Las aplicaciones para pedir comida representan una comodidad para aquellos consumidores habituales de delivery. Solamente con algunos clicks, el usuario encarga lo que desea comer y el pedido le llega a la puerta de su casa.
Sin embargo, estas aplicaciones también se vieron envueltas en más de una polémica, sobre todo alrededor del trabajo de sus repartidores que, ante la crisis y la falta de empleo en Argentina, son cada vez más.
Hasta ahora, estas apps abarcaban únicamente comidas y productos elaborados en restaurantes y entregados por repartidores de la aplicación a domicilio. Pero este año, se sumó una opción diferente al mercado: Pinny Chef le da la oportunidad a chefs amateurs y amantes de la cocina de vender la comida que preparan en sus casas sin necesidad de tener un restaurante o un local con atención al público.
"Es un marketplace de comida casera que conecta chefs independientes y aficionados a la cocina con aquellos que desean comer algo distinto", cuenta Martín Pérez, su creador.
Si bien la aplicación por ahora solo está disponible en la Ciudad de Buenos Aires y La Plata, Pinny ya cuenta con más de 15 mil usuarios, 3 mil chefs registrados entre las dos ciudades y más de 500 perfiles aprobados para comercializar la comida.
La startup tiene dos aplicaciones y, al menos por el momento, no piensan en unificarlas: Pinny Chef -para los cocineros- y Pinny -para los usuarios-. Eso sí, quienes decidan usar la aplicación para vender comida, tienen que cumplir con estrictos controles sanitarios.
"Todos deben cumplir con las normativas sanitarias correspondientes y bajarse la aplicación, crearse un perfil, cumplir con todos los requisitos que pedimos y cuando está todo listo, nosotros damos de alta la cuenta", comenta Pérez.
Los requisitos principales para ser un Pinny Chef son:
- Contar con la libreta sanitaria al día.
- Tener el certificado del curso de manipulación de alimentos.
- Cumplir con el artículo 152 del código alimentario: el chef debe informar a bromatología que va a preparar comida para la venta y permitirles el ingreso al domicilio para la correspondiente inspección.
El ejecutivo asegura que la idea de crear Pinny surgió de algo muy cotidiano como lo es preparar comida de más: "Estaba cocinando solo en mi casa y me di cuenta de que había hecho más porciones de las que podía llegar a comer en ese momento. Entonces, me puse a pensar en lo bueno que estaría poder ofrecer lo que estaba haciendo a los vecinos del barrio".
"Es una buena opción para aquellos que quieren probar opciones diferentes a las que se encuentran en los deliverys tradicionales de comida. Al haber chefs con distintas raíces y culturas, suele haber platos muy diferentes", agrega en relación a la oferta gastronómica.
El marketplace está creciendo de a poco y quiere establecerse en todo el país. "Para fin de año, tenemos planeado llegar a las ciudades más grandes del interior como Santa Fe, Córdoba y Mendoza para lograr asentarnos bien en Argentina. Después, estuvimos estudiando las legislaciones de otros países latinoamericanos para superar las fronteras el año que viene: Chile, Colombia y Uruguay permiten la actividad así que planeamos seguir por ahí", cierra el CEO.
¿Cómo se reparte la comida?
En nuestro país, los conflictos que giran alrededor de los repartidores de las aplicaciones de comida son muchos: la legislación del trabajo, los riesgos que representa, a quién responden, entre otros. Además existe esta eterna discusión entre si se trata de un trabajo autónomo y moderno o de una forma de precarización laboral.
En este sentido, Martín Pérez encontró una solución que corre a Pinny del foco de este conflicto: "Para aquellos chefs que no tienen forma de entregar sus platos, creamos una red de repartidores que los ayudan. Cada chef se encarga de contactar al repartidor, tenemos una base de datos y la relación es directa entre chef y repartidor. Arreglan entre ellos las tarifas, los horarios y nosotros no intervenimos. No es ese nuestro negocio".
Si bien, al principio, el tema de las entregas de comida representó un problema para lanzar la aplicación, rápidamente encontraron la solución.
"En abril sacamos una versión beta de Pinny donde la red de repartidores no estaba incluida y uno de los problemas que encontramos era que muchos chefs que querían participar, no tenían forma de hacerle llegar la comida a los comensales. Este fue uno de nuestros mayores desafíos", revela el emprendedor.
"Conocemos el conflicto que existe con el rubro de los deliverys, sobre todo de las aplicaciones y teníamos que buscar otra alternativa. Nosotros apoyamos mucho a los emprendedores, queremos que cada chef sea un emprendedor y de la misma manera lo planteamos con los repartidores: que ellos mismos puedan manejar su negocio, sus tarifas, sus rutas, sus horarios… nosotros no intervenimos, ellos entran en contacto con el chef y coordinan. Esa fue la mejor forma que encontramos para resolverlo y hoy tenemos más de 500 repartidores registrados", cierra el creador de la app.
Un mercado que crece
Según un sondeo nacional de la División Insights de Kantar, actualmente, en Capital y el Gran Buenos Aires, el 93% de las personas ya conocen las apps de delivery; que un 33% ya las usó alguna vez; y que un 19% se volvió cliente "habitual", es decir, algo más de la mitad de quienes la probaron.
En el interior del país el panorama es similar: el 84% de la gente dijo conocer las nuevas apps de delivery, el 23% ya hizo pedidos y un 15% adoptó la modalidad en su vida cotidiana. A nivel nacional, un 87% las conoce, un 27% hizo encargos y el 16% siguió.
Según el informe, "los usuarios senior presentan una mayor resistencia ya que van ellos mismos al local o resuelven el delivery con el comercio directamente".
El estudio, fue hecho a mil mayores de 18 años representativos de casi toda la población, marca que entre los usuarios habituales hay más mujeres (56% del total) que hombres (44%). Además, el 50% son menores de 34 años y sólo el 18%, mayores de 50 años.
El sondeo indagó a los que no usan las apps. El 49% dijo que no lo hace porque no suele pedir domicilio o porque prefiere encargar directamente en los locales (27%). Otro 11% declaró que no le gustan "las condiciones en las que trabajan los cadetes". Esto, por la polémica que genera que les pidan ser monotributistas, que deban comprar la caja y el vehículo, que a menudo circulen sin las medidas de seguridad debidas.
Esta cuestión también es mencionada como el segundo motivo por el cual algunos de los que probaron las apps no siguieron usándola: eso lo dijo un 16%. La primera razón de abandono fue que el servicio aún no cubre los lugares deseados (20%) y que carece de promos interesantes (16%) .