El conocimiento es la materia prima de la Cuarta Revolución Industrial. El darle inteligencia a los datos es una condición fundamental que alimenta el flujo de crecimiento y funcionamiento de esta nueva etapa de desarrollo, también sustentada en nuevas formas y tecnologías de comunicación, que unifican, por ejemplo, la 5G con toda la Internet de las Cosas.
Así pues, no es sólo una tecnología determinada la que impulsa esta revolución, es un ecosistema fuertemente integrado que requiere varias fuentes que, nuevamente, no funcionarían sin un buen sustente de interconectividad intensiva.
Lo esencial de la nueva revolución industrial es su condición de sistema de interconectividad, fundada en el procesamiento instantáneo de inmensas masas de información (Big Data) que se realiza a escala global y en tiempo presente.
La tecnología decisiva de este sistema virtual y absolutamente integrado es la "Inteligencia artificial", que multiplica su capacidad para colectar, utilizar y analizar montos crecientes de información acerca de cualquier actividad, lo que aumenta exponencialmente las oportunidades de negocios.
El Protocolo Global de Internet ("Global Internet Protocol"/IP), que fija el alza del flujo mundial de informaciones (Data), señala que ascendió a 100 Gigabytes por día en 1992 y ahora ha trepado a más de 45.000 GB por segundo; y esto no es nada más que el comienzo: el trafico global proyectado alcanzaría a 150.700 GB por segundo en 2022 – se multiplica por 3 en 2 años-, debido a que coincide el aumento del número de usuarios de Internet (3.800 millones entonces / +12% anual) con el pleno despliegue de la Internet de las Cosas (IoT), que a través de sensores colocados en cada uno de los objetos de las cadenas productivas la integra virtualmente; y de esa manera multiplica 10/15 veces su emisión de Data.
Es un salto exponencial el que experimenta la nueva revolución industrial en menos de 20 años. Es un cambio de naturaleza de la economía capitalista del siglo XXI; y sin embargo, esto es nada más que el comienzo, un tímido esbozo de lo que viene.
La producción que surge vía Cuarta Revolución Industrial es profundamente "desmaterializada", y requiere cada vez menos materias primas, energía, y fuerza de trabajo. Es un sistema cada vez más liviano, donde el insumo básico es profundamente intangible: el conocimiento.
La Big Data china, que crece 30% anual, tendría en 2022 una magnitud superior a la de EE.UU., Unión Europea, y el "Resto del mundo" sumados. La Big Data es el instrumento principal de expansión de la economía digital en la República Popular, que aumenta 12.2% por año, el doble que el PBI nominal (+6.2% anual en el primer semestre de 2019), y abarca 40% del PBI (u$s6.9oo millones en 2018).
Como la Cuarta Revolución Industrial es un sistema superintensivo de conectividad, y no una tecnología determinada destinada a profundizar el dominio de la naturaleza por el hombre, ha establecido con ella una relación distinta, en la que en vez de "explotarla" –destruirla- como hicieron las 3 anteriores, asume su lógica y se rige por las "leyes de la vida", con un criterio sustentable y circular, donde la vida transforma a la vida y la enriquece, contribuyendo al esfuerzo global de creación.
Esto hace que la materia creada por la nueva revolución industrial, que resulta de fusionar lo real con lo virtual, tenga una dimensión biológica inexcusable.
Es una materia viva e inteligente, capaz de volver a nacer, y no una masa amorfa y pasiva, que sólo responde a estímulos mecánicos y exógenos: la lógica del martillo. Esta es una novedad histórica absoluta de la Cuarta Revolución Industrial.
Lo que crea valor en el nuevo sistema es esta explosión de flujos de la información: y esto ocurre cuando esa gigantesca Data es interpretada y procesada, convertida en Inteligencia digital, para ser luego monetizada en uno de sus innumerables usos comerciales.
La consecuencia es que la capacidad de creación de valor de la nueva revolución industrial es cualitativamente superior a la de las tres anteriores; y se realiza a través de un número prácticamente infinito de oportunidades.
Hay que agregar que el sistema actúa al mismo tiempo como un poderoso instrumento de reestructuración (disrupción) de todas las actividades existentes, en un asombroso proceso de "destrucción creadora", el más excepcional y abarcante de la historia de la humanidad.
La "destrucción creadora" es el núcleo de la acumulación capitalista, que "destruye" (reestructura) en un proceso incesante todo lo preexistente, mientras que "crea" lo nuevo sistemáticamente a partir de lo actual.
EE.UU. y China tienen en sus manos prácticamente la totalidad de la nueva revolución industrial: disponen de 75% de la "nube" (cloud computing), 50% de la Internet de las Cosas (IoT), y más de 90% de la capitalización de mercado de las 70 principales plataformas digitales.
Esta es la realidad del mundo de hoy, y la realidad siempre tiene razón. Por eso, frente a las 2 superpotencias –EE.UU.y la República Popular- no hay terceros países.
Ahora EE.UU. y China, a través de sus mandatarios Donald Trump y Xi Jinping, se aprestan a cerrar un acuerdo fundamental entre las dos superpotencias que compiten y cooperan entre sí a través de un mecanismo de negociación permanente, en que se distribuyen el poder en el siglo XXI, sobre la premisa del reconocimiento de la supremacía norteamericana por la República Popular.
Esto es la Cuarta Revolución Industrial, en sus aspectos económicos, tecnológicos y políticos, la más disruptiva y revolucionaria de todas en la historia del capitalismo, indicó Clarín.