A fines de abril el coordinador del Plan Argentina Productiva 2030 y director del Centro de Estudios para la Producción (CEP XXI), Daniel Schteingart, afirmaba que la industria del conocimiento "no para de crear empleos" en todo el país.
Según el funcionario, en enero se registraron 137.431 puestos, 40% más que en 2017. El sector no solo crece en términos de puestos de trabajo, sino que tiene los salarios más dinámicos de la economía y la mayor cantidad de mujeres empleadas en los últimos seis años (32,9%), agrega.
Por su parte, Argencon, entidad que reúne a empresas prestadoras de servicios basados en el conocimiento, señala a su vez, que en 2021 el sector informático creció un 12% respecto a 2020, y que el valor anual de sus exportaciones fue de u$s2.000 millones. Esto supone, un tercio de los u$s6.400 millones que esta industria vendió al mundo en 2021, sólo detrás de los complejos agrícolas y automotor.
Los números no dejan dudas de que el sector atraviesa un buen momento, favorecido en gran medida por la demanda de servicios digitales que generó la pandemia.
Sin embargo, no todo lo que brilla es oro, y el potencial de esta industria para convertirse en impulsor de la economía se ve amenazado, entre otros factores, por la escasez de talentos y la imposibilidad de competir en términos de salarios con la oferta de grandes empresas globales que pagan en dólares.
¿Cómo la Argentina "subsidia" a las bigtech?
La Argentina parece estar atrapada en un círculo vicioso. Una dinámica que, de manera indirecta, oficia de "subsidio" a grandes empresas de tecnología en el exterior en tanto:
- El país capacita de forma gratuita a profesionales de primer nivel en sus universidades públicas
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Estos talentos prefieren trabajar para empresas del exterior a cambio de un sueldo en dólares -en su gran mayoría- sin declarar, por lo que se pierden impuestos y cargas a la seguridad social
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Esta situación agudiza la falta de profesionales, porque las empresas locales no pueden igualar los sueldos que se ofrecen afuera
- En muchos casos, estos cerebros, trabajan para gigantes tecnológicas como Amazon, Google o Microsoft o algunos de sus proveedores
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Sus servicios son pagados en dólares por usuarios argentinos, incluyendo las licencias y cómputo en la nube que abonan aunque reciben pesos al tipo de cambio oficial por sus exportaciones
Esta dinámica parece no tener solución a corto plazo. Sergio Candelo, presidente de Cámara de la Industria Argentina del Software (CESSI) agrega que uno de los grandes problemas es que los profesionales formados en Argentina, en muchos casos gratuitamente, están capacitados para generar valor agregado y propiedad intelectual a nivel local, pero terminan generando software para afuera que, a su vez, luego el país importa para poder utilizarlo.
"La inversión que se hizo en cada una de esas personas se pierde cuando se van a trabajar para el exterior, porque no pagan impuestos acá y el dinero que les sobra también lo dejan afuera. Es como exportar la nada misma, cuando nuestra industria del software tiene empresas instaladas en el país que producen propiedad intelectual para exportar", enfatiza.
Las empresas locales no pueden competir contra los salarios dolarizados del exterior
El directivo agrega que una persona que trabaja para el exterior percibe honorarios a través de una billetera y no declara sus ingresos en el país, "concretamente está evadiendo impuestos". Para el presidente de CESSI no solo no se toma dimensión de esta irregularidad, sino que además esta práctica complica a las empresas locales a la hora de ofrecer un "trabajo tentador".
¿Cómo el "subsidio" a las bigtech distorsiona la industria local?
Luis Galeazzi, director Ejecutivo de Argencon, suma nuevas dimensiones al problema. Una tiene que ver con la brecha cambiaria que además de distorsionar el salario formal, genera que los talentos ya no solo se vayan a trabajar a una multinacional, sino a cualquier empresa que pague en dólares.
"Se pauperizó el mercado laboral y Argentina está en una posición muy débil, porque a diferencia de otros países del mundo que sufren una tasa natural de rotaciones, estamos sufriendo un ritmo mucho mayor, no solo por la propuesta de valor de grandes empresas globales, sino con la oferta de cualquier compañía que le pague a un profesional u$s2.000, u$s3.000 o u$s4.000", explica.
La escasez de talento (10.000 puestos sin cubrir todos los años) no es un tema nuevo, sino que se fue magnificando por la brecha cambiaria. Según datos de CESSI el salario promedio de la industria IT:
- Aumentó 107% interanual en 2021, alcanzando un valor de $162.000
- Se proyecta en casi $200.000 el salario promedio para este año
- En ambos casos, quedan muy lejos de una tentadora oferta en dólares
Según Galeazzi, tampoco ayuda la pesada estructura impositiva argentina, que es superior a la de muchos otros países emergentes que compiten con el país y encarece el costo laboral.
Además, hay un tercer factor: "Argentina ha debilitado su promesa de futuro, por todas las vicisitudes económicas y políticas. Eso afecta a los jóvenes que prefieren la normalidad y previsibilidad que ofrecen otros países", puntualiza.
Pablo Iacub, fundador y expresidente de Calipso, que desde hace dos meses está en manos de un grupo noruego, aporta otra visión. Para el ejecutivo no es todo perdida, porque "formar programadores es barato" y podrían capacitarse más talentos si no fuera por la ineficiencia de los gobiernos.
Antes de la pandemia que, entre otras cosas permitió el trabajo remoto, un profesional disconforme con las condiciones locales se iba del país, lo que generaba una "pérdida neta de talento", analiza.
En cambio, agrega : "Hoy hay muchos pibes trabajando para el exterior con sueldos altísimos, de hasta u$s9.000. Si bien es cierto que perjudica a las empresas, que no pueden empardar esos salarios, lo cierto es que terminan gastándose la plata en el país. Sus ingresos no entran como impuestos, pero sí en forma de consumo y el talento se queda acá".
Para Iacub, ese no es un dato menor, porque esos profesionales terminan formando a otros, transmiten sus conocimientos a personas con las que trabajan, contratan colaboradores, se desempeñan como docentes en alguna universidad o fundan un proyecto propio en el país.
"La gente no es estúpida y la esclavitud ya se abolió. No se puede comprar dólares y hay una pretensión impositiva desmesurada y desequilibrio cambiario. Esto es un gran problema para las compañías locales, sobre todo para las Pymes", opina.
Leonardo Valente, director ejecutivo de ASEA, señala a iProUP insiste que es necesario desmitificar el hecho de que son sólo bigtechs las que están aprovechando este fenómeno, sino empresas de todos los tamaños e incluso particulares.
"El mercado de talento tecnológico es absolutamente horizontal y abierto, del mismo modo que se exportan servicios a precios muy competitivos, también se pueden adquirir en algunos países a precios muy razonables o capacidades que no existen en Argentina", aclara.
No obstante, añade que, a su juicio, si existe un subsidio indirecto a todos los consumidores de servicios de conocimiento originados en el país, sea una bigtech o una Pyme que necesita resolver una necesidad y contrata un freelancer.
¿Cuál sería la solución?
Resolver el problema parece ser muy complicado, porque está ligado a cuestiones coyunturales: por empezar, uno de los principales factores que impulsa la fuga de cerebros es la brecha cambiaria, que no parece tener solución por el momento. Sin embargo, los entrevistados arriesgan posibles salidas.
Para Iacub, por ejemplo, el Estado no está recibiendo nada de los profesionales que prestan servicios afuera, pero podría encuadrarlos en algún marco normativo legal, que al menos le permita cobrar algo.
Por su parte, Galeazzi opina que el tema es muy serio y difícil de resolver, porque se difundió una cultura donde el trabajo ilegal es una opción y no existe una penalización social.
En ese sentido, añade que "lo único que puede generar un efecto pragmático y efectivo es que se les permita a las empresas pagar sueldos en dólares, pero para eso deberían también habilitar el ingreso de las divisas recibidos por las exportaciones. Hasta que las compañías no puedan tener un flujo libre para aplicar al pago de salarios dolarizados, esto no va a cambiar", enfatiza.
Mientras que, para Valente, una solución sería eliminar las barreras que impiden a las empresas locales competir de igual a igual en el ámbito internacional y las obligan a situaciones irregulares como abonar parte de los sueldos en el exterior.
"Desde ASEA impulsamos fuertemente la Ley de Economía del Conocimiento que incluía un apartado para evitar la doble tributación, y que luego fue removido de manera arbitraria, esto encarece los costos hasta en un 30 o 40% para los exportadores que quieren cumplir el circuito legal", explica.
Añade que las restricciones a utilizar otros formatos cambiarios, dificultan el ingreso de dólares del exterior por el circuito formal, que paga impuestos y en parte retribuye el esfuerzo educativo.
En cambio se deriva a través de un circuito paralelo que, en muchos casos, fomenta la elusión impositiva, porque se produce un blanqueo en la forma de facturas de servicio monotributista a empresas.
Las empresas argentinas exportan al oficial y deben pagar licencias al solidario
"Esta situación es completamente conocida por el Gobierno y no puede resolverse con imposiciones a la fuerza, porque los fondos se encuentran fuera de jurisdicción, sino con creatividad y diálogo", señala Valente.
En este punto, lamenta que "pareciera que la única propuesta para estimular una industria son créditos blandos, se desconoce que el sector del conocimiento lo que menos requiere es dinero, sino un entendimiento de las reglas de juego a esta altura del partido".
Por último, Candelo llamó a tener una visión de largo plazo y explotar el potencial exportador de la industria del software. Para eso es necesario replantear algunos esquemas tributarios que impactan al sector como el impuesto a las ganancias.
Desde CESSI impulsan Software as a Future (Saaf), un programa que busca fomentar la formación y el empleo en la industria a partir de diferentes acciones como la generación de incentivos para la elección de las profesiones digitales; la formación para la empleabilidad en tecnología en todas sus etapas y niveles, y el trabajo y crecimiento de nuevos profesionales.
El plan incluye la ambiciosa meta de generar más de 400.000 nuevos empleos, u$s20.000 M de producción bruta anual al año 2031 y exportaciones por más de u$s10.000 millones anuales incrementales.
Para que eso suceda, habrá que "cerrar el grifo" de profesionales que trabajan para el exterior, de manera freelance o mudándose. Y que la industria del conocimiento pueda seguir creciendo en el país.