto que los clientes del exterior pagan en dólares y que el principal costo de una startup es el conocimiento.
Sabignoso dice que las devaluaciones abruptas les generan más problemas que soluciones. "En el cortísimo plazo, hay una baja de los costos en moneda dura que, a los pocos meses, vuelve al lugar donde estaba", debido a la inflación de costos. "Es un flagelo que afecta negativamente todos los aspectos: menos ventas, más rotación y menor horizonte temporal de planificación de los distintos eslabones de la cadena", aseveró.
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Para Andrés Augspach, que cofundó en julio de 2018 una plataforma para digitalizar toda la cadena de abastecimiento del agro a la que bautizó Circular, la crisis impacta en el mediano plazo. "Hoy no afecta nuestras ventas, de $ 7 millones en el año, porque son planes ya acordados con los clientes. El impacto se da en el retraso de la toma de decisiones de nuevos clientes", afirmó.
Con respecto a la devaluación Augspach aseguró que "es cierto que hay un beneficio marginal de la devaluación. Pero el cambio de variables y la inestabilidad que conlleva el proceso son peores que el posible beneficio puntual. Es mucho más importante crecer y tener un mercado que ahorrarse en determinado mes un porcentaje de los costos. La ecuación seguramente es distinta en empresas maduras, que tienen otro balance entre su estructura actual y su plan de crecimiento. Pero nuestra apuesta es crecer y, si un descuento en costos nos retrasa, no nos conviene".
Una clave parece ser que las oportunidades excedan a los problemas de coyuntura. Así al menos lo advierte Diego Bertezzolo, que cofundó en junio de 2017 Avancargo, una plataforma que une a dadores de carga de los segmentos de agro, contenedores y equipamiento con transportistas de mediana y larga distancia.
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Con un modelo de negocio basado en el cobro al transportista de una comisión del 5% de la tarifa del viaje, la plataforma reúne a más de 6.000 empresas de transporte y más de 500 dadores de carga. Y, en su caso también, desmiente que la devaluación los beneficie.
"Dificulta el análisis de costos y el cálculo de tarifas a todos los involucrados en el sistema. Es una realidad con la que convivimos, pero no es beneficiosa. Además, nos obliga a revisar costos muchas veces dolarizados o cuasidolarizados, como en el caso de los servidores, los servicios de IT del exterior o ciertos recursos, frente a una caída de los ingresos reales en dólares. A pesar de esto, creemos que existe aún muchísimo por crecer".
Lograr que un cliente adopte una nueva tecnología es arduo y más en tiempo de crisis, porque los potenciales clientes se muestran más reticentes a realizar inversiones, en simultáneo con la caída de sus márgenes. Así lo analiza Nicolás Reyes, socio cofundador de Digirodeo. Se trata de otra plataforma "agtech", creada en abril de 2017, para la digitalización de rodeos y la trazabilidad animal.
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Con un 90% de los costos propios en dólares, la clave de la sustentabilidad de la empresa pasa por las inversiones de capital que llevan levantadas, en concreto unos US$ 225.000 de inversores privados y el fondo The Yield Lab.
"Si bien facturamos US$ 70.000 este año, decidimos ajustar nuestro modelo de negocios hacia un esquema de servicios, denominado TAAS (por Traceability as a Service), con un costo de entrada a un precio considerablemente menor y que asocia nuestros ingresos sobre la base de cada aplicación que el usuario realiza", aseguró el emprendedor.
Sirena es una app cuya propuesta consiste en facilitar la comunicación comercial de las empresas con sus clientes por intermedio de WhatsApp. "Los negocios que la utilizan pagan suscripciones a partir de US$ 99 por mes. Son empresas que tienen un gran volumen de contacto con clientes finales, y reconocen a WhatsApp como uno de sus principales canales de comunicación para venta y posventa", explica Miguel Morkin, cofundador de la compañía, con sedes en Buenos Aires, San Pablo y Ciudad de México. Un año después de su lanzamiento, en 2017, la startup recibió inversiones institucionales de Mercado Libre, Dalus Capital y NXTP Labs por casi US$ 3 millones.
Morkin niega que la devaluación entrañe algún tipo de beneficio. "Esto no es así en la industria del software, con una altísima competitividad por el talento y barreras entre países casi inexistentes. El impacto de la devaluación en los salarios es muy veloz. De hecho, debemos hacer ajustes en nuestra estructura de costos de la Argentina por lo menos cada seis meses. Y el estrés que genera en los clientes hace que sea negativo", observó.