Las redes sociales como Facebook e Instagram muestran que la vida de sus usuarios está llena de buenos momentos, en fiestas rodeados de amigos y viajes divertidos. Siempre sonrientes y con buenas relaciones. En resumen: vidas perfectas para que los demás vean que son felices. Pero, ¿es eso verdad?
La Psicología está estudiando desde hace unos años las redes sociales y las relaciones que se generan. Ethan Kross, profesor de Psicología de la Universidad de Michigan, en Estados Unidos, estudia justamente el efecto de Facebook en nuestro bienestar mental.
No hay dos personas iguales, pero todos los seres humanos son capaces de experimentar envidia, y esta puede desencadenarse cuando comparas tu vida con alguien más que está logrando más cosas que tú de alguna manera.
“En nuestra investigación hemos descubierto que la envidia no se restringe a la gente con baja autoestima”, dijo a BBC Mundo. Refiriéndose a por qué la gente no es más consciente de que las publicaciones de Facebook no muestran la verdad completa de una persona, aseguró que “ahora que se difunden estos hallazgos (sobre la relación entre redes sociales y la envidia), la gente es cada vez más consciente de eso”.
“Estamos motivados a sentirnos bien, pero también a estar conectados con nuestra comunidad, a saber qué está pasando en nuestra vida social, y las redes nos ofrecen una forma fácil de hacerlo. También hay mecanismos de recompensa asociados”, aseveró Kross.
También afirma que “si te sientes solo y usas Facebook pasivamente, puede ser dañino. Ves que todo el mundo se está divirtiendo con sus amigos… Eso puede incrementar los sentimientos de soledad”.
Hay muchas formas de usar Facebook activamente: dar apoyo emocional o mostrar que alguien nos importa.
Con respecto a la envidia, advierte en BBC que “la gente está motivada a presentarse bien (ante el resto). En el mundo offline decidimos cómo vestirnos, peinarnos, hacemos todo tipo de cosas para presentar cierta imagen a otras personas”.
“Si pasamos cada vez más tiempo usando pasivamente las redes sociales y hacerlo nos lleva constantemente a experimentar emociones negativas, estas pueden volverse crónicas”, concluyó.