Esta semana AMC, la mayor cadena de cines a nivel mundial (más de 11.000 pantallas) anunciaba su intención de explorar nuevas vías de negocio. ¿El objetivo? Ampliar sus ingresos más allá de lo que ya perciben de la venta de entradas, las acciones de marketing dentro de sus recintos o la restauración.
Resulta curioso que lo haga precisamente ahora, cuando parece que la taquilla mundial muestra signos de recuperación. Gracias a los buenos resultados cosechados por títulos como Bond, Dune o Venom, la consultora Gower Street ha revisado al alza sus previsiones para 2021, que ahora se sitúan en 21.600 millones de dólares, un 80% más de lo que los cines recaudaron en 2020.
La cifra, sin duda, invita al optimismo, pero todavía está muy por detrás (un 49%) de lo que los cines recaudaron mundialmente en 2019.
La cadena AMC es una de las que ha encarado grandes cambios para aggiornarse a las condiciones actuales del negocio
El empujón que los blockbusters han dado al negocio de la exhibición es evidente, pero la persistencia del coronavirus y las medidas adoptadas por varios estudios, acortando la ventana de exclusividad comercial de las salas, no parece que vayan a propiciar una vuelta inmediata a las cifras de ingresos de antaño.
Por eso algunas cadenas de exhibición, como AMC, han decidido tomar medidas.
Pochoclo, criptomoneda y NFT
El negocio del pochocloes extraordinariamente lucrativo para los cines, por eso no sorprende que AMC haya decidido comercializarlas fuera de sus recintos. A partir del año que viene se podrán adquirir en quioscos, centros comerciales y supermercados. El producto, debidamente empaquetado y customizado con la marca de la empresa, permitirá a los asistentes al cine llevarse un pedacito de la experiencia del cine a sus casas.
"Después de todo estamos en el siglo XXI". Así resumía Adam Aron, CEO de AMC Entertainment Holdings, su cambio de mentalidad con respecto al negocio de internet, hacia el que tradicionalmente habían tenido mucha desconfianza. Ahora han decidido lanzarse de lleno a la piscina de la economía digital, empezado por la criptomoneda. AMC lleva meses actualizando toda su infraestructura técnica para admitir el pago de las entradas mediante Bitcoin, Ethereum, Litecoin, Dogecoin y Shiba Inu.
Durante la llamada a inversores, Aron también anunció que están considerando dos acciones más. De un lado, el lanzamiento de una criptomoneda propia. De otro, comercializar activos digitales no fungibles.
La próxima vez que pidas pochoclo por ahí viene acompañado de un NFT
Los NFT se han convertido en tendencia emergente en infinidad de sectores. El terreno del entretenimiento parece extraordinariamente fértil para este negocio del coleccionismo digital de propiedad absoluta, verificable y en exclusiva. Según el CEO, la compañía se encuentra actualmente en conversaciones con distintos estudios de Hollywood para lanzar NFT vinculados a los grandes estrenos.
Ya en septiembre, en declaraciones a la cadena CNBC, Aron comentó que estaban explorando esta posibilidad y que ya había ideas sobre la mesa, como hacer NFT de entradas conmemorativas de películas. El negocio parece redondo. Para un circuito que estrena entre 50 y 100 taquillazos al año esta podría ser una acción extraordinariamente lucrativa.
Además, permitiría tender un puente entre cines y espectadores que marque cierta continuidad en la relación, ese engagement tan necesario para que exista continuidad en el uso de cualquier servicio.
Con el aumento de la popularidad de los NFT más estudios parecen decididos a impulsar acciones que los incluya para explotar todas las posibilidades que ofrece un blockbuster a la hora de extender la experiencia cinematográfica más allá de los cines. Si la tendencia se consolida, y todo parece que así será, podemos contar con que cada taquillazo venga con una abundante parafernalia digital de bajo el brazo.
Los NFT, más allá de alimentar el frikismo digital, también podrían convertirse en un incentivo que refuerce la asistencia a las salas (el ser necesario para adquirirlos) y, por el camino, cubrir ese agujero de recaudación que ha dejado la pandemia y el cambio en los hábitos de consumo.