Es muy posible que el nombre de Marc Porat no te suene de nada: la suya una historia apasionante, una que pudo convertirle a él en el nuevo Steve Jobs y a su empresa, General Magic, en la nueva Apple. Tanto él como la empresa fracasaron en la práctica, pero quienes trabajaron allí se han convertido en verdaderos gigantes de la industria que están en puestos directivos de Apple, Twitter o Google y que también crearon empresas como eBay o Android.
Todo comenzó a principios de los '90. A Marc Porat, que por entonces trabajaba en Apple, se le ocurrió crear un dispositivo de comunicación y computación portátil, básicamente, un iPhone. En el proyecto estuvieron involucrados ingenieros legendarios como Andy Hertzfeld o Bill Atkinson.
Hertzfeld y Atkinson habían formado parte del equipo original del Apple Macintosh, pero aquella época dorada de Apple estaba en peligro tras las tensiones en la cúpula que habían hecho que Jobs abandonase Apple para fundar NeXT. Algunos de los miembros del equipo original que crearon el Apple Macintosh acabarían involucrados en General Magic.
Porat había sido contratado por Apple en el otoño de 1988 para trabajar en el Grupo de Tecnologías Avanzadas y habló con mucha gente en Apple para enfrentarse a su nueva responsabilidad, y llegó a una conclusión. "Con el tiempo decidió que la siguiente revolución tras el ordenador personal combinaba dos cosas. Una era la comunicación. Otra era que en lugar de estar en una mesa estaría en tu bolsillo", recordó Andy Hertzfeld en una entrevista.
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Aquello fue el germen de una idea Porat bautizó como el Personal Intelligent Communicator (aunque también lo llamaba 'Pocket Crystal'), que básicamente intentaba ser un iPhone adelantado a su tiempo. El entusiasmo contagió a Hertzfeld y Atkinson, que ya estaban desencantados con la dirección que había tomado Apple. Acabaron saliendo de la empresa para fundar General Magic junto a Porat, y aquello fue el principio de una historia alucinante.
Varios exempleados de Apple acabaron uniéndose a sus filas, y entre ellos estaban Joana Hoffman, que trabajó como responsable de marketing en General Magic, Megan Smith, o Steve Perlman -ex-Atari también-, que se había encargado del códec que se usó para Quicktime en Mac OS antes de fichar por General Magic a principios de los 90.
De repente General Magic se convirtió en esa misteriosa empresa en la que todos los grandes talentos querían trabajar. El equipo fue creciendo, y entre esos fichajes hay uno especialmente peculiar: un joven entusiasta de la tecnología llamado Tony Fadell.
Sin apenas experiencia profesional, Fadell se sintió intrigado por lo que logró averiguar de General Magic y su trabajo, y no paró de pedir trabajo allí hasta que se lo dieron. Entró como aprendiz, y pocos imaginaban que aquel inquieto muchacho acabaría convirtiéndose en el creador del iPod o del termostato Nest, además de co-creador del iPhone.
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Allí acabaron John Giannandrea, que venía de Silicon Graphics, o Amy Lindburg, que diseñaba chips para Apple y también salió de allí convencida de que lo que le ofrecían en General Magic era una oportunidad de hacer historia. Esta historia se puede ver en el documental "General Magic" que narra la fascinante historia de las empresas más prometedoras de la época en el ámbito tecnológico.
El dispositivo era impensable sin el apoyo de otras grandes, y de hecho AT&T -socio estratégico en el ámbito de las comunicaciones- acabó convirtiéndose en inversor junto a Sony, Motorola y la propia Apple. Los avances en aquel proyecto fueron sorprendentes, y algunos plantearon pequeñas revoluciones en ciertos nichos de mercado.
Uno de ellos fue el de lograr que el dispositivo no necesitara chips específicos para las funciones de módem, que se gestionaban vía software. Aquello dejó alucinados a los responsables de Mitsubishi Electric, que eran socios de General Magic en diversos chips y que vendían millones de dólares en chips con esa función cada año.
A pesar de los esfuerzos de la empresa el desarrollo se fue complicando. En 1992 ya tenían todas las ideas definidas, pero implementarlas estaba siendo mucho más complicado de lo que habían imaginado. Y entonces sucedió lo inimaginable. Como explicaba Hertzfeld "nuestro principal benefactor, nuestro padre, decidió matarnos". John Sculley, el CEO de Apple, acabó copiando muchos de los conceptos del proyecto de General Magic y fue así como nació y se presentó Apple Newton, una familia de PDAs que tuvo a su primer representante en el MessagePad de 1993.
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Aquel producto, menos ambicioso, demostró muy pronto que toda su tecnología estaba muy verde. El centro de la experiencia era el reconocimiento de la escritura, pero ni siquiera aquella tecnología era demasiado fiable. El que Sculley calificaría como el proyecto más importante de su vida acabó fracasando tras varias iteraciones no mucho mejores en prestaciones. Aún así el mazazo era claro para las aspiraciones de General Magic, cuyos fundadores veían como una traición ese lanzamiento de Apple.
Todo alrededor se complicaba en otros frentes: AT&T no tenía listo el servicio necesario para la infraestructura de comunicaciones, Sony tardaba en entregar su parte de los productos iniciales y General Magic tardaba porque quería un producto perfecto. Las navidades de 1994 pasaron y aún así no tenían el producto, pero poco después lograron por fin lanzar el Sony Magic Link, su primer dispositivo con la tecnología que habían prometido llevar el mercado desde principios desde los 90.
El producto no fue un gran éxito de ventas, pero la promesa que planteaba y todos los socios con los que contaba General Magic mantuvieron las expectativas. Aquel primer impulso pronto quedó en nada por ser un producto que no era precisamente de bolsillo, la autonomía de la batería era pobre y el precio del Magic Link rondaba los 1.000 dólares. Para comunicarse, además, necesitabas conectarlos a una línea telefónica, como si fuera un teléfono fijo.
El interés fue declinando, sobre todo porque por aquel entonces la fiebre de internet comenzaba a contagiar a usuarios y empresas, que veían que el concepto de General Magic precisamente no ofrecía esa capacidad que empezaban a ofrecer los PCs con navegadores como Mosaic. Los responsables de la empresa reconocieron el error y quisieron solucionarlo desarrollando un navegador básico, pero no tenían ingresos y los socios empezaron a abandonar el barco.
Aún así el equipo de ingenieros logró crear un prototipo de lo que podría haber sido la segunda generación del dispositivo. Aquello estaba mucho más cerca del concepto que acabó planteando el iPhone en 2007, pero aún quedaba una década para aquello y la tecnología con la que contaban los ingenieros de General Magic sencillamente no estaba preparada para lograr lo que ellos querían conseguir.
No tenían respaldo financiero y muchos de los empleados acabaron exhaustos tras aquel primer esfuerzo que llegó tarde y que ya era obsoleto sin ese respaldo a la revolución de internet. Para cuando quisieron adaptarse ya era demasiado tarde. Los empleados fueron abandonando aquella empresa gradualmente, y General Magic cambió de orientación tras el desarrollo del servicio Portico, un servicio de reconocimiento de voz para asistentes personales.
Aquello no terminó nunca de cerrar y la empresa anunció que cerraba sus puertas en septiembre de 2002. Era el final de General Magic, pero no de sus empleados, que se convirtieron en muchos casos en algunos de los empresarios más exitosos de la revolución que planteaban internet y la tecnología.