"Lo sentimos, el producto que está buscando no se encuentra disponible". Con algunas variaciones, en general ese es el mensaje que, durante algunos días, se visualizó en muchas páginas de cadenas de retail de Argentina cuando un usuario intentaba conseguir un artículo del rubro electrónico.

Para ponerlo en perspectiva, en uno de los principales comercios del país hoy es posible conseguir únicamente 29 modelos de teléfonos celulares. En plataformas de ecommerce de Chile, como la de Falabella, hay listados casi 200 dispositivos.

Sin embargo, en aquellos artículos en los que sí hubo stock, la demanda estuvo asegurada y, en muchos casos, se vendieron como pan caliente tras el domingo de las PASO.

Esto mismo sucedió en épocas de Cristina Kirchner y se repite ahora: cuando se dispara el dólar y comienzan a subir los precios, si existe la opción de pagar en cuotas sin interés, gran cantidad de personas recurren a sus tarjetas de crédito para adquirir bienes durables y así "licuar" los pagos a futuro, por efecto de la inflación y subas salariales.

Del otro lado del mostrador, tal situación se presenta riesgosa para los comercios. El principal problema que enfrentan se vincula al descalce que se les puede generar si ofrecen pagos a varios meses (absorbiendo parte de ese costo) y luego deben reponer productos que llegan ajustadas a un nuevo valor de dólar.

Esto, sin mencionar que hubo marcas –sobre todo de línea blanca– que directamente no entregaron mercadería durante varios días y optaron por sentarse sobre el inventario hasta que aclare el panorama cambiario.

"Algo que estuvimos observando es que muchos retailers retiraron de la venta artículos exhibidos en sus canales online. En algunos casos, incluyeron la leyenda 'sin stock' y en otros, la publicación directamente estaba pausada", explica Eduardo Echevarría, project manager de la consultora especializada GfK.

"Poco a poco se está normalizando la oferta, pero lo que vemos es que los nuevos precios de los productos ya reflejan el impacto de la devaluación", indica. Por cierto, ese impacto es considerable.

Si se traza un comparativo con los valores que regían en junio (cuando el mercado cambiario lucía más estable por las encuestas que marcaban una menor brecha entre Mauricio Macri y Alberto Fernández), el salto de precios resulta evidente. 

Artículos de electrónica de categorías como televisores, celulares, notebooks y consolas de juegos, acumularon un incremento, en pesos, del 20% al 30% e incluso más.

- Así por ejemplo, un celular Samsung entry level (línea económica) que a comienzos de junio se conseguía por $10.950 en una cadena de retail, hoy cotiza a $14.000 o más, lo que marca un incremento del 28%.

- En el caso de las notebooks, si una persona compraba un equipo marca Acer con procesador Core i3 y disco de 1 tera, hubiese abonado $32.800. Ahora, ese mismo equipo cotiza a $8.000 más, lo que equivale a un salto del 24%.

- En el caso de los televisores, los modelos de prestaciones más básicas, como un smartTV de 32 pulgadas de primera marca, sufrieron un incremento promedio del 20%, mientras que en las versiones más costosas (4K de 65") los incrementos llegaron a superar el 25% (ver infografía).

Hay también casos puntuales, como los productos marca Apple, que mostraron una mayor correlación entre el salto del dólar y los precios de venta al público. Dispositivos como las MacBook y los iPhone exhibieron incrementos por encima del 30%.

La mayor proporción de dichas subas se produjo en la semana post PASO, consecuencia del salto cambiario y de la crisis política que envolvió al oficialismo.

Desde GfK calcularon cómo es el nivel pass-through en el segmento de la tecnología de consumo, en base a los datos estadísticos de las últimas disparadas del billete verde. Este indicador estima el impacto devaluatorio sobre los valores de venta al público de un producto.

Según Echevarría, en el mercado total, la elasticidad "dólar-precios" arroja un índice de 0,37.Claro que existen diferencias en cada categoría, que responden a variables como el nivel de insumos importados o el peso de la mano de obra sobre la estructura de costos.

"En televisores, por ejemplo, la elasticidad es mayor al promedio, del orden del 0,42, mientras que en los smartphones alcanza el 0,52", apunta Echevarría. En este último caso, más de la mitad de la suba del billete verde se traslada a los precios de los celulares.

"La variación del dólar complica nuestra operatoria porque buena parte de la estructura de costos responde a esa moneda. Además, hay variables que pese a no estar plenamente dolarizadas también se ven afectadas, como los gastos logísticos", señalan desde una planta que opera en Tierra del Fuego.

¿Dónde conviene comprar?

Para los argentinos, durante algunos años, Chile se convirtió en una referencia ineludible a la hora de adquirir tecnología. En 2016, cerca de 3 millones de personas viajaron al país vecino y gastaron más de u$s800 millones con sus tarjetas de crédito.

En los momentos en que más arreció el atraso cambiario, se impuso la modalidad de "turismo shopping", protagonizada por muchos que pagaban un pasaje ida y vuelta, se hospedaban en un hotel de Santiago y aprovechaban para comprar ropa y tecnología. Todo, al mismo precio, o menos, que si hubiesen comprado lo mismo en Buenos Aires.

El Gobierno de Cambiemos también tomó como referencia a Chile cuando hace un par de años propuso abaratar las notebooks y eliminó impuestos y aranceles a las importaciones para que el mercado local tenga valores más competitivos.

Ahora bien, ¿cómo quedó el comparativo de precios de artículos tecnológicos entre ambos mercados tras el salto del dólar sus efectos sobre la inflación?

Al trazar un análisis, surgen dos conclusiones: primero, que hay una marcada dispersión incluso dentro de una misma categoría, que responde en gran medida al propio "desorden" de precios que se observa en la plaza local, a medida que se reacomodan.

El segundo punto es que, más allá de dicha variabilidad, las brechas lejos están de ser tan amplias como las de aquellos años marcados a fuego por el atraso cambiario, cuando los argentinos tenían motivos de sobra para viajar y "quemar" sus plásticos en el país vecino, como ocurrió en 2015.

- En el caso de los celulares, hoy es posible conseguir en la Argentina un equipo LG de gama media a u$s208, en tanto que en un comercio de Santiago cuesta u$s190, una diferencia de apenas 9%.

- En otros dispositivos (Galaxy J6 y Moto E5), las brechas van del 23% al 31%, respectivamente.

Si bien son diferencias importantes, no llegan a ser del 50% o 60%, como sucedía en épocas en que a la capital trasandina se la conocía como "la nueva Miami".

Algo parecido ocurre con las notebooks: tras la eliminación de los aranceles a la importación e implementación de la normativa que permite traer un equipo sin pagar la franquicia aduanera, los valores al público en los comercios argentinos se fueron alineando con los de Chile.

Así, actualmente modelos de Lenovo o Acer cuestan entre 10% y 18% más en un comercio porteño que en uno de Santiago. No deja de ser una brecha, pero lejos está de ser tan amplia como para motivar a un comprador a sacar un pasaje para ir de shopping al país vecino.

 

Las mayores diferencias, en tanto, se observan en artículos tecnológicos de mayor costo, como televisores con tecnología 4K y de grandes pulgadas, con brechas de más del 60%, en parte porque las cadenas de electro de Chile este mes están liquidando ese tipo de pantallas.

En todo este menú, hay un ingrediente decisivo que termina por inclinar la balanza en favor de los retailers argentinos: los planes de cuotas sin interés.

La posibilidad de comprar hoy y que los pagos mensuales se vayan licuando frente a la inflación, de la mano de las futuras mejoras salariales, resulta definitivamente tentador y un buen negocio en términos de finanzas personales.

El debate es qué sucederá con el Ahora 12 tras la fuerte devaluación y la suba de tasas. Tal como consignó iProUP, hay economistas como Martín Kalos que aseguran que "es muy difícil mantener el financiamiento cuando todo sube".

En cuanto a las perspectivas que se abren en el mercado, desde GfK advierten que será muy difícil que la comercialización pueda sostenerse ante el deterioro del poder adquisitivo y de las expectativas generales sobre la economía.

"En el primer semestre, las ventas de electrónica y línea blanca habían caído un 33% en volúmenes. Y para esta segunda parte preveíamos una leve mejora, con un 2019 cerrando con una baja del 28%. Pero las proyecciones empeoraron", sostiene Echevarría.

"Seguramente veamos más aumentos de precios y esto haga difícil sostener durante lo que queda del año la tendencia que se esperaba antes de las PASO", concluye.

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