- ¿Qué se siente haberse convertido en uno de los nuevos niños mimados de la nueva economía?
- Por ahora mucho está en los papeles, así que te lo tendría que contestar en diez años
Casi 20 años después de aquella respuesta, Wenceslao Casares hoy se posiciona como uno de los emprendedores más prestigiosos de Silicon Valley y es considerado como uno de los principales gurúes del bitcoin. Pero aquel joven chubutense, que pisó fuerte en los negocios con su financiera online Patagon, lleva sobre sus espaldas derrotas categóricas.
El oriundo de Esquel no fue profeta en su tierra: desarrolló gran parte de su carrera en EE. UU. y en varias ocasiones renegó de volver a invertir en su país, si bien en los últimos años volvió a acercarse al ecosistema nacional. Tras el fracaso de Patagon, que lo dejó estresado y con varios juicios laborales, pensó en dejar el mundo de los negocios, pero su espíritu de emprendedores serial pudo más.
Su familia se dedicaba a la cría de ganado y, a diferencia de los conocidos grandes empresarios del universo techie que supieron crecer previo a los albores del nuevo milenio, los Casares no eran una familia adinerada. La idea de ‘Wences’ era mudarse a Buenos Aires para estudiar Administración de Empresas en la Universidad de San Andrés. Para lograrlo, aplicó para obtener una beca completa.
Sin embargo, cuando su padre recibió los resultados, se enteró que solo había conseguido media beca y le avisó a la universidad que su hijo rendiría de nuevo ya que no podía costear la carrera sin financiamiento. Incluso les pidió que, en caso de que volviera a obtener la media beca, le mintieran y le dijeran que no había quedado.
"Vi a mi familia perder todo su dinero tres veces cuando estaba en la Argentina. La primera fue por la hiperinflación; la segunda, por una devaluación masiva; y la última porque el Gobierno confiscó los depósitos bancarios", afirmó. Hoy, es el 28º argentino más rico, según Forbes, con una fortuna de u$s660 millones, por encima del propio Lionel Messi.
Casares aprobó, consiguió la ayuda y abandonó la Patagonia. Al mismo tiempo había comenzado con su primer emprendimiento, aunque este no tenía fines comerciales sino más bien prácticos.
Junto a sus hermanas, María y Azul, fundaron Internet Argentina SA, para brindar servicios de Internet y así poder tener ellos mismos conexión. Mientras estudiaba, trabajaba abriendo la puerta del Hotel Hyatt (ahora conocido como Four Seasons) y también realizó pasantías en Consultatio, de Eduardo Costantini, y en el Banco Central.
Pero lo que más lo entusiasmaba era leer, especialmente revistas extranjeras. Devoraba páginas y páginas de publicaciones que hablaban sobre emprendedurismo, tecnología y finanzas.
Su compañero de facultad, Constancio Larguía, compartía sus mismos intereses y así fue como se hicieron muy cercanos. Poco a poco cranearon su primer y único gran proyecto.
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Patagon, de la ilusión a la debacle
"Nos dieron un cheque en blanco y no supimos aprovecharlo. Hoy puedo decir que, en dos años, tiramos a la basura u$s270 millones y no logramos absolutamente nada de lo que les prometimos", afirmó Casares tras la gran debacle. Y agregó: "Éramos un grupo de pibes sin experiencia en este negocio y nos quisimos llevar el mundo por delante".
En 1998, con u$s10.000 en el bolsillo, una carrera universitaria sin terminar y tan solo 24 años, Casares y Larguía abrieron Patagon, un sitio web con información sobre mercados, inversiones, columnas de expertos y foros de discusión.
Luego de tocar varias puertas, consiguieron interesar al empresario húngaro Zsolt Agardy, quien invirtió u$s1 millón con el que compraron una sociedad de Bolsa. De esta manera, iniciaron el verdadero negocio al que apuntaban en un principio: convertirse en el primer bróker financiero online de la región.
A los pocos meses ya tenían más de 10.000 clientes y su red movía alrededor de u$s20 millones. A la compra y venta de acciones pasaron a incluirle fondos de inversión. Su proyecto entusiasmaba a inversores y consiguieron dos grandes inyecciones de capital: u$s8 millones en agosto de 1999 y u$s53 millones en diciembre de ese mismo año.
Con ese monto, incorporaron la posibilidad de que sus clientes pudieran realizar cualquier transacción financiera, desde pagar la tarjeta de crédito hasta comprar productos online.
Para ese momento, Patagon valía más de u$s120 millones, pero todavía faltaba el gran salto: en marzo del 2000, Banco Santander Central Hispano (BSCH), hoy conocido como Santander, adquirió el 75% de la compañía por una suma exorbitante, que desorientó a todos: u$s585 millones.
El banco español, en aquel momento dirigido por Emilio Botín, padre de su actual presidente, Ana Botín, fusionó a la compañía de Casares y Larguía con Open Bank, su subsidiaria enfocada en el canal online.
Patagon se expandió en América latina con sucursales en San Pablo, Santiago, México y Caracas. Y también en España, Alemania y los Estados Unidos, particularmente en Miami, donde el emprendedor chubutense plantó bandera. En algunos de esos mercados incluso inició los trámites para conseguir la autorización para operar como una entidad bancaria.
Casares confiaba en su producto e incluso criticaba sin tapujos a la competencia. "Competir con Unoe (el proyecto de banco online de BBVA) es un objetivo muy mediocre. ¿Viste la página de internet que tienen? Lo que están haciendo es un buen ‘power point’, solo eso", afirmó en marzo del 2000 desde su oficina en South Beach.
Al mismo tiempo, apostaba por diversas startups, como el sitio de juegos online Tutanka o la plataforma para viajes de último momento YaOnline, a través de su fondo de inversión Penguin.
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Caída y nuevos rumbos
La crisis económica sumada al estallido de la burbuja de las puntocom conformó un cocktail que dejó en terapia intensiva a Patagon. Primero tuvo que reducir su operación en territorio estadounidense; luego puso a la venta su casa de Bolsa online en Miami.
En 2001, la compañía llegó a perder u$s61 millones. Si bien el Grupo Santander era el dueño del capital accionario de la empresa, Casares, encargado de las operaciones, no pudo ver las red flags que le indicaron que todo estaba por desmoronarse.
En abril de 2002, el banco español acordó desprenderse de Patagon America, unidad que le cedería al emprendedor. Y decidió quedarse solo con el negocio en España y Alemania, además de la marca.
Casares decidió vender la subsidiaria en Argentina, pero una denuncia por presuntas ‘irregularidades’ por parte de su ex director de operaciones, Andrés Valentini, complicó su situación, sumado a una larga lista de juicios laborales que iniciaron los empleados.
"Se les dieron muchas stock options que después no les reconocieron", apuntaron. Patagon Europa pudo reportar beneficios tras un gran ajuste. No obstante, la marca desapareció en julio de 2005, luego de que Santander decidiera revivir Open Bank.
Tras la caída de su empresa, Casares quería volver intentar pero lejos de Argentina. "Es un país muy ingrato. Al que hace plata se lo mira de reojo y se lo trata como sospechoso que debe demostrar todo el tiempo que hizo las cosas por derecha", apuntó. Años más tarde dijo: "No se puede hacer negocios en Argentina sin pagar coimas, es imposible". Su siguiente iniciativa fue una empresa de videojuegos Wanaka Games, que desarrolló en Chile junto con Santiago Bilinkis. Al poco tiempo también regresó al negocio financiero al fundar Lemon Bank, en Brasil, con una inversión inicial de u$s25millones.
Su objetivo era apuntar a los sectores más humildes e integrarlos al sistema bancario mediante el reparto de tarjetas de débito y microcréditos. En medio emprendió un viaje, que duró casi tres años con algunas interrupciones, alrededor del mundo junto a su esposa.
Se enfermó, nació su primer hijo, enfrentó tormentas de horas y huyó de piratas en una travesía que inició para liberarse del estrés de los negocios. En 2007 se mudó a San Francisco y le vendió Wanaka Games a Vivendi, y dos años más tarde le cedió gran parte del negocio de Lemon al Banco do Brasil. A la vez fundó Bling Nation, plataforma de pagos que rápidamente logró capitalizar con un desembolso inversor de u$s8 millones, pero a la que no logró hacer despegar. Pudo quedarse con u$s 12 millones que utilizó para crear Lemon Wallet, tras un brainstorming en la Argentina.
La app funcionaba como una billetera virtual donde podían guardarse recibos, información de tarjetas de crédito y débito y una bitácora de gastos. En 2013, la firma especializada en seguridad contra el robo de identidades LifeLock compró su startup por u$s42,3 millones.
En ese entonces, Casares ya estaba con la mente puesta en bitcoin, el proyecto que asumió como su legado.
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La estrella de la economía del futuro
"Estoy orgulloso de lo hecho y me doy cuenta de que a la gente le importa porque me contacta y quiere saber más. Lo que noto cuando hablo con alguien de Argentina es que se quedaron pensando en Patagon, es como que te sigan hablando de una novia de los 27 que, por más buena que esté, te aburre en un punto", manifestó tiempo atrás.
En el país comenzó a financiar desde emprendimientos en su etapa inicial hasta algunos con más desarrollo, como fue el caso de Quasar Ventures, la fábrica de empresas creada por Andy Freire y su ex socio, Bilinkis.
Su incursión al universo bitcoin se daría de manera orgánica. En pleno cepo cambiario, el emprendedor buscaba la manera de enviarle dinero a un amigo en Argentina y este le propuso utilizar la criptomoneda creada por el misterioso Satoshi Nakamoto en 2009.
Al principio se mostró escéptico, ya que su amigo no era un geek tecnológico ni avezado inversor, pero tras charlar con personas que conocían del tema, terminó convenciéndose.
No solo esto, sino que se transformó en un verdadero gurú del tema, evangelizando a todo el que encontrara en eventos y conferencias. "Con Bill Gates tuve muchas charlas, yo le regalé sus primeros bitcoins. Es distinto cuando empezás a experimentar, a jugar", aseguró. Lo mismo sucedió con Reid Hoffman, cofundador de LinkedIn.
Para Casares, la revolución bitcoin impactará más fuerte que la irrupción de Internet, especialmente en los países subdesarrollados.
"Si vas a África, Asia o América latina y te sentás con una persona pobre y le preguntás: ‘¿Qué preferís? ¿Tener acceso a información sin costo o un lugar seguro para almacenar tu fruta y recibir y hacer tus pagos?’ Si carece de ambos, va a elegir el segundo porque es más relevante", graficó.
Como buen emprendedor, rápidamente le encontró la veta de negocios y en 2014 fundó Xapo, firma que opera como billetera virtual de bitcoins y que también cuenta con bóvedas de almacenamiento en frío, junto al argentino Federico Murrone. Algo así como un "banco suizo de criptomonedas".
La compañía recibió u$s 40 millones para invertir en las medidas de seguridad necesarias para que sea lo suficientemente atractiva para los usuarios de a pie y también para que las aseguradoras confíen y paguen en caso de sufrir un hackeo.
Detrás estaba el fantasma de Mt. Gox, firma japonesa que llegó a ser la más importante en el rubro de intercambio de criptomonedas pero quebró en 2014. Sin embargo, Xapo potenció su negocio, lanzó su propia tarjeta de débito y para 2018 alcanzó los u$s10.000 millones en activos manejados.
En agosto pasado, Coinbase compró su negocio de custodia institucional por u$s55 millones, por lo que la firma se centraría en su unidad de consumo. Desde entonces, Casares decidió que su único objetivo iba a ser lograr que bitcoin prospere aunque demore décadas.
"A mi simplemente me encantaría que cuando sea viejo y mis nietos me pregunten qué hice en mi vida profesional, yo pueda decirles: ‘Fui parte de un grupo que hizo que el bitcoin triunfe y gracias a eso hay 4.000 millones de personas que están mejor que antes’", dijo. El tiempo dirá si pudo lograr tal cometido. Por lo pronto nadie, al recordarlo, se olvidará de sus éxitos, de sus fracasos y de los millones de dólares que supo conquistar.