Silicon Valley no necesita presentación, es sinónimo de innovación desde hace ya medio siglo, fruto de la infinidad de empresas de tecnología que se instalaron en esa región. A orillas del Pacífico, la bahía de San Francisco se consolidó como el hub de innovación más poderoso del mundo. Pero, como a todos, ya se le comienzan a notar las arrugas.
El alto costo de instalarse en el valle, producto de la multimillonaria industria generada a su alrededor, los procesos de gentrificación y la saturación de un espacio físico con poco lugar para la expansión territorial ha llevado a muchas empresas a buscar nuevos horizontes. En Estados Unidos, ciudades como Seattle, Austin y Miami se han convertidos en nuevas mecas tecnológicas, gracias a beneficios fiscales diversos, menores costos de vida (esenciales para que los talentos se instalen en sus barrios) y amplios márgenes para la expansión.
Si la mirada se posa sobre el hemisferio sur, son varias las capitales que muestran gran atractivo para el ecosistema global de emprendedores. Bogotá es hoy una parada obligada para muchos gigantes tecnológicos, Santiago se ha posicionado como un jugador de peso en la región gracias a su pujante clima de negocios: Y Buenos Aires, por sobre ellas, consolidada como una de las grandes productoras de innovación, gracias a su combinación de talento, experiencia y capacidad de transformación.
Para Shari Loessberg, profesora titular de Innovación Tecnológica, Emprendimiento y Gestión Estratégica en el MIT Sloan School of Management, Buenos Aires no solo será “el próximo hub de innovación de la región”, sino que además “debería tener un rol de liderazgo”.
En diálogo con iProUP, la especialista en emprendimientos de base tecnológica destaca: “Hace 20 años, hubo una primera generación de líderes, desde Patagon hasta Mercado Libre, que tuvieron éxito en el mundo emprendedor y que cambiaron la forma en la que eran vistos los emprendedores, no solo por las personas de tecnología, sino por todos. Vieron cómo se podía triunfar”.
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En este sentido, agrega: "Buenos Aires, como tuvo éxito temprano y muy buenas instituciones académicas, tuvo un comienzo avanzado en comparación a otras ciudades. A otras les va a ir bien, pero Buenos Buenos Aires tiene un gran éxito en la expansión global y esto le permitió tener una ventaja sobre Brasil".
La mira, sin embargo, no es de celebración por lo ya hecho, sino de expectativa por lo que queda por hacer. Si bien los cimientos ya fueron asentados, queda un largo camino que se deberá transitar a paso seguro si se desea consolidar a la capital argentina como el faro de innovación que guiará al resto del Cono Sur.
“Espero que Buenos Aires siga construyendo bases horizontales, no jerarquías, porque de esa manera la información no fluye. Cuando eso pasa, las compañías no se pueden ajustar y caen. Cuando son horizontales, es mucho más sencillo ser resiliente. A pesar de las crisis económicas, ser abiertos y horizontales ayuda a sobrevivir”, explica Loessberg.
La modernización de ciertas estructuras, la modificación de esquemas laborales existentes por otros mejor adaptados a los trabajos de la nueva economía y la transformación de viejos hábitos de trabajo por metodologías más ágiles son algunas de las claves de esta misión.
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“Todo el mundo piensa diferente de este mundo por el éxito de este tipo de compañías. Eso significa que los ingenieros que salen de las universidades no piensan en trabajar siempre en una misma empresa, sino en hacerse su propia compañía. Y esto hace la diferencia”, aclara.
En ese sentido, sostiene que la clave es “tener una conciencia entre empresas”, ya que “si hoy trabajás para una compañía debería estar bien pasar a otra, o fundar una nueva, o tener trabajadores que vayan y vuelvan”. Para Loessberg, “hay que trabajar en un ecosistema más fuerte. Hoy está muy bueno, pero hay que cuidarlo todos los días”.
De acuerdo a datos de la Secretaría de Emprendedores y Pymes de la Nación, aproximadamente el 20 por ciento de los nuevos proyectos encarados en el país son de base tecnológica. Debido a su naturaleza dinámica sus activos no suelen ser fijos, por lo que es difícil que se puedan financiar con deuda, por lo que se buscan capitales de inversión.
La Argentina ya posee fondos de aceleración y expansión. Incluso, se dispone de más de u$s100 millones para este tipo de emprendimientos, cifra inédita en la historia del país. Así, se va conformando un ecosistema propicio para el desarrollo de nuevas startups, encargadas de potenciar el tan mentado hub. La Ciudad de Buenos Aires, atenta a ello, ya trabaja en las próximas etapas a seguir.
El semillero del mundo
El país es reconocido globalmente por tener talento innato a la hora de desarrollar un emprendimiento. Esta "economía del conocimiento", necesaria e invaluable, es uno de los factores fundamentales que posicionan al país como uno de los más pujantes en su sector.
Pero, como todos los talentos, requiere de cuidado y trabajo para poder perfeccionarlo. En este sentido, la Ley de Emprendedores fue un primer paso que marcó el rumbo: “Esta regulación es envidiada y se trata de copiar en todo el mundo”, explica a iProUP Juan Pedro Córica, director de Emprendedores e Industrias Basadas en el Conocimiento de la ciudad de Buenos Aires.
Con programas de trabajo intensivo en secundarios y con 15 universidades a nivel nacional, el gobierno porteño busca incentivar a los emprendedores del futuro: “Todo ese trabajo que se está haciendo es el semillero de las próximas generaciones. Hoy tenemos casos ejemplo que son los líderes”.
“Hoy, el ecosistema de Buenos Aires tiene una madurez muy interesante y los gobiernos local y nacional están haciendo cosas para que esto se potencie y se siga desarrollando a lo largo del tiempo”, explica Córica, quien suma que “si esto sigue funcionando (las nuevas oportunidades, la formación, el apoyo de instituciones y el trabajo con el Estado), la Argentina va a continuar por el buen camino".
En una economía que cada vez se apalanca más en las ideas, el apoyo de capitales está más presente. “Hoy hay más plata en venture capitals que nunca en la historia, pero respecto a otros países sigue siendo bajo. Eso va a seguir potenciándose, es un sistema sinérgico. Hay que reforzar el ecosistema que funciona bien en muchos aspectos”. Estas cuestiones a mejorar son la regulación por parte del Estado, la educación y el contexto macroeconómico.
Hoy, los costos para armar una empresa son cada vez más bajos, tanto por la accesibilidad a la tecnología como por las posibilidades económicas. “Por eso, el futuro depende mucho más del talento, que creo que lo tenemos y lo tenemos que cuidar, pero hay que rescatar al sistema educativo”, finaliza Córica.