Las novelas, series y películas que, promediando el siglo XX, trazaban todo tipo de futuros distópicos, no fueron capaces de augurar el furor por los monopatines que azota al 2019.

Los "cerebros" de Silicon Valley entendieron que el potencial de estas unidades es gigantesco y hacia allí avanzaron. Ya lo confirmó Uber de la mano de un plan de expansión global que, si bien todavía da pérdidas, le permitió transformarse en la opción por antonomasia a la hora de pensarse el "nuevo transporte".

Fue justamente la firma dirigida por Dara Khosrowshahi una de las primeras en apostar fuerte por los monopatines eléctricos, de la mano de Jump. También lo hicieron las startups como Lime y Bird (fundada por ex ejecutivos de Uber), que desplegaron sus unidades en las principales capitales del mundo. A ellas le siguió un extenso pelotón de startups que buscan ganar espacio en un negocio que promete alta rentabilidad. 

El problema es que se trata de un mercado desordenado, permeable a todo tipo de problemas. Los usuarios bajan una app, toman los scooters en un punto A y lo dejan en el B, siempre dentro de un área de cobertura. 

No hay estaciones ni parkings: todo depende de la buena voluntad del usuario, que debe dejarlo en un lugar que no obstruya a peatones o al tránsito. Existe, además, otro inconveniente más grave: ¿qué ocurre si decide no devolverlo?

Con decenas de miles de unidades desplegadas por las compañías, el tema no es menor. Incluso, si este accionar se multiplica, puede llevar a un replanteo completo del negocio. Tanto es así que Grin, que opera en Buenos Aires, confirmó que ha congelado sus operaciones en la Ciudad de México, su plaza más importante, por la gran cantidad de hurtos.

"Pareciera una contradicción tomar esta medida justo después de convertirnos en la única compañía de monopatines en obtener el permiso anual de operaciones. Algunos pensarán que después de pagar la contraprestación, la decisión es una locura. Les aseguro que no es el caso", indica Santiago Jiménez, gerente general de la firma. 

El ejecutivo subraya además que están trabajando en un nuevo esquema junto con el gobierno de esa ciudad para evitar más robos y se comprometió a que el servicio sea gratuito el día que se reanude.

Tras la noticia, la mira se posó sobre Argentina, donde este sistema entró en pleno funcionamiento hace apenas unas semanas, luego de dos meses de pruebas. Al tratarse de un fenómeno global, ningún mercado está a salvo. Mientras tanto, las empresas corren contrarreloj para minimizar estos efectos colaterales.

Argentina, ¿bajo control?

La "epidemia" de los scooters en las grandes capitales suscitó todo tipo de debates. Incluso, llevó a varias ciudades a suspender los permisos de circulación de estas unidades por el caos que generaron en sus calles.

El caso de Grin parece ir a contramano de esta tendencia. Fue la propia empresa la que decidió "bajarse", pese a tener todos los permisos correspondientes. En Argentina, por ahora, no contemplan una movida de estas características.

En diálogo con iProUP, desde la firma aseguran que Ciudad de México y Buenos Aires son "mercados completamentes diferentes". No se trata sólo de una cuestión de escala: la capital porteña, además de ser más chica que una de las grandes metrópolis del mundo, también es precursora en este tipo de movilidad.

Según la compañía, los hurtos de monopatines no ponen en jaque a sus operaciones locales, al menos por ahora. Si bien no revelan números oficiales, aseguran que el robo "es mínimo" y aclaran que cada una de las unidades es rastreada por GPS, por lo que saben en todo momento dónde están.

"Hacemos las denuncias de robos y trabajamos con las autoridades (policía y justicia) para recuperarlos y prevenir futuros casos", indican a iProUPSi bien no consideran que sea un accionar por el cual preocuparse, al menos por ahora, la realidad golpea la puerta. De hecho, la Policía de la Ciudad capturó en Almagro a dos individuos que se dedicaban a hurtar unidades de Grin.

Fuentes policiales afirmaron que efectivos de la Brigada de la Comisaría Comunal 5 se encontraban en la esquina de Corrientes y Bulnes cuando vieron a dos hombres se llevaban dos scooters sobre sus hombros. Constataron además que tenían en su poder un teléfono para liberar los vehículos. Un caso aislado, sí, pero que fácilmente puede ser replicado.

La firma mexicana, mientras tanto, se apoya en sus primeras cifras para apuntalar sus operaciones porteñas: ya registró 30.000 viajes, al tiempo que la cantidad de usuarios argentinos ya asciende a 5.000.

Movo, propiedad de Maxi Mobility (Cabify, Easy Taxi), es la otra opción a la que pueden acceder los porteños que quieran subirse a la experiencia scooter.

Miguel Abad, jefe global de Asuntos Públicos de la firma española, confirma a iProUP que hubo intentos de robo, pero pudieron recuperar las unidades gracias a su sistema de geolocalización.

"Muchos casos eran por desconocimiento. Creían que era un objeto olvidado o no tenían claro dónde había que devolverlos. Por el momento, no hemos tenido necesidad de ir más allá en cuestiones de seguridad", aclara el ejecutivo. Según Abad, la empresa "afortunadamente posee una tecnología diferente a la de los competidores". 

"Tenemos la posibilidad de geolocalizarlo de manera permanente y en tiempo real. Además, podemos ubicar hacia dónde se dirigen, y si se van de la zona de operación se activa un protocolo en el cual se pueden recuperar o, en todo caso, solicitar el apoyo a la autoridades", enumera.

El especialista aclara que el precio de flota de los monopatines oscila entre los u$s400 y u$s600, dependiendo de la tecnología. "Son valores de mercado a nivel empresarial, ya que son unidades especialmente diseñadas para el alquiler, con otro tipo de materiales, orientadas a un uso intensivo", explica Abad.

Si bien sostiene que "si alguien llegara a robarlo, es casi imposible que lo pueda desbloquear, ya que tienen candados de configuración que bloquean el sistema", lo cierto es que en Internet proliferan los trucos para hackearlos.

Los delincuentes han apelado a distintas tácticas para ello, lo que llevó a empresas de todo el mundo a tomar medidas en el asunto. Alrededor del mundo, la mayoría de las marcas avanzó en el desarrollo de sus propias unidades en alianza con firmas especializadas en ese tipo de productos.

En ese sentido, las empresas entienden que mientras más "customizado" esté el scooter, más difícil será vulnerarlo. Apps como Bird, Spin y Scoot lo aprendideron "por las malas": sus scooters Xiaomi se desbloqueaban en pocos pasos ya que eran, en esencia, un modelo base sin modificaciones. 

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En rigor, mediante un kit que se compraba a través de sitios de ecommerce, los ladrones podían modificar el hardware de estos monopatines y colocarles un nuevo módulo para transitar sin limitaciones. Su precio: apenas u$s32. Esto llevó a la mayoría de apps a prescindir de estos modelos, y apostar a modelos "ad-hoc", diseñados a su medida.

Asimismo, desde la firma de seguridad Zimperium revelaron una extensa lista de vulnerabilidades en los modelos M365 de Xiaomi.

Sus expertos señalaron que los M365 tienen una contraseña Bluetooth de desbloqueo, pero ese password no funciona correctamente. Un hacker puede implementar un malware y ejecutar comandos remotos para que se bloquee, se acelere o se desacelere.

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En el caso de Grin, una rápida búsqueda en Google bajo la frase "cómo hackear un monopatín Grin", entrega decenas de resultados: desde piezas para modificar las unidades a aplicaciones piratas que permiten viajes ilimitados. 

La firma mexicana utiliza modelos del gigante estadounidense Segway, diseñados para servicios de alquiler. Los hackers, aparentemente, no dejan de crear "trucos" para desbloquearlos.

Como es usual en estos casos, las empresas suelen correr detrás de estas herramientas. Una vez que se soluciona una vulnerabilidad, es muy probable que surja otra por parchear. Ya lo dice la máxima de la seguridad informática: no existen sistemas inviolables.

Un problema sin fronteras

A nivel mundial, prácticamente no existen cifras oficiales sobre el robo de monopatines. Las empresas son celosas a la hora de entregar estos datos; Grin, por ejemplo, evita dar cifras sobre la suspensión de las operaciones en Ciudad de México.

Vale recordar la experiencia de Bird: la compañía reveló que el 30% de su parque de vehículos en San Francisco había sido robado o vandalizado. El impacto fue inmediato: los inversiones bajaron un 50% el valor de mercado del emprendimiento, hasta los u$s2.000 millones. Otro de los pocos casos públicos se dio en Nueva York, donde la startup de movilidad Scoop reportó 200 robos sobre un parque total de 650 scooters en apenas dos meses. Esto los llevó a tomar medidas tales como agregar un sistema de cadenas que permiten atar sus unidades a postes en la vía pública. 

Las compañías saben que los robos son inevitables, pero tratan de disminuirlos a un "mínimo tolerable". Así, parecen no preocuparse, en la medida que no afecte a su negocio.

Cada scooter, cuyo valor ronda, en promedio, los u$s500, aporta alrededor de u$s15 por día (en Argentina se estima mucho menos), por lo que su precio se amortiza rápidamente. Spin, por ejemplo, aseguró recientemente que el retorno se da en "dos o tres semanas".

Para la mayoría de las compañías, el costo de unidades robadas, vandalizadas o pirateadas por ahora no ha sido suficiente como para descarrillar su esquema de negocios. Grin, en ese sentido, parece ser una rara avis dentro de este ecosistema.

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