El ecosistema emprendedor goza, a nivel mundial, de un verdadero fenómeno de "plata dulce": el fondeo para startups supera año a año los récords históricos y el concepto de "unicornio" dejó de ser una quimera para pasar a ser algo mucho más alcanzable.
Después de todo, hoy en día una valuación de más de u$s1.000 millones no parece una meta inconseguible. En la Argentina, por caso, ya hay cinco empresas que superaron esa marca y todo indica que pronto se sumará la sexta, Ualá, cuyo valor de mercado ya asciende a u$s900 millones gracias a su última ronda de financiamiento de u$s150 millones.
Sin embargo, el crecimiento meteórico de la inversión y la actividad incesante de cada vez más fondos de inversión tiene como contrapartida la mira escéptica de muchos analistas, que ven con preocupación la conformación de una nueva burbuja en el ámbito tecnológico, está vez con perfil "4.0".
Al tope de las críticas está Softbank, el gigante japonés que en 2019 quedó en el ojo de la tormenta por el pobre desempeño mostrado por sus dos máximas apuestas: Uber y WeWork.
La primera (Uber), pese a ser la app de transporte más popular de mundo y haber concretado su salida a la bolsa este año, no logra disminuir el rojo en sus cuentas y hasta septiembre ya lleva perdidos más de u$s8.000 millones.
La segunda (WeWork) tuvo un camino mucho más accidentado: en solo dos meses pasó de ser la "niña mimada" de Wall Street, con una valuación estimada de u$s50.000 millones, a cancelar su salida a la bolsa, despedir a su fundador y CEO (previo pago de u$s2.000 millones) y poner el cartel de venta por apenas 10% de lo que supo valer.
Los problemas, además, se extendieron a otras joyas de Silicon Valley:
- Lyft, el gran competidor de Uber vio caer sus papeles un 30% desde su oferta pública inicial
- Beyond Meat, cuyas acciones llegaron a ubicarse en u$s235 en julio, hoy cotizan a u$s89
- Pinterest, entre subas y bajas, cotiza a tan solo 20% de su precio de salida en abril
Vale subrayar que se trata de un fenómeno mundial. Las startups hoy cuentan con muy buen acceso al cash, un combustible esencial para escalar en sus negocios. Sin embargo, ese crecimiento meteórico tiene su contrapartida.
En enero de este año, dos startups con fuerte presencia en América Latina anunciaron el fin de distintos negocios en la región ya que no eran altamente redituables dentro de su estrategia. Es que crecer tiene un costo: ese dinero que se inyecta implica acelerar el paso en busca de un break-even en el corto o mediano plazo.
Glovo, el gigante español de los envíos a domicilio, anunció el cierre de sus operaciones en Uruguay y otros cuatro países en pos de lograr un punto de equilibrio en sus cuentas. Los números en rojo son usuales en las compañías que escalan rápidamente, pero llegado cierto punto incomodan a sus inversionistas.
Lo mismo ocurrió con Lime, la firma de alquiler de monopatines más grande del mundo. Cerró sus operaciones en Buenos Aires y otras 12 grandes ciudad de Latinoamérica y el mundo ya que sus pérdidas millonarias se acumulan trimestre a trimestr. Así, decidió concentrarse en los mercados que mayor rédito le dan a su negocio.
Tasa cero y "dinero gratis"
Para José Bano, Gerente de Inversiones de InvertirOnline, existe un problema que excede a las startups de base tecnológica: "Venimos de muchos años de plata gratis, a tasa cero. Muchos negocios son rentables cuando no tenés costo en el dinero, pero cuando esto deja de ser así y sube el tipo de interés, empiezan las dudas".
"Por otro lado, existen serios interrogantes sobre el crecimiento de la economía global. Estados Unidos hoy se mantiene básicamente con el consumo, ya que la inversión y el comercio han bajado enormemente producto de la guerra comercial con China", completa.
Esta disponibilidad de dinero "en oferta" decantó en inversiones masivas que, vistas hoy, demuestran que resultaron exageradas y han llevado a "inflar" proyectos que muy lejos están aún de ser rentables.
Sobre la sobrevaloración de muchas de estas startups, indica: "Para valuar una empresa, se toma su flujo de fondos proyectado y se descuenta a una tasa. Al ser cero, el flujo futuro vale lo mismo ahora que dentro de 50 años. Pero si se aplica más tasa a un proyecto que tardará años en dar ganancias, te das cuenta que la situación cambia bastante".
Softbank fue el gran exponente de este fenómeno en 2019. De la mano de una billetera virtualmente ilimitada, invirtió en infinidad de proyectos y se convirtió en el principal referente de este periodo de "plata dulce" en el ámbito emprendedor. Sin embargo, los números en rojo de su rama venture no paran de crecer y amenazan con arrastrar al barro a toda la industria.
"El problema es que el tiro salió por la culata. Tras una fuerte inyección de capital (u$s45.000 millones) de Mohamed bin Salmán, príncipe heredero de Arabia Saudita, la firma nipona dispuso de una billetera casi ilimitada para invertir en firmas de alto riesgo. Hasta ahora, lejos está de lograr algún grado de éxito", afirma un importante analista de la City.
Por ahora, los cientos de fondos de inversión que inyectan cash alrededor del mundo parecen blindados, pero el panorama económico a nivel mundial se torna cada vez más impredecible. El flujo de cash sin costo no puede durar para siempre.
Bano destaca además que el panorama de virtual "tasa cero" genera, al mismo tiempo, un escenario más permeable a los cimbronazos: "Estuvimos medio año 2019 con tasa un poco alta y enseguida vimos casos como el de WeWork y Uber". En resumen: a mayor tipo de interés, mayor es la actitud conservadora de los inversionistas.
El problema no solo se da a la hora de fondear empresas con cifras astronómicas, que convierten al ecosistema startup en usina excesiva de unicornios con negocios más repletos de promesas que realidades. Muchas firmas ya establecidas aprovechan la "tasa cero" para incurrir en prácticas que, aunque legales, son discutidas desde lo ético.
Así lo explica Bano: "Sos el gerente general o presidente de una compañía que cotiza en bolsa. Normalmente, querés que la acción crezca, ya que te llevás un bonus relacionado al crecimiento en el valor de la compañía".
"Lo que podés hacer es salir a tomar deuda, pero es una deuda inocua porque es a tasa cero o negativa, por lo que no perjudicas el resultado de la empresa. Es deuda gratis, y con esa plata que te prestan recomprás acciones", añade.
"Como la misma compañía compra sus papeles, crece su patrimonio. Asimismo, al haber menos acciones disponibles en el mercado, el precio por acción sube", indica Bano. Y completa: "Si bien este rulo también puede realizarse con tasa positiva, se ata a la empresa a una deuda con interés, lo que reduce los incentivos para concretarla".
Hoy, revela el ejecutivo de InvertirOnline, la práctica es cotidiana en Wall Street. Sin embargo, aclara que no puede durar para siempre, ya que resulta "insostenible".
Gustavo Neffa, Socio y Director de Research for Traders, pone como ejemplo las pérdidas millonarias de Uber en su último balance trimestral, superiores a los u$s1.200 millones, y de u$s8.000 millones en lo que va de 2019.
No obstante, aclara que por ahora dispone de dinero para insertar cash en su negocio, producto de la baja tasa de interés y la alta emisión de muchos bancos centrales.
En su visión, "el problema ocurrirá cuando el panorama se dé vuelta y los bancos centrales ajusten un poco sus clavijas. Una suba de los tipos de interés y la inyección de menos dinero en la economía va a ser letal para empresas con mucha deuda y no rentables".
WeWork, cuya implosión fue el gran tema del año en el mundo startup, es uno de los grandes exponentes de un modelo "que sólo funciona si hay una muy fuerte inyección de cash, y en el que las cosas andan bien si la expansión es exitosa, algo que nadie puede asegurar de antemano".
Según Neffa, la firma fundada por Adam Neumann "cometió varios errores, como haber crecido demasiado rápido en base a deuda o con clientes cuyas tarifas están financiadas o bonificadas, sin ganar plata. Y todo eso se siente cuando tenés que pagar la fiesta de esa expansión".
Pelea clave y definitoria
El destino de toda una industria apalancada en la inyección intensiva de dinero parece dirimirse en la nueva Guerra Fría que mantiene Donald Trump, presidente de Estados Unidos, con Xi Jinping, su par de la República Popular China.
Trump apostó a un férreo proteccionismo que parece haber rendido frutos: el crecimiento del empleo tuvo en noviembre su mayor alza en diez meses. Además, se registraron ganancias salariales constantes, lo que sugiere que los consumidores continuarán impulsando la expansión económica, la más larga de su historia, a un undécimo año.
Mientras tanto, los tipos de interés están en una banda entre el 1.5% y el 1.75% desde fines de octubre, cuando se decidió el tercer recorte consecutivo de un cuarto de punto.
El presidente de la FED, Jerome Powell, anticipó que se mantendrán a este nivel mientras no se observe un "deterioro material" en la economía. Esto, por ahora, no está a la vista, al menos en el futuro inmediato.
El jefe de la autoridad monetaria considera que la estrategia actual es suficiente para sostener la expansión económica. Sin embargo, los riesgos para su economía persisten, ya que Trump debe decidir si extiende los aranceles a productos importados chinos por valor de u$s160.000 millones.
Una escalada en los enfrentamientos comerciales entre las dos máximas potencias del mundo no solo puede llevar a un enfriamiento de sus economías, sino que además generará un efecto dominó impredecible en la economía mundial.
Por ahora, el mandatario estadounidense resiste. Sin embargo, las elecciones presidenciales de 2020 pueden cambiar de lleno el mapa. Lo que sí es seguro es que, tarde o temprano, la "tasa cero" llegará a su fin y las empresas deberán estar preparadas.