La empresaria, comparada con Steve Jobs, debe pagar 452 millones de dólares a las víctimas que invirtieron en su empresa y afrontar una pena de 11 años
31.05.2023 • 08:55hs • Silicon Valley
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Elizabeth Holmes ya está en prisión: qué la motivó a cometer una de las estafas más grandes de Silicon Valley
La empresaria Elizabeth Holmes, que con su empresa Theranos aseguró falsamente haber desarrollado un sistema revolucionario de análisis de sangre y era considerada como la sucesora de Steve Jobs, ingresó en prisión.
Holmes fue sentenciada el pasado 18 de noviembre a once años y tres meses de cárcel por haber defraudado a los inversores de su compañía Theranos, creada en 2003, cuando tenía 19 años, que le permitió saltar a la fama en Silicon Valley por afirmar que su firma había inventado una tecnología revolucionaria utilizando únicamente unas gotas de sangre tomadas de la yema de los dedos, lo que abarataba los costos.
El interés despertado por parte de los inversores por el gran potencial de esos supuestos análisis la convirtió en multimillonaria a los 31 años, pero su engaño quedó en evidencia en 2015, cuando el diario The Wall Street Journal publicó una serie de artículos de investigación en los que ponía en duda la credibilidad de los análisis y la tecnología utilizada para estos.
Holmes perdió su último recurso para no entrar en la cárcel y el magistrado Davila le ordenó el pago de 452 millones de dólares a las víctimas que invirtieron en su empresa, como el magnate Rupert Murdoch, que deberá recibir 125 millones, o la farmacéutica Walgreens, a la que debe devolverle otros 40.
Elizabeth Holmes, presa: dudas sobre sus intenciones reales
Sus motivos todavía son un tanto misteriosos, y algunos partidarios dicen que los fiscales federales la atacaron injustamente en su fervor por derribar a una de las practicantes más destacadas de la filosofía del "finge hasta lograrlo": la marca de autopromoción del sector tecnológico que a veces se desvía hacia la exageración y las mentiras flagrantes con tal de recaudar fondos.
Sus muchos detractores sostienen que merece estar en prisión por ofrecer una presunta nueva tecnología de la que alardeó repetidamente, capaz de detectar con rapidez cientos de enfermedades y otros problemas de salud gracias a unas pocas gotas de sangre extraídas con un pinchazo en el dedo.
La empresaria, comparada con Steve Jobs, debe pagar 452 millones de dólares a las víctimas que invirtieron en su empresa
La tecnología nunca funcionó como prometió. En cambio, las pruebas de Theranos produjeron resultados tan poco confiables que podrían haber puesto en peligro la vida de los pacientes, una de las razones citadas con más frecuencia sobre por qué merecía ser juzgada y condenada.
Antes de que esas mentiras fueran descubiertas, Holmes recaudó casi 1.000 millones de dólares de una lista de inversionistas expertos.
En cierto momento la participación de Holmes en Theranos catapultó su riqueza en el papel a 4.500 millones de dólares. Nunca vendió ninguna de sus acciones en la empresa, aunque las pruebas del juicio no dejaron duda de que se deleitó con las trampas de la fama y la fortuna, tanto que ella y el padre de sus hijos, William "Billy" Evans, vivieron en una casa palaciega de Silicon Valley durante el juicio.
La teoría de que Holmes ejecutaba una estafa intrincada fue respaldada por pruebas del juicio que documentaron sus esfuerzos para evitar que se publicara la investigación del The Wall Street Journal.
Los partidarios de Holmes insisten en que ella siempre tuvo buenas intenciones y que el Departamento de Justicia la convirtió injustamente en un chivo expiatorio. Insisten en que sólo implementó las mismas tácticas exageradas de promoción que usan muchos otros ejecutivos del sector tecnológico, incluido Elon Musk, quien repetidamente ha hecho declaraciones engañosas sobre las capacidades de los coches autónomos de Tesla.
Según esos partidarios, Holmes fue elegida injustamente por ser una mujer que eclipsó brevemente a los hombres que habitualmente están en el centro de atención de Silicon Valley, y que el juicio la convirtió en una versión moderna de Hester Prynne, la protagonista de la novela "La letra escarlata", de 1850.