No es necesario contar con pruebas contundentes, ni siquiera volver a caminar la escena donde sucedió. Tampoco resulta imperioso interrogar a los testigos, aunque sean millones los que pueden asegurar quien lo llevó a cabo. A cualquiera que se le pregunta quién fue el culpable detrás del fin de los videoclubes, seguramente sólo responderá una cosa: Netflix. Y Reed Hastings aparece como la figura detrás del gigante que transformó la industria del entretenimiento, creando su propio lenguaje y cultura. Un matemático que apeló al análisis de datos para entender al público.Nacido en Boston, estudió matemáticas en el Bowdoin College. Sin embargo, antes de matricularse, prolongó durante un año su trabajo de verano, que consistía en la venta de aspiradoras a domicilio. Tras graduarse con honores en la primavera de 1983, emprendió vuelo hacia Suazilandia, donde se dedicó a enseñar matemáticas en un colegio durante dos años con las Fuerzas de Paz, una agencia federal independiente de Estados Unidos que envía voluntarios a 70 países del mundo y fue fundada por John Kennedy.
Fue durante esa estadía cuando comprendió la verdadera penetración que tenía la TV en la sociedad: "Mientras estaba viajando por África, vi cuánta gente amaba la televisión. Podías estar en medio de la nada, que una televisión era la posesión más preciada".
La experiencia, reveló, lo enriqueció enormemente. Pero la rutina era demasiado lenta para lo que estaba acostumbrado. Se sentía estancado. Desde África envió su solicitud de acceso a Stanford, la meca universitaria para aquellos que quieren triunfar en el competitivo mercado de la innovación (en sus pasillos nació Silicon Valley). Allí cursó una maestría enfocada en Inteligencia Artificial, algo que luego marcaría el rumbo de sus futuros proyectos.
Su camino como emprendedor comenzó al poco tiempo y con éxito, ya que su primera empresa, Pure Software, remontó vuelo rápidamente. Hastings admite que la cultura corporativa de Netflix está influenciada por los errores cometidos en su primer proyecto.
A los cuatro años, la startup debutó en la Bolsa y luego fue adquirida por Rational Software por u$s750 millones. Durante ese lapso conoció a Marc Randolph, que se desempeñaba como responsable del área de marketing de la firma. Con aquellos millones, Hastings decidió volver a empezar de cero, esta vez junto con él.
La importancia del storytelling
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La historia sobre el origen de Netflix tiene muchas aristas y versiones que mezclan algo de fantasía y realidad. No hay nada que venda más que una buena anécdota que grafique la solución que el emprendimiento ofrece.
Hastings sostuvo en numerosas ocasiones que la ‘manzana de Newton’ fueron los u$s40 que le cobraron por devolver tarde Apollo 13 en un videoclub.Sin embargo, Randolph lo desmiente: "La historia es genial pero es un atajo para contar el problema que logramos resolver. Solo estábamos seguros que queríamos hacer algo que involucrara e-commerce, que tuviera una pata logística y abarcara una categoría grande, como lo era el alquiler de videos".
Luego de una prueba enviando por correo un CD para probar que fuera lo suficientemente resistente, Hastings y Randolph le dieron rienda suelta a su proyecto. En 1997, Netflix nace como sitio online en el que las personas podían alquilar o comprar DVDs de películas por una tarifa fija.
Si bien la idea de incorporar las suscripciones como modelo de negocios siempre estuvo en el tapete, recién se oficializó en 1999. Un año más tarde, apeló a su
A pocos de haber iniciado su andar, Netflix estuvo a punto de ser adquirida por Amazon. En aquel momento, la mayor parte de los ingresos provenía de las ventas y no de los alquileres, y esto preocupaba a los fundadores porque no veían futuro en ese sector. Jeff Bezos les ofreció u$s14 millones, pero esa cifra no convenció a Hastings.
Durante el viaje de regreso debatieron cómo potenciar el negocio y, sin hablarlo, se dieron cuenta que no estaban listos para vender. "Acordamos que Reed rechazaría la oferta con amabilidad porque en el futuro íbamos a estar mejor teniendo a Amazon como amigo y no como enemigo", reconoce Randolph.Dentro de la empresa el clima era cambiante. Randolph comenzó siendo el CEO, mientras que Hastings era el máximo accionista, con el 70%. En 2002, el primero decidió dejar su puesto ejecutivo para buscar otros desafíos pese a que la compañía ya ostentaba más de 1 millón de clientes.
Rivales, no enemigos
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Si bien la historia situó a Blockbuster como el principal rival (y victima) de Netflix, lo cierto es que no fue el primero al que se enfrentó. Un lustro después de haber nacido la firma, Walmart anunció el lanzamiento de su servicio de suscripción para alquilar DVDs.
La primera reacción del mercado fue un desplome de las acciones de la empresa, que había realizado su IPO ese mismo año. No obstante, Hastings se seguía confiado: "Sabemos que no van a estar igual de enfocados que nosotros". En 2005, la cadena de supermercados cambió su negocio y pasó de alquiler a venta. "Esa vez no celebramos pero si logramos derrotar a Blockbuster, entonces sí vamos a festejar", apuntaba el CEO ese año. Antes de vencerlo, fue preparando el camino para el negocio que realmente creía que iba a cambiar la industria: el streaming. A medida que los costos del correo subían, la penetración de Internet se incrementaba, la conexión de banda ancha mejoraba y reducía su valor, Netflix fue invirtiendo entre 1% y 2% de sus ingresos en este segmento.
"No pasamos ni un minuto tratando de salvar a los DVDs", exclamaba Ted Sarandos, cabeza del área de contenidos. Así, en 2007 fue lanzado el servicio y a partir de ese entonces todos los años se iban anunciando alianzas con las principales plataformas de TV, móviles y videojuegos para popularizar la plataforma.
De acuerdo con su balance anual de 2018, la compañía cuenta con casi 140 millones de suscriptores a nivel global, con un crecimiento de 29 millones respecto del año anterior. A pesar del protagonismo que captó el streaming, Netflix posee cerca de 3 millones de membresías a su servicio de DVDS.
Como dato de color, vale recordar los dichos de quien era el director ejecutivo de Blockbuster, John Antioco: consideraba que los clientes iban a preferir las tiendas de alquiler de videos antes de hacerlo a través de internet. Por eso, desistió de comprar una participación importante en Netlix.
Esa lectura equivocada de la realidad ayudó a que la plataforma le arrebatara adeptos y perdiera su posición de confort en el segmento. Uno de los últimos manotazos de ahogado fue lanzar un servicio online llamado ‘Acceso total’, que no tuvo el éxito esperado. Tras cambios de CEO y estrategias fallidas, Blockbuster se declaró en quiebra en 2010. El streaming devino en la producción propia de contenidos, que se inició en 2013 con la reconocida House of Cards. Llegaron más series, además de productos licenciados, luego las películas – Beasts of No Nation fue la primera en 2015 – y pronto Netflix evolucionó hasta ser uno de los principales jugadores de la industria del entretenimiento.
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A pesar de que su liderazgo en el mercado del streaming de video se ve amenazado por el avance de gigantes como Amazon y Disney, la empresa no se inmuta, al menos en público. Puertas adentro, cultiva una identidad de trabajo que es la envidia de gran parte del ecosistema de Silicon Valley.
Hastings afirma que trata de crear la cultura en su compañía de que los empleados son los que hacen la diferencia. "La libertad es sólo una parte, la otra es la responsabilidad", menciona.
"Le empresa ha creado una identidad de alto rendimiento, y el desempeño adecuado consigue un paquete generoso de beneficios", subraya como mantra. Prueba de ello son sus vacaciones ilimitadas: Hastings le recomienda a los jóvenes CEOs que memoricen las primeras 86 páginas del libro Beyond Entrepreneurship escrito por James Collins.
"Hay que luchar en contra de la idea de que, a medida que las compañías se hacen más grandes la cultura empeora", asegura. "En Netflix estamos mucho mejor porque tenemos más cerebros pensando en el problema. Si tienes 1,000 personas realmente reflexivas pensando cómo mejorar, podrás progresar más que si tienes sólo 100".
Si bien se presenta en público confiado y apasionado en su propio producto, evita ser arrogante: suele repetir que es el primer sorprendido con el éxito del negocio, que ya representa el 40% del tráfico de datos en horario de máxima audiencia en Estados Unidos.
Con una fortuna de u$s3.100 millones según el ranking de Forbes, Hastings anunció la creación de un fondo de u$s100 millones para cambiar la manera en que los niños aprenden, a través de la creación de escuelas en las que la tecnología esté plenamente integrada a las aulas.
Hastings tiene una regla que se impone a sí mismo: alejarse del trabajo al menos seis semanas al año. Sin embargo, señala que no tiene un pasatiempo destacable para ocupar ese tipo libre.
Sí se declara amante de los animales y su casa en Santa Cruz está repleta de criaturas, incluidas dos pequeñas cabras de Nigeria. En cuanto a Netflix, admite que lo utiliza "cuando tiene algo de tiempo". Ironías del hombre más poderoso del "show business".