La Inteligencia Artificial (IA) y en especial la generativa, se encuentra en el ojo de la tormenta, porque puede ser usada con fines maliciosos más allá de ser una herramienta muy útil que permite al usuario explotar al máximo su creatividad.
Con su uso es posible crear imágenes de cero y abaratar la producción de contenido o utilizar el extracto de un audio para realizar estafas telefónicas, sus usos son variados.
Mientras en la industria TI y de los datos se reclama por mayores presupuestos que dinamicen estrategias de automatización, la expansión de la tecnología en las empresas obliga a equilibrar la inversión con recursos de ciberseguridad.
PwC Argentina realizó su informe Digital Trust Insights (DTI) 2024, que contó con casi 4.000 ejecutivos encuestados, con el fin de revelar "desafíos y oportunidades en el ámbito de la ciberseguridad para las empresas argentinas", donde destaca 4 cambios disruptivos:
Diego Taich, socio de PwC Argentina en Ciberseguridad & IT, remarcó en que "el mundo de los negocios es dinámico y cambiante, lo que ha llevado a las empresas a adoptar nuevas tecnologías, a través de procesos lentos con nuevos riesgos cibernéticos".
Según el estudio, las principales preocupaciones para las organizaciones en Argentina son:
Las empresas no buscan eliminar este tipo de amenazas, ya que resultaría imposible, por lo que se habla de "mitigar" los riesgos cibernéticos, como una prioridad para este año.
En esta vía, las prioridades de inversión de las compañías corren en torno a:
La GenAI o IA generativa también tuvo su apartado entre las prioridades de los ejecutivos, que se presenta como una herramienta que funciona ‘de ambos lados del mostrador’, ya que facilita el trabajo de los delincuentes y se usa en ciberseguridad.
El informe releva que:
Los ataques de ransomware crecieron 175 % durante el último año en Argentina, y es muy probable que 2024 arroje cifras todavía peores.
Se trata de uno de los datos más preocupantes con respecto a la ciberseguridad en nuestro país, sobre todo ante la falta de conocimiento de las víctimas potenciales con respecto a este tipo de ataques digitales.
Además, aún existe una percepción generalizada de que los hackeos solo ocurren en las grandes empresas, algo que no podría estar más lejos de la realidad: más de 90% de los hackeos tiene como víctimas a pequeñas empresas o a usuarios particulares, que suelen contar con muchas menos medidas de seguridad digital con las que protegerse.
Como ocurre en el mundo animal, los hackers suelen atacar a la víctima más vulnerable y menos propensa a defenderse, y aunque podría ser más lucrativo hackear a un gran banco o a una Big Tech, es más accesible lanzar un ataque de ransomware sobre una pequeña empresa.