Nicolás Monzón tenía nueve años cuando su abuela le regaló un libro de matemáticas. Era bastante avanzado para su edad, pero esas páginas le abrieron un mundo nuevo: tardó tres años en entenderlo por completo, pero llegó a la secundaria con una fuerte ventaja. Y comenzar a trabajar en la industria del software.
Estudió mucho y consiguió una beca para estudiar en la UADE, donde comenzó su pasión emprendedora. Hoy, a sus 25 años, fue seleccionado como uno de los mejores 50 estudiantes de todo el mundo y dirige Magnetar, una desarrolladora de software que busca potenciar empresas argentinas que tengan soluciones para la sociedad.
¿Cómo nació su startup?
La startup, que nació como un proyecto en la universidad con compañeros que luego se convirtieron en socios, busca crear productos a medida para evitar que las compañías incurran en errores en el medio del proceso, cuando sus apps ya están creadas, y ahorrar así no sólo trabajo sino también enormes cantidades de dinero.
"Así como cuando uno compra y detecta que hay productos que son de mayor o menor calidad, cuando se trabaja en software se nota lo mismo. El problema es que algunos de esos rasgos defectuosos comienzan a revelarse cuando las aplicaciones comienzan a ser más grandes", asegura Monzón.
Y ejemplifica: "Suponé que creás una aplicación que de un día para el otro explota y empiezan a aparecer temas que antes no se veían. Por ejemplo, ¿la estructura se va a bancar esta nueva afluencia? ¿Es escalable? ¿Voy a poder agregar características nuevas mientras la gente ya la está usando? ¿Voy a poder solucionar un problema de seguridad en vivo? ¿Cómo hago si quiero agregar diferentes lenguajes?".
"En ese sentido, hay un montón de cuestiones que van surgiendo que si no se las planifican desde el día uno, incluirlas más tarde es un proceso gigante y muy costoso. La idea de las aplicaciones que nosotros creamos es que se puedan seguir manteniendo en el tiempo, que sean escalables, mantenibles y que tengan soporte".
Monzón explica que las aplicaciones pueden ser monolíticas o con microservicios. Esta última es la metodología que elige Magnetar.
¿Cómo resuelve los problemas de las empresas?
"La ventaja de hacer una app con microservicios desde el día uno tiene que ver con la complejidad. ¿Qué significa que cada uno tenga un microservicio?", plantea el emprendeor, quien desglosa:
- "Por un lado, que si la aplicación crece podés tener equipos dedicados solamente a una funcionalidad y eso hace todo mucho más fácil, porque los programadores no tienen que andar pensando en mil cosas sino que se enfocan en un área específica. Después habrá personas que se van a encargar de unir todas esas áreas relacionadas"
- "La otra ventaja es que si un microservicio deja de funcionar porque hay un error, en una aplicación monolítica todo se detiene, la app se cae y nadie puede usarla. En cambio, en un microservicio -por ejemplo una app para transferir dinero- se puede caer esa opción pero todo el resto sigue funcionando normalmente y, así, se puede trabajar sobre ese punto en específico".
"Imaginate que de lo contrario, si una aplicación te queda paralizada durante un fin de semana entero, se puede generar una pérdida tal vez millonaria, una pérdida de datos o incluso que el usuario deje de usar la aplicación y no vuelva", añade.
Monzón lleva el emprendedurismo en la sangre y asegura que buscó diferentes maneras de implementarlo desde que ingresó a la universidad, donde tuvo la suerte de toparse con personas que tenían la misma sed.
"Primero estuve más con cuestiones de electrónica y robótica, y luego me metí en el mundo del software. Y es que para eso lo primero que necesitás son equipos y tiempo, y uno puede empezar por su cuenta. De hecho así comenzamos: empezamos a programar y definir arquitecturas nosotros mismos, sin empleados. No contratamos empresas externas para ciertas funcionalidades sino que empezamos a hacerlas nosotros y, a pulmón, armamos todo", recuerda.
Cuando Magnetar comenzó a crecer y a trabajar con empresas cada vez más grandes llegaron los primeros empleados, lo que permitió que cada uno pudiera empezar a enfocarse en tareas aún más específicas.
Nicolás Monzón junto a sus socios de Magnetar
"Hoy, estamos en proceso de búsqueda de rondas de inversión y tenemos varios interesados en empezar a invertir en Magnetar para avanzar en una nueva escala y expandirnos como empresa. Utilizamos la metodología ágil de desarrollo llamada scrum, que lo que permite es organizar los equipos con una persona máster que dirige quién hace cada tarea", revela.
Monzón trabaja en escalar la compañía con la plena satisfacción de hacerlo en la el país. "Veo un montón de personas capaces a las que, a veces, solo les falta un poquito de orientación. pero yo creo que en Argentina en particular y en toda Latinoamérica en general hay un potencial enorme", concluye.