Las nuevas tendencias digitales están dejando de lado al profesional tal como se lo conoce y se empiezan a abrir las puertas a las nuevas profesiones y estilos de vida. Un buen momento para analizar los diferentes contextos en los cuales se empiezan a explorar y desarrollar las características de los recursos humanos.
Tres cambios puntuales son los que potencian las habilidades para los trabajos futuros: los tecnológicos, los conceptuales y los de habilidades en sí mismas.
En este marco, en los últimos diez años se fueron impulsando diferentes cuestiones, entre ellas, las movilidades en el aprendizaje, los profesionales que se mueven de un país a otro, los desarrollos y desarrolladores de software y los directores de innovación, como los más destacados.
En relación a los cambios tecnológicos, el surgimiento de nuevos profesionales que deberán estar más familiarizados con las novedades tecnológicas en cada rubro, es una de las condiciones donde los empleadores hacen hincapié.
Especialidades como inteligencia artificial, computación cuántica, redes 5G, chatbots, machine learning, bockchain, entre otros. En el contexto global actual, la comunicación por medios digitales ha sido una contribución muy importante para estar conectados con personas que se encuentran en otra región, país o continente de manera inmediata.
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Manejar estas herramientas hoy se vuelve un requisito indispensable ya que quienes trabajan en recursos humanos filtran a los profesionales por estas habilidades: cuantas más competencias digitales se reúnan en un portfolio, más demandado será el o la profesional.
Los cambios conceptuales refieren a la ruptura de los esquemas jerárquicos de las empresas tradicionales y el trabajo de forma colaborativa por medio de metodologías ágiles de trabajo individual y en equipo.
Algunos programas hacen que estas metodologías sean posibles, por ejemplo: Scrum, Pair Programming, Kanban, XP. Actualmente es difícil que existan trabajos con cargos vitalicios: no solo el cambio de compañía o institución es frecuente, sino también son transformables los cargos en sí, los roles y los nombres de cada puesto de trabajo.
Entendiendo que se vinculará a las personas a proyectos concretos, se requiere, por sobre todo, movilidad y capacidad de adaptación. En este sentido, si hablamos de las habilidades, se destacan las nuevas competencias transversales que cobrarán incluso mucha fuerza en el futuro, y serán imprescindibles para el éxito de cualquier profesional.
Dentro de estas habilidades, una que suele ser muy valorada es la toma de decisiones como poder de influencia en el ámbito corporativo, una característica que es clave para un potencial líder o un puesto que requiera asumir posiciones de liderazgo, ya sea con o sin gestión de otras personas.
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El manejo de la ansiedad es otra habilidad que ayuda muchísimo al momento de afrontar situaciones que requieren de respuestas decisivas que no pueden desacertar. La ansiedad en ocasiones puede llevar al profesional a ir por caminos incorrectos solo por la necesidad de resolver, cuando la situación requiere de otro tratamiento o intervención más dedicada.
El papel de las instituciones educativas, entonces, es estar alerta a estas trasformaciones. Los contenidos y las experiencias durante el aprendizaje ya no pueden ser iguales a los de un aula tradicional.
En este marco, el rol fundamental de la educación formal del siglo XXI es desarrollar las habilidades para que los mismos jóvenes puedan aprender a interpretar y a gestionar los materiales a los que se accede: sacar sus propias conclusiones de las coyunturas y adaptarse al mercado laboral del área que les interese.
Este deberá ser el objetivo principal de los docentes y educadores al momento de planificar y desarrollar contenidos dentro de las escuelas.
*Sebastián Riquelme es Jefe de Recursos Humanos de Colegium