En la Argentina existen casi 64 millones líneas de celulares, 45 millones de cajas de ahorro con tarjetas de débito asociadas y 35 millones de usuarios de Internet que pasan su mayor tiempo de navegación en dispositivos móviles.
Este ecosistema demuestra que están dadas las condiciones para que los pagos móviles ya sean una realidad y su implementación se masifique.
Hay un dato que está muy presente entre los referentes del sector: el número de personas que deja de lado la billetera para darle paso al smartphone viene creciendo fuertemente.
“Para que este proceso sea todo un éxito se necesita trabajar sobre dos ejes fundamentales”, explica Jorge Larravide, gerente Comercial de Red Link, empresa especialista en tecnología y medios de cobro.
“Por un lado, es necesario que haya una comunicación efectiva, que todas las personas y los comercios sepan que existen otros mecanismos que son mejores y más seguros que usar efectivo. Por el otro, se requiere que cambien los hábitos de las personas que están acostumbradas a usar solo dinero cash”, completa.
En el mercado hay diversas tecnologías para usar el celular para abonar productos o prestaciones. Nacidos en fintechs, bancos o empresas de cobro de servicios, cada método se adapta tanto a los clientes digitales como a aquellos no bancarizados.
Las que cobran mayor fuerza son las billeteras virtuales que –asociadas a una cuenta, tarjeta de crédito y hasta criptomonedas– permiten realizar diversas acciones desde el teléfono, como:
- Pagar un servicio o un bien de consumo.
- Transferir dinero a otras personas.
- Recargar crédito en diversos servicios de telefonía o de transporte (SUBE).
Entre estas wallets se destacan algunas como TodoPago, ValePEI, Ualá o las que usan cuentas virtuales como Mercado Pago, PIM o Rapipago.
El Pago Electrónico Inmediato (PEI) es una de las opciones más accesibles, ya que articula con otros usuarios el envío o la solicitud de dinero tal como si se utilizara un servicio de mensajería al estilo WhatsApp.
Asimismo, la modalidad de cuentas virtuales gana terreno entre aquellas personas que no están bancarizadas.
Tienen la particularidad que requieren mecanismos de “cash in”; es decir, hay que cargarle saldo a la billetera para luego usarlo para enviar efectivo o abonar productos y servicios. Para recuperar los fondos, hay que recurrir al “cash out” y así retirar el dinero.
“Las billeteras virtuales no compiten con las tarjetas, sino con el efectivo en cuanto a la capacidad de adopción”, sostiene Santiago Benvenuto, gerente de Nuevos Negocios de Prisma Medios de Pago, mostrando un escenario donde la informalidad comercial aún es moneda corriente en materia de cobros.
“Las wallets no sólo tienen que ser plataformas transaccionales: deben generar un impacto en el estilo de vida de la gente, por lo que deben responder a sus hábitos de consumo cotidianos. Eso es lo que va a generar una gran adopción de estas plataformas”.
En este punto, el usuario no es millennial en su mayoría, sino un individuo de entre 30 y 50 años, un segmento con mayor actividad económica.
El código que gana terreno
Por otro lado, en la Argentina va tomando fuerza el cobro en los comercios a través Quick Response Code o Código QR. Se trata de una operatoria simple de implementar sobre todo por los comercios.
Para su utilización, estos deben contar con un código impreso disponible para los compradores, quienes, al momento de abonar, deberán escanearlo con su teléfono y efectuar el débito de la cantidad de dinero que se necesite desde cualquiera de los medios de pago asociados a su billetera electrónica.
“Las operaciones con QR están creciendo aceleradamente, duplicándose su uso mes a mes desde los últimos tres meses”, especifica Benvenuto, desde su experiencia con TodoPago.
“Estamos poniéndonos al día y el celular se está metiendo en la vida de las personas, más que lo que lo hacen las tarjetas de crédito”, añade.
Este sistema es mucho más económico para los comercios en comparación con un posnet y las altas tasas de las comisiones de las tarjetas de crédito y débito que deben abonar mes a mes.
Mientras el sector comercial está "en pañales" en esta materia, cada vez son más los emprendedores, prestadores de servicios a domicilio y profesionales que optan por este mecanismo de cobro.
Días atrás, a través del Decreto 933/2018, se estableció que "los pagos que puedan realizarse a través de la utilización de códigos de respuesta rápida (QR) que utilicen el estándar establecido por la normativa del Banco Central" son equivalentes a usar la tarjeta de débito.
De esta manera, se dio el puntapié inicial hacia un camino de digitalización en el ámbito comercial.
Mercado Pago, la plataforma de cobros que nació de la mano de Mercado Libre y que hoy ya tiene vuelo propio, posee acuerdos con más de 200.000 comercios para la utilización de QR.
Se calcula que ya hay un millón de pagadores a través de este sistema. A ello se suman más de 2.500 servicios e impuestos disponibles para abonar. En estos casos, se escanea el código de barras de la boleta.
Ignacio Estivariz, director de Billetera Digital de Mercado Pago, ratifica que el número de transacciones digitales se quintuplican cada mes, mientras la tasa de adopción de QR tuvo un aumento de 100% en junio.
“Es una plataforma que busca democratizar el acceso al dinero, incorporando al ecosistema financiero a aquellos clientes no bancarizados de una manera sencilla y sin necesidad de tener una tarjeta o una caja de ahorro”, cuenta Estivariz.
Además, señala que el cliente no bancarizado requiere "tener una cuenta en la plataforma e ingresar dinero que le permita operar".
Los usos más comunes que se le dan a estos mecanismos transaccionales son, en primer término, la recarga de saldos, seguidas por las transacciones con QR y el envío de dinero.
“La Argentina tiene una tasa de adopción de la tecnología muy alta, aunque es más lenta que en Brasil pero más rápida que en México”, dicen desde Mercado Pago, que opera en toda la región.
Al toque
La otra tecnología usada para abonar es la contactless (sin contacto), presente en las operatorias más cotidianas. Las hay de dos tipos: la Near Field Communications (NFC) y Radio Frequency Identification (RFID).
La primera es la que utiliza la tarjeta SUBE y que necesita de un contacto directo con el punto de venta. Desde el momento inicial, esta modalidad estuvo pensada para los celulares.
Por sus características, no permite la transmisión de grandes cantidades de datos, sino que es para una comunicación instantánea entre un dispositivo y un receptor. Por ello, su uso más común es identificación y validación de equipos y personas.
Además, los smartphones de alta gama ya vienen con un chip NFC, por lo que se convierten fácilmente en herramientas de pago. De hecho, los sistemas Google Pay, Apple Pay y Alipay aprovechan esta tecnología. Aunque estas plataformas todavía no están habilitadas en la Argentina.
Por su parte, RFID se usa para abonar en los peajes, en los que se paga sólo por proximidad. Su sistema es simple, ya que identifica mediante un lector –sin contacto y a distancia– una tarjeta o etiqueta que puede llevar una persona, un vehículo en movimiento o un producto.
La banca se pone a tono
"Los clientes fueron migrando de ir a la sucursal a utilizar el home banking, sobre todo los más jóvenes. Aún más adelante van los millennials, para quienes el uso del sitio web es casi inaceptable", según explica Francisco Nelson, Director de Transformación Digital de Axxon Consulting.
“Ellos quieren usar una aplicación que le dé una solución a los pocos minutos, que sea fácil de usar y permita realizar todas las transacciones desde un sólo lugar: su celular. Por eso, los bancos deben necesariamente modernizarse e ir cambiando todos sus procesos con miras a ser atractivos para las nuevas generaciones”, subraya el directivo.
Según explican desde la consultora que ayuda a las empresas a innovar transformando sus procesos, el 20% del mercado de pagos a nivel global ya es de las fintech, aunque el sector de préstamos aún permanece en manos de la banca.
“Los bancos terminarán adaptándose a este nuevo mundo de pagos digitales y ofrecerán sus propias soluciones de procesamiento de cobros”, adelanta Gastón Cerf de la consultora Trial Panel.
“Pero también hay que hacer un trabajo educativo muy grande, pues aún existen personas que cuestionan y desconfían del simple uso de un home banking o están aquellos que al cobrar una jubilación o un salario retiran todos los fondos”, reconoce.
En este escenario, la banca está en camino de realizar transformaciones digitales en sus estructuras, procesos y productos, digitalizándolos en su mayoría.
Por otro lado, incursionan en ser ellos mismos sus propias fintechs y compiten entre sí, antes de que los amenacen nuevas empresas, o arman sus propios fondos de inversión e invierten en varios productos fintech.