La transformación digital avanza en todos los aspectos que intervienen en la vida cotidiana de las personas, para hacerla más simple y eficiente, pero consigo se nos presenta un nuevo desafío, derivado de la posibilidad de que delincuentes informáticos ataquen los sistemas con el objetivo de acceder a información, alterar contenidos o bloquear su funcionamiento.
Es evidente para todos que los ataques cibernéticos han aumentado en frecuencia y en ingenio. El bajo costo y el riesgo mínimo que conllevan la realización de estos delitos han sido factores clave en su crecimiento.
Con el simple uso de una computadora y acceso a Internet, los ciberdelincuentes pueden causar daños enormes mientras permanecen relativamente anónimos. El crimen en línea ya supone, aproximadamente, la mitad de todos los delitos contra la propiedad que tienen lugar en el mundo.
Según el Centro Nacional de Respuesta a Incidentes Informáticos, durante el período comprendido entre el 1 de enero y el 31 de diciembre del 2021 se registró un total de 591 incidentes informáticos en la Argentina, cifra que superó en un 261,50 % a la del 2020.
Otros reportes indican que desde que comenzó la invasión rusa a Ucrania se detectó un importante aumento en el número de ciberdelitos cometidos en toda Latinoamérica, donde la media de ciberataques semanales aumentó a 1837, un 17% más que antes del inicio del enfrentamiento y un 20% más que en las dos primeras semanas de comenzado el conflicto bélico.
La pandemia también fue un factor que intensificó los ciberdelitos. Un informe de la Unidad Fiscal Especializada en Ciberdelincuencia del Ministerio Público Fiscal de la Naciónaseguró que los accesos indebidos de Home Banking crecieron un 3000% en 2020.
Frente a esto, la respuesta no puede ser la reivindicación de métodos antiguos que frenen la digitalización y despapelización que empieza a recorrer todas las organizaciones.
Por eso, además de afrontar las urgencias que plantea la crisis, es fundamental volver a insistir que las actitudes refractarias con la tecnología solo se sostienen desde la ignorancia o los intereses espurios. Básicamente porque no transitamos una moda, sino un cambio de era producido por una revolución.
Así como dejar de usar electricidad no es una alternativa sensata para evitar riesgos de incendio en los edificios, volver a los métodos tradicionales basados en papel no es una medida eficaz para prevenir delitos informáticos.
El uso de la tecnología hace a la supervivencia de las organizaciones, sean públicas o privadas.
No se trata de una opción sino de un camino que necesariamente hay que abordar por estrictas razones de eficiencia, agilidad y transparencia. A estos argumentos referidos a la calidad de la gestión hay que agregar el impacto ambiental positivo se puede lograr gracias al uso de la tecnología.
A nivel de los gobiernos, se trata de llevar a cabo un proceso ordenado de digitalización de la administración pública para mejorar la eficiencia y los servicios a los ciudadanos.
El uso de tecnologías digitales tiene el potencial de hacer que el Estado sea más efectivo, inclusivo y transparente. Esta transformación digital no sólo provoca crecimiento económico, sino, también, cambios rápidos y muy profundos en todos los sectores, todos los niveles de la administración pública, y todos los segmentos de la sociedad.
A nivel privado, también se trata de aprovechar la crisis que nos plantea el accionar de los ciberdelicuentes para mejorar los servicios, tomando decisiones que sean consistentes con poner como prioridad la modificación de los procesos y la incorporación de tecnología.
En ambos casos se requiere de una estrategia integral y mucha perseverancia para su sostenimiento en el tiempo.
La modernización no es seguir haciendo lo mismo pero con herramientas digitales, sino replantear íntegramente cómo se viene trabajando para buscar la manera más eficiente de hacerlo, aprovechado al máximo las herramientas digitales.
La seguridad informática va más allá de la responsabilidad que tienen los estados y las empresas de proteger los datos personales de los ciudadanos y/o usuarios.
Así, el otro punto clave a tratar es cómo brindar herramientas para que los consumidores no caigan en estafas virtuales, lo que nos lleva a advertir que profundizar sobre la CiberSeguridad no es solo un aspecto de desarrollo de softwares o incorporación de tecnología, sino también de comunicación y educación a la población para que se encuentren preparados si la situación se les presenta.
Cuando hablamos de CiberSeguridad, hacemos referencia a las diferentes iniciativas que se llevan a cabo con el fin de proteger los sistemas importantes y la información confidencial de las personas de los ataques digitales.
Estas medidas de seguridad cibernética, están diseñadas para combatir las amenazas contra sistemas en red y aplicaciones, ya sea que ocurran dentro o fuera de una organización.
Proteger y resguardar la información de los usuarios, se instala en las organizaciones como una de las nuevas obligaciones de suma importancia a cumplir.
No podemos concebir una transformación digital profunda y seria, sin la obligación de avanzar sobre esta problemática de ciberseguridad.
*Por Alejandra Torres, Secretaria de Planeamiento, Modernización y Relaciones Internacionales de la Municipalidad de Córdoba y Presidenta de Comisión de Modernización del Colegio de Abogados de Córdoba