La internet, los celulares, y las redes sociales, entre otros, han cambiado la forma en que la gente interactúa entre ellos, y con el entorno.
Este modo de vida preponderantemente online influye, según algunos investigadores, en cómo funciona el cerebro.
La forma en que se presta atención a múltiples focos, se buscan datos en lugar de memorizarlos, e interactúan con sus contactos en redes, forman parte del impacto de Internet en el cerebro y, según analizó un reciente estudio, lo convierten en "online".
¿Necesitamos las mismas capacidades cerebrales para tener 'amigos' en las redes que en el mundo físico?, ¿Internet nos está haciendo perder la memoria, o alterando la atención? es el enfoque del reciente estudio "The online brain" (el "cerebro online"), elaborado por un equipo de investigadores de Western Sydney University, Harvard University y Oxford University, entre otras instituciones.
"Yo, por ejemplo, no puedo mirar un álbum de fotos con la rapidez con la que lo hace mi hija", dijo el médico psiquiatra y psicoanalista Harry Campos-Cervera sobre el estudio de los científicos estadounidenses y agregó que Internet aporta "nuevas capacidades de absorber en simultáneo mucha información, hacer conexiones y luego sacar conclusiones".
Los investigadores exploraron cómo las características únicas del mundo online pueden influir en la atención, los procesos de memoria y la cognición social.
A pesar de que el estudio concluyó en que "aún no se establecieron" los efectos a "largo plazo" de Internet en el cerebro se encontró "un apoyo emergente para varias hipótesis", por ejemplo que para adultos mayores que experimentan deterioro cognitivo el entorno en línea puede proporcionar una nueva fuente de estimulación.
Para la psiquiatra y endocrinóloga, María Teresa Calabrese, "hay que tener cuidado con este tipo de estudios porque los cambios en el cerebro se ven en el largo plazo".
No solo Internet sino también "el ejercicio físico, las relaciones interpersonales y las actividades sociales siempre que representen un desafío activan conexiones en el cerebro", enfatizó la especialista, que es miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina.
"Cuando se les aconseja a las personas que hagan crucigramas y después de un tiempo los empiezan a automatizar ya no sirve. Lo importante es que la acción represente un desafío", sostuvo.
El estudio también se enfocó en la posible existencia de ciertos aspectos únicos de las redes que implican funciones del cerebro que no son centrales en los entornos sociales del "mundo físico".
Como la tendencia de las redes a alentarnos a mantener muchas conexiones sociales "débiles", que involucran a miles de caras con nombres, lo cual podría requerir una gran capacidad de memoria asociativa que no suele ser necesaria en las redes del mundo físico.
Lo que hoy sí se puede decir es que "Internet se convirtió en el almacén de la memoria de nuestro cerebro, un lugar donde almacenamos un montón de datos que antes solamente podíamos memorizar o apuntar en un cuadernito", resumió Alejandro Andersson, médico neurólogo y director del Instituto de Neurología Buenos Aires.
"Cambió y sigue cambiando la forma en que aprendemos, y los recursos del cerebro que antes dedicábamos a memorizar hoy cumplen otras funciones", agregó.
El neurólogo explicó esta situación al calificar a Internet y los buscadores como nuestra "memoria transactiva": "Pensemos en un matrimonio donde uno de los dos no sabe la fecha de cumpleaños de sus amigos o conocidos pero su pareja se acuerda de todos, entonces lo único que necesita es preguntarle cuando quiera saber".
"Se ahorra el esfuerzo de memorizar esos datos porque está recurriendo a la memoria transactiva de su pareja. ¿Y nosotros qué hacemos? Recurrimos a la memoria transactiva de Internet", comparó Andersson.
Por eso el neurólogo es optimista a la idea de que el cerebro evolucione: "En otro momento apareció la calculadora electrónica y algunos padres se enojaban porque los chicos no hacían cuentas, ahora tenemos otro momento de cambio", indica Ámbito.