Las acciones de Uber se derrumbaron en Wall Street después del anuncio de pérdidas por 5.240 millones de dólares en el segundo trimestre de este año. Las pérdidas hicieron que los títulos de la firma pierdan el 12% de su valor luego del cierre de la bolsa neoyorquina.
Varios analistas habían previsto que la empresa iba a perder dinero, pero los pronósticos quedaron cortos. Para salir a la bolsa la empresa debió pagar compensaciones, que ascendieron a casi 4 mil millones de dólares, lo que se suman a los 1300 millones de dólares de pérdidas entre abril y junio, un 30% más que el trimestre anterior.
La pérdida por cada acción equivale a 4,72 dólares por papel, cifra mayor a la anticipado por la mayoría de los analistas financieros. Las acciones tuvieron un buen desempeño durante la semana, sin embargo los "after hours" fueron letales para Uber y las acciones se derrumbaron el 12% hasta llegar a 37,76 dólares por papel.
Uno positivos de las cuentas fue que, a pesar de las pérdidas, sigue ganando cuota de mercado a buen ritmo, ya que la plataforma (que además del transporte incluye servicios como Uber Eats, de entrega de comida), cuenta ya con 99 millones de usuarios mensuales activos, un 30 % más que hace un año.
La diversificación del negocio fue una de las salidas al problema que Uber encontró, con Uber Eats como caballo de batalla. Si bien todavía representa menos de un cuarto de los ingresos de la empresa, Uber Eats experimentó en la primera mitad del año un crecimiento del 80%, muy por encima del 6% de incremento en el negocio de transporte, mucho más asentado.
El principal problema de Uber parece ser que la firma no termina de encontrar un modelo de negocios rentable, lo que hace que sus pérdidas sean cada vez más grandes. De hecho antes de salir a la bolsa la compañía recibió diversos cuestionamientos de expertos que apuntaban a su imposibilidad de ganar dinero.
Cuando finalmente llegó a Bolsa, Uber tuvo un comienzo accidentado ya que el primer día de cotización sus acciones perdieron el 7,6% de su valor. El negocio de transporte de pasajeros es uno de los más caros del mundo y conlleva grandes inversiones para pagar los sueldos de los choferes.
Dara Khosrowshahi, Ceo de Uber, ya había echado a dos miembros del directorio y además dos fondos de inversión decidieron achicar sus posiciones. El año pasado Uber registró pérdidas de casi 3 mil millones de dólares y ya tiene graves dificultades en varias ciudades del mundo para operar, como ocurre en Buenos Aires donde la firma no puede operar con tarjetas locales y otras restricciones tecnológicas.
Se suman además varios cuestionamientos a las condiciones laborales y salariales desde los propios trabajadores de la plataforma, si bien las regulaciones son menores en EEUU y Canadá en Europa con respecto a lo que ocurre en casi toda Latinoamérica.
En Nueva York Uber debió cubrir el salario mínimo neoyorquino para los choferes, que es de 13 dólares por hora, lo cual complica el modelo de negocios de la empresa y opera como un obstáculo en el crecimiento.
Estas pérdidas dentro del nicho no son exclusivas de Uber, ya que Lyft, su principal competidor, también viene perdiendo dinero desde que comenzó a operar, algo que justifican a la manera tradicional de las empresas emergentes: el objetivo de estos primeros años es crecer y conseguir cuota de mercado que, en el futuro, se pueda traducir en ganancias.
Sin embargo, las dos empresas han mantenido una dura guerra de precios, que se hizo aún más aguda a principios de este año antes de que cada una llegue a Bolsa. Esto hizo que el hecho de que ambas firmas lleven operando ya en torno a una década (un tiempo más corto en el caso de Lyft), haga que los analistas duden de esta estrategia comercial.
Len Sherman, profesor adjunto de Columbia Business School, enseña un caso de estudio sobre Uber y ve un horizonte negro para la firma. Sherman considera que Uber es una empresa fundamentalmente condenada, sin un camino hacia las ganancias sostenibles. Si bien considera que profecía tardará un tiempo en resolverse, el destino es inevitable, afirmó. "No hay nada en sus 10 años de operación que sugiera que va a exhibir una tendencia positiva real", explicó Sherman. "Los dinosaurios tardan mucho en morir".