El ecosistema que combina hardware (dispositivos físicos), software y sistemas de conexión a internet, sigue creciendo a pasos agigantados, interconectando diferentes dispositivos, servicios y sistemas, para automatizar funciones.
No sólo se da a nivel gubernamental o empresarial, sino que ya hay sobrados ejemplos, que se multiplican, sobre su uso en los hogares, para las acciones más cotidianas.
De Ushuaia a La Quiaca, hay más de 5.500 lavarropas que José M. Alladio e Hijos fabricó en Córdoba con una placa electrónica y un módulo wifi que los conecta a internet.
Un software procesa los datos que generan media docena de sensores internos, por ejemplo, el agua consumida, los programas utilizados, la hora del día en que lavan o si gastan más energía de lo normal.
¿Qué hace con estos datos? Una vez procesados, el sistema envía en forma automática, mediante una aplicación que sus usuarios descargan en el celular, advertencias que incrustaciones de sarro podrían estar forzando el trabajo de la resistencia y recomendaciones para eliminarlas.
Pero además, genera entre 10 y 15 gráficos con datos para que Alladio mejore las próximas generaciones de lavarropas.
Esto, que parece una rareza en Argentina, se llama internet de las cosas (IoT, según sus siglas en inglés), la tecnología que le da soporte a la economía que viene.
"Cuando se lanzó en 2015, el objetivo no era la masividad, sino posicionar la marca Drean en un segmento casi sin competencia. IoT cambia el paradigma del negocio; en lugar de vender el lavarropas, con internet se podría cobrar por usarlo", dice Federico Insausti, del departamento de I+D de Alladio, a cargo del proyecto Conectividad.
Otros casos
Al igual que los lavarropas, cualquier aparato puede ser conectado a internet. Se requieren sensores conectados a la web (utilizan wifi), una red que soporte el flujo de datos y un software que los procese y que tome decisiones.
Alladio trabajó con dos tecnológicas cordobesas: Linetec y Geminus-Qhom. Ambas producen un kit para una firma de Estados Unidos que automatiza sistemas de aromatización de grandes superficies.
También proveen a la industria del salmón en Chile un software que procesa los datos de los sensores que miden la alimentación y la calidad del agua, para mejorar automáticamente las condiciones de cría de los peces.
"La clave es transformar los datos en información para la toma de decisiones en forma automática. Esto se está trasladando a rubros tan diversos como la minería, el agro o a la medición de los ríos", señala Ricardo Ruival, presidente de Geminus-Qhom.
En Córdoba, son pocos los casos. Uno de ellos arrancó a mediados del año pasado en Ciudad Empresaria, el parque corporativo que quiere convertirse en la primera zona smart city (ciudad inteligente) de Capital.
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Con una inversión prevista originalmente en un millón de dólares, coloca dispositivos comunicados entre sí que, mediante un sistema de control, regulan la iluminación artificial y la climatización. Ahora prepara un esquema inteligente que administre el estacionamiento. Además, con paneles solares, alimenta cargadores para autos eléctricos (una de sus empresas, Volt Motors, desarrolla este tipo de unidades).
"El sistema va tomando los patrones de consumo y detecta anomalías. Ahora avisa a las personas, pero muy pronto el sistema, por sí mismo, podrá optimizar el funcionamiento del predio. Comparado con el ahorro energético a futuro, cualquier inversión es menor", explica Fabio Grigorjev, CEO de AdaptIO.
Esta firma cordobesa pondrá en modo piloto un kit en un cliente de Texas, Estados Unidos, que distribuye gas propano en tanques. El dispositivo está conectado a internet y mide el consumo del gas, cruza datos con reportes climáticos y establece predicciones, con lo cual el distribuidor puede optimizar entre dos y tres viajes por año.
Innova SV, el fondo de inversión de riesgo de Ciudad Empresaria, fue el primer inversor de AdaptIO.
Innova Lab, el laboratorio del mismo parque, apoya a RUF, que hace cinco años arrancó con domótica y ahora automatiza industrias de los rubros eléctrico, medicina y alimentos como partner (socio) de Kuka, uno de los líderes en robótica industrial.
Además, exporta a Irlanda sistemas para automatizar el control del consumo energético. "Las empresas necesitan automatizar para mejorar procesos. Si los datos pasaran a un software en lugar de una persona, automatizarían decisiones. Pero para eso, hace falta mucha pedagogía", indica Jéssica Nieto, COO (gerente operativa) de RUF.
Mientras exportan, las tecnológicas "educan" en el país
Las tecnológicas cordobesas entendieron la importancia de internet de las cosas (IoT, por sus siglas en inglés). Ahora, resta que lo comprendan los usuarios locales, esto es, empresas y gobiernos.
Es por esta razón que la mayoría de las compañías se dedica a explicar su importancia en Argentina y a exportar sus productos a países donde es más común su uso.
"Chile está dos décadas adelantado. Cuando un cliente trasandino llama para pedir, por ejemplo, un caudalímetro que mida algún producto, lo que busca es el menor costo posible. En el país, en cambio, hay que hacer mucha docencia para que entiendan todo lo que esta tecnología puede aportar", asegura Fernando Gouane, encargado de la comisión IoT de la Cámara de Industrias Informáticas, Electrónica y Comunicación del Centro de Argentina (Ciiecca).
Su empresa, Hexactitud, desarrolla dispositivos IoT para medir elementos en movimiento y vende principalmente a Chile y a Estados Unidos. En el país, choca con el contexto recesivo.
"Cuando uno lleva estas tecnologías, se encuentra con presupuestos que, dependiendo el rubro, lo conciben como costo y no como inversión. Además, el empresario está incendiado por el sindicato, el dólar, la tasa de interés; tiene la cabeza a kilómetros de distancia", resalta.
Para el especialista, el avance del concepto de industria 4.0, que es aplicar IoT para digitalizar el proceso industrial, marcará un quiebre en esta realidad.
"Además, higiene y seguridad en las empresas, equipos de salud y los sistemas eléctricos, con el nuevo régimen de energía distribuida, son todos rubros en lo que IoT empezará a meterse. Ahora se está en el inicio de la curva de crecimiento", resalta Gouane.
Lo mismo advierte Jéssica Nieto, COO (gerenta operativa) de RUF, una tecnológica dedicada a automatizar industrias.
"El problema es que muchas empresas tuvieron malas experiencias. Pusieron robots donde no hacían falta y automatizaron sin lograr ningún resultado. Todos los empresarios quieren bajar costos y buscar eficiencia, pero necesitan capacitación", señala.
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Los riesgos
Para Ricardo Ruival, que además de ser titular de Geminus-Qhom es el presidente de la Ciiecca, el desconocimiento hace que Argentina sea "un campo gigantesco de oportunidades". El problema es que el sector privado corre el riesgo de quedar a la cola de la carrera tecnológica.
"En Estados Unidos, IoT es moneda corriente. En Chile, Brasil y Perú hacen inversiones enormes en estas tecnologías. Argentina, en cambio, puede quedar fuera del mercado por los problemas de la macroeconomía", resalta.
Un ejemplo es que, en el marco de la actual crisis, el Estado nacional dejó de ofrecer los aportes no reembolsables (ANR) que financiaban investigación y desarrollo (I+D), es decir, el trabajo en nuevas tecnologías para que las empresas puedan mejorar sus procesos o crecer.
Mucho más desconocimiento hay en el sector público. "Con sólo poner un dispositivo de inteligencia a la fotocélula de la iluminación pública, se podría avanzar en el concepto smart city (ciudad inteligente), pero esto va a tardar todavía más", previene Gouane.
Qué es IoT: Nuevos sistemas
Combina hardware, software y conexión por internet.
Tecnologías: el ecosistema combina hardware (dispositivos físicos), software y sistemas de conexión a internet.
Qué hace. Toma los datos que generan los sensores de cualquier dispositivo físico. Se trata de cualquier tipo de datos que sea factible de medirse: temperatura, movimiento, cantidad, etcétera. Cómo los lleva a la web. A través de una conexión (wifi o bluetooth) y de una red con suficiente ancho de banda para grandes volúmenes de datos. En la nube, un servidor virtual los procesa y genera información para el usuario.
Cómo procesa los datos: parte de estadísticas anteriores que fijan patrones. El software compara los datos de estos dispositivos en tiempo real. A través de algoritmos predictivos, machine learning (tecnología que ayuda a los sistemas a aprender de su propia actividad) e inteligencia artificial, emite informes y toma decisiones sin la participación humana.
El próximo paso: el mundo desarrolla nuevas redes con altísima capacidad de manejo de datos como Iota, una red descentralizada que permitirá a las computadoras comprar y vender entre ellas sin intervención de las personas. Iota Fundation colabora con Volkswagen en el desarrollo de autos autónomos, para que puedan pagar en estaciones de carga y estacionamientos sin participación humana, indicó La Voz.