Durante los primeros años, Chalkbeat y Laurene Powell Jobs parecían la pareja perfecta.
La filántropa multimillonaria y viuda de Steve Jobs era conocida por su interés en la educación y la reforma escolar, y la redacción del medio de comunicación Chalkbeat, sin ánimo de lucro, tenía la convincente misión de informar en profundidad sobre política y práctica educativa.
Así que en 2015, Emerson Collective, la oficina personal de Powell Jobs, concedió una subvención de 2 años a Chalkbeat. Fue la primera de un total de 1,6 millones de dólares en cheques emitidos a la publicación y una de las primeras subvenciones a medios de comunicación de Powell Jobs, que dedicaría los siguientes años a transformar a Emerson Collective. Esta pasó de ser una pequeña organización que buscaba promover el cambio social a una de las empresas de filantropía e inversión más financiadas y ambiciosas de Estados Unidos.
Chalkbeat podría haber seguido siendo un ejemplo más de la incalculable generosidad de Powell Jobs (uno de miles) si no fuera por parte de su línea editorial.
En mayo, Emerson Collective dejó por completo de financiar la publicación. La decisión, según explica un antiguo empleado a Business Insider, fue, al menos en parte, una respuesta al modo crítico que tuvo Chalkbeat de cubrir la información sobre una organización educativa que es uno de los proyectos estrella de Emerson Collective.
Emerson Collective niega que esto sea así.
Fue, en todo caso, una sorprendente muestra de mezquindad institucional de Emerson Collective, una entidad cuyo propósito no había pasado desapercibido para buena parte de su personal. Muchos de ellos habían aceptado trabajar en la empresa persuadidos por la "sincera conexión" de su fundadora con una buena cantidad de causas progresistas.
Y fue también una señal de que quizás muchos habían terminado de entender a Powell Jobs y los principios que guiaban su creciente imperio. Al menos, no la entendían tan bien como suponían.
A diferencia de otras viudas de hombres ricos y poderosos, Powell Jobs no limita sus actividades a lo largo del día a encender velas en recuerdo de Steve Jobs. Sus actividades no tienen casi nada que ver con la vida o la obra del fundador de Apple, y su visión de la vida, desde los negocios hasta las interacciones sociales, es decididamente antijobsiana. Powell Jobs no tiene las famosas asperezas de su difunto marido, y sus conocidos la describen como humilde, paciente y perspicaz.
El mes pasado anunció la creación de un fondo filantrópico de 3.500 millones de dólares para hacer frente a la crisis climática, lo que contrasta con la negativa de Steve Jobs a firmar el The Giving Pledge, la campaña filantrópica iniciada en 2010 por Bill Gates y Warren Buffett para que los hombres y mujeres más ricos del mundo se comprometan a donar, en vida o tras fallecer, la mitad de su fortuna.
En los 10 años transcurridos desde que Jobs murió de cáncer, Powell Jobs casi ha duplicado una fortuna que se basaba en acciones de Apple y Disney. Ahora es una cartera diversificada de activos y negocios cuyo valor su equipo estima en 16.000 millones de dólares.
Posee importantes participaciones en la empresa matriz del equipo de baloncesto Washington Wizards y en 3 estudios cinematográficos, así como un conjunto de activos mediáticos encabezado por The Atlantic. Es una importante donante de campañas electorales que ha contribuido con 15 millones de dólares a lo largo de los últimos años a promocionar candidatos y comités de centroizquierda. Mientras, ha apoyado diversas causas como la supresión de trabas para la obtención de la ciudadanía de inmigrantes indocumentados.
Se trata de un cambio radical en una persona que durante años parecía estar contenta simplemente con existir a la sombra de su marido. A menudo, parece que el mundo no sabe qué hacer con la heredera de Apple, que ha salido con un chef famoso y se va de vacaciones a la Riviera francesa en un megayate mientras ejerce discretamente el tipo de influencia entre bastidores en los medios de comunicación y la política que hace que la burbuja de Breitbart se convierta en una conmoción.
Dentro de Emerson Collective, algunos se refieren a Laurene Powell Jobs como la Reina Laurene, un guiño a la autoridad que ejerce y a la camarilla de luminarias y especialistas que tiene en nómina. Para quienes están dentro o cerca de esta corte, hay dos cosas que han quedado claras en los últimos 10 años. La era de la influencia de Laurene Powell Jobs aún está en pañales, y la versión más amable y gentil de Steve Jobs no es lo que se esperaba de ella.
Sentada en una sala de conferencias de un bufete de abogados sin ventanas en Washington, Powell Jobs hizo uno de los movimientos más significativos en su nueva carrera post-Steve Jobs con una declaración repentina en 2017.
"De acuerdo, me apunto", le dijo a David Bradley, el propietario de la revista The Atlantic, aceptando comprarle la publicación.
Powell Jobs había observado pacientemente mientras Bradley le presentaba sus diapositivas a ella y a su asesor de medios antes de hacer algunas preguntas. Entonces, "en una frase que recordaré hasta mis últimos días", relata Bradley a Business Insider en un correo electrónico, Powell Jobs dijo que estaba dentro. "Tendrás que quedarte conmigo unos cuantos años. Pero hagámoslo", recuerda Bradley que le dijo Powell Jobs en la reunión.
Para Bradley, Laurene Powell Jobs era justo el tipo de "propietaria generacional" que buscaba: alguien lo suficientemente joven como para mantener The Atlantic durante décadas, no años, como venía haciendo desde que compró la revista en 1999.
La primera vez que conoció a Powell Jobs fue en una cena que él y su esposa organizaron en Washington, pero no pudo mantener una conversación con ella hasta más tarde, después de oír de algunos periodistas que conocía que podría simpatizar con su causa.
Tim Cook, CEO de Apple, junto a Laurene Powell, la viuda de Steve Jobs. REUTERS/Lucas Jackson
Powell Jobs tiene 57 años, una larga cabellera rubia y el comportamiento serio pero amable de un diplomático. Alguien que no la conozca podría pensar que encontró la fama en Hollywood y no en el centro tecnológico californiano de Palo Alto, donde se trasladó por primera vez para estudiar en la Escuela de Postgrado de Negocios Stanford poco antes de que Jobs se fijara en ella cuando dio una conferencia como invitado en el campus en 1989.
"Tiene el don de Jackie Kennedy de hacerte sentir como si fueras la única persona en el mundo cuando te habla", dice Graydon Carter, ex editor jefe de Vanity Fair y fundador del boletín Air Mail.
"Es totalmente encantadora y simpática, y se nota que no sufre por tonterías", añadió.
En comparación con el famoso ego desenfrenado y la tendencia a ser hiriente de su difunto marido, Powell Jobs es extraordinariamente humilde, según personas cercanas a ella, y espera lo mismo de la gente con la que trabaja. Es especialmente conocida por su curiosidad y a menudo pasa más tiempo haciendo preguntas que compartiendo su opinión. "Estaba claro que ella o alguien que la asesoraba había leído mucho", dice un candidato político que se reunió con Powell Jobs antes de que contribuyera a su campaña.
Aunque todavía cuenta con el CEO de Apple, Tim Cook, y con el ex jefe de diseño de la compañía, Jony Ive, entre sus amigos más cercanos, la gente dice que su círculo se ha ampliado para incluir todo tipo de celebridades, desde miembros de la sociedad civil de todo ámbito a líderes gubernamentales. Muchos trabajan directamente para Powell Jobs en diversos proyectos de Emerson, como el ex representante de Massachusetts Joe Kennedy, el ex secretario de Educación de EEUU Arne Duncan y el exalcalde de Nueva Orleans Mitch Landrieu.
"Laurene está dispuesta a asumir algunos riesgos y a hacer cosas muy, muy poco tradicionales", dice Duncan, que puso en marcha en 2016 Chicago Cred, la iniciativa estrella de Emerson contra la violencia armada. "Ella no se siente obligada por la filantropía tradicional. Creo que probablemente rechaza eso o se rebela contra eso".
A finales de julio de 2017, Powell y Bradley estaban ya listos para anunciar el acuerdo con The Atlantic. Powell Jobs adquiriría una participación del 70% en la revista por unos 100 millones de dólares, lo que la convertiría en la propietaria mayoritaria de una de las revistas con más historia de Estados Unidos, fundada en 1857 por escritores como Ralph Waldo Emerson (el homónimo de su propia empresa).
En la actualidad, The Atlantic es la joya de la corona del extenso imperio mediático de Powell Jobs, que incluye participaciones en The Athletic, Axios, la empresa de podcasting de Malcolm Gladwell, Pushkin Industries y varios estudios cinematográficos. También incluye millones de dólares en subvenciones a redacciones y organizaciones periodísticas sin ánimo de lucro, como ProPublica y el Comité para la Protección de los Periodistas. Hasta mayo, también figuraba en esta lista Chalkbeat.
Desde 2015, Emerson Collective dice que ha destinado en total 225 millones de dólares a periodismo, tanto en proyectos sin ánimo de lucro como en empresas.
La mayoría de estas inversiones se han realizado bajo el liderazgo de Peter Lattman, un ex editor del New York Times que en su día hizo un perfil de Powell Jobs. Lattman se unió a Emerson Collective en 2016 para supervisar sus inversiones y desarrollar su enfoque para trabajar con las salas de prensa sin fines de lucro, una misión que, como la mayoría de las cosas en Emerson Collective, escala hasta una visión que es mucho más grande que cualquiera de sus partes.
"El periodismo es una piedra angular de nuestra democracia y vemos que está muriendo", dijo Lattman a la Columbia Journalism Review en enero. "Sin que suene demasiado melodramático, queremos intentar ayudar a salvarlo".
A pesar de todas estas misiones de rescate del periodismo, también ha habido algunos fracasos, sobre todo la reciente e ignominiosa caída de Ozy Media, la empresa de medios digitales cuyo cofundador fue acusado de hacerse pasar por un ejecutivo de YouTube mientras recaudaba fondos de Goldman Sachs. Emerson fue uno de los primeros inversores en Ozy en 2013, y Powell Jobs formó parte de su consejo hasta 2017.
Rupert Murdoch, presidente y CEO de News Corporation, en un evento junto a Laurene Powell Jobs. REUTERS/Gus Ruelas
Otros contratiempos son Idea, una revista literaria dirigida por Leon Wieseltier que Powell Jobs desconectó una semana antes de su distribución después de que Wieseltier fuera acusado de acoso sexual. Y está Pop-Up Magazine, la productora de un extravagante espectáculo en vivo, así como la galardonada California Sunday Magazine, que fue retirada de su cartera tras 2 años de propiedad.
Aunque Lattman dirige el día a día, Powell Jobs se ha dado a conocer entre la plantilla de The Atlantic, donde es presidenta del consejo de administración. Hablando con la redacción poco después de la adquisición, Powell Jobs dijo que no tenía intención de censurar ningún contenido ni de indicar sobre qué tenían que escribir.
"Ha sido totalmente fiel a su palabra", dice Bradley, que cedió a Powell Jobs la presidencia en enero y desde entonces se ha retirado de la gestión diaria.
También ha dejado claro que no ve a The Atlantic como uno de sus esfuerzos filantrópicos. Espera que el medio gane dinero, no tanto por ella misma y su beneficio, explicó Bradley, sino como instrumento para demostrar que se trata de un modelo de negocio viable para el periodismo sostenible.
Rápidamente hizo crecer la organización duplicando su gasto en ingeniería e invirtiendo fuertemente en la contratación editorial. Pero en mayo de 2020, cuando el coronavirus frenó los ingresos por publicidad y eventos, Powell Jobs volvió a ser fiel a su palabra de que no trataría la revista como un proyecto de caridad. La empresa despidió a 68 de sus trabajadores.
De vuelta a la corte real de Emerson, la adquisición de The Atlantic representaba un activo más en una organización cada vez más extensa con objetivos diferentes y a veces conflictivos, una organización cuyas divisiones y líderes a menudo operaban como feudos independientes, vinculados más directamente a Powell Jobs que relacionados entre sí.
Incluso dentro de la organización, hay poca idea de cuánto dinero se gasta y a dónde va. No existe una lista de subvenciones ampliamente accesible, lo que mantiene la mayor parte de sus donaciones en secreto para todos excepto para los empleados que extienden los cheques.
Esto podría deberse en parte al modus operandi discreto y moderado de Emerson, que es un reflejo de Powell Jobs. Es otro fuerte contraste con su difunto marido, cuyo talento como showman era tan importante para el éxito y la marca de Apple como la innovación de sus productos.
Powell Jobs no es de las que se suben al escenario para alardear públicamente de su trabajo, que en gran parte se realiza de forma anónima.
Soniakapadia / Wikimedia
Después de que en 2018 se inaugurara en Montgomery (Alabama) el National Memorial for Peace and Justice (Monumento a la Paz y la Justicia), un homenaje a las víctimas de linchamientos raciales producidos en el lugar contra la comunidad negra, ONG de todo el país recibieron invitaciones para llevar a sus empleados a visitar el lugar con todos los gastos pagados. La factura la pagó Emerson, aunque muchas entidades sin ánimo de lucro no lo sabían, según cuentan dos empleados.
De hecho, parece que Emerson participó en la creación del propio monumento. Construido por la Iniciativa de Igualdad de Justicia de Bryan Stevenson, el monumento está situado en un terreno de 24.000 metros cuadrados y consta de 800 losas de acero, cada una de las cuales representa un condado de EEUU donde tuvo lugar uno de estos linchamientos. No hay información sobre el donante en ninguna parte del sitio ni en la documentación.
Powell Jobs hizo unas rápidas declaraciones antes de la ceremonia de inauguración y asistió al acto principal. Emerson también ha hecho algo de marketing para el monumento sin atribuirse el mérito. La mayor pista de la participación de Emerson proviene de la Fundación Comunitaria de Silicon Valley, que hace donaciones en nombre de Emerson Collective y que movió casi 7 millones de dólares en contribuciones a la Iniciativa de Justicia Igualitaria entre 2015 y 2018. Un portavoz de Emerson Collective confirmó que es un importante donante de EJI, pero aclaró que no todos esos 7 millones de dólares salieron de sus arcas. EJI no ha respondido a Business Insider.
Varias personas cercanas a Emerson dicen que Powell Jobs no quiere que su nombre o su participación en proyectos filantrópicos distraigan del trabajo que se realiza sobre el terreno. "La humildad es un valor que está escrito en el ethos de Emerson", dice un exempleado a Business Insider.
Por supuesto, el anonimato también tiene sus ventajas para Powell Jobs, que es tan reservada y controla su imagen tanto como lo hacía Steve Jobs.
Un fotógrafo acostumbrado a trabajar con celebridades que tomó fotos de Powell Jobs para un perfil del Washington Post de 2018 la recuerda como alguien "perfectamente agradable", pero rodeada de un séquito de "rottweilers". Estaba "excesivamente controlada en todos los aspectos", explica el fotógrafo.
Después de la sesión, compró los derechos de las fotos por decenas de miles de dólares, según este profesional, impidiendo que nadie más las utilizara. (Emerson Collective aclara que compró las fotos para poder utilizarlas).
Aunque viaja con frecuencia, rara vez se toma descansos y no le gusta que su asistente utilice la palabra "vacaciones" cuando la gente pregunta por su paradero.
Un antiguo empleado incluso vio un paralelismo con el famoso "campo de distorsión de la realidad" que Steve Jobs esgrimía para hacer que la gente viera las situaciones como él quería. Pero mientras el poder y los actos de Steve Jobs giraban en torno a la promoción de los intereses de Apple, los intereses de Emerson son menos evidentes, y puede ser notablemente difícil rastrear la influencia y el impacto de los proyectos de la empresa en la sociedad.
Dado que Emerson está estructurada como una sociedad de responsabilidad limitada y no como una organización sin ánimo de lucro, no hace públicas sus finanzas. No tiene un consejo de administración y no publica informes anuales sobre sus donaciones o sus resultados. Incluso proyectos como la iniciativa contra la violencia armada Chicago Cred, que recibe la mayor parte de su financiación del Emerson Collective, obtienen su dinero a través de un fondo asesorado por donantes que oculta sus orígenes en las declaraciones públicas, lo que hace difícil saber exactamente cuánto dinero ha salido de la empresa.
"Tengo la sensación de que Emerson Collective está haciendo las cosas en serio y que no hablan por hablar, pero también ha habido en la empresa falta de transparencia", detalla Uriel Hernández, un político radicado en East Palo Alto que acaba de terminar un mandato de 4 años como comisionado de planificación de una ciudad donde Emerson está desarrollando negocios a lo largo de un paseo marítimo industrial a través de tiendas, oficinas, viviendas y un centro comunitario.
A principios de este año, una demanda acusó a Emerson de utilizar su enorme riqueza e influencia para mover hilos que le beneficiarían financieramente y desde el punto de vista de su imagen pública. Según la denuncia, Emerson forzó la fusión de 2 empresas de tratamiento de aguas residuales en las que tenía importantes participaciones.
Algunos inversores de la empresa más grande se opusieron a la fusión, que consideraron una forma de "rescatar" a la otra empresa "en decadencia", según la acusación. Pero en noviembre de 2019, antes de la reunión para votar el acuerdo, un asesor de Emerson se reunió con algunos de los miembros del consejo de administración de Cambrian (la empresa más grande), en la que Emerson era el mayor accionista.
Si el consejo no aprobaba el acuerdo, Emerson Collective retiraría su apoyo financiero a Cambrian por completo, dijo el asesor a los directores, según el escrito. Pero si se aprobaba, la empresa inyectaría suficiente efectivo en la compañía combinada para financiar la adquisición, así como cientos de miles de dólares en recompra de acciones de los directores de Cambrian. Al final, según estos documentos, Emerson Collective se salió con la suya.
Desde entonces, la denuncia se ha resuelto "de forma amistosa", según un portavoz de Emerson.
Russlynn Ali se hizo muy amiga de Powell Jobs hace casi dos décadas, cuando Steve Jobs estaba al frente de Apple y la influencia de Powell Jobs se limitaba sobre todo a la zona de la bahía, donde dirigía College Track, una organización sin ánimo de lucro creada con Carlos Watson (que más tarde se convertiría en el director general de Ozy Media) que ayuda a estudiantes de secundaria con pocos recursos a acceder a la universidad.
Ali se unió por primera vez a Emerson Collective para dirigir sus inversiones en educación en 2012; luego, en 2015, ella y Powell Jobs cofundaron el Instituto XQ, una organización independiente sin ánimo de lucro respaldada por Emerson Collective.
Russlynn Ali, CEO del Instituto XQ, a la izquierda, y Powell Jobs en 2015. Angela Weiss/Getty Images For EIF
"Creo que compartimos la creencia de que este es uno de los temas más importantes, si no el más importante, en materia de derechos civiles y justicia social de nuestra generación", dice Ali sobre Powell Jobs. "La educación era el camino para ambas".
Detrás de XQ está la controvertida tesis de que la tecnología transformará fundamentalmente el futuro del trabajo y exigirá un nuevo enfoque de la educación. El sistema educativo estadounidense, escribió Ali en un ensayo de 2019 en The Atlantic, está "tambaleándose". La mejor salida, sostiene Ali, es "repensar y revigorizar" la forma en que las escuelas enseñan.
Para hacer frente a esto, Ali y Powell Jobs lanzaron XQ: The Super School Project, y adjudicaron subvenciones por valor de 10 millones de dólares a 10 ganadores de un concurso para repensar las escuelas secundarias estadounidenses en 2016. Un año más tarde, presentaron un especial televisivo de una hora de duración repleto de estrellas que incluía una actuación en directo de Kelly Clarkson, una canción en un autobús escolar con Tom Hanks y James Corden y una pregunta clave: "¿Qué pasaría si las escuelas liberaran el poder de la tecnología para transformar la educación?"
En total, Emerson Collective ha invertido unos 300 millones de dólares en el Instituto XQ, lo que lo convierte en uno de sus proyectos mejor financiados, según personas familiarizadas con las finanzas de la empresa.
Como era de esperar con esa cantidad de gasto, el esfuerzo ha atraído cierto escrutinio.
En otoño de 2019, Chalkbeat informó de que XQ se había apoyado ocasionalmente en datos erróneos o engañosos para respaldar las tesis que sostenía en sus campañas publicitarias. Otro artículo de Chalkbeat planteó una pregunta más punzante: 3 años después de que XQ viera la luz en mitad de un potente programa de subvenciones, "¿está funcionando?".
A finales de ese año, Emerson Collective decidió reducir su apoyo a Chalkbeat y conceder a la publicación una última subvención de salida de 200.000 dólares.
Ali había indicado en una conversación que la cobertura negativa de Chalkbeat dejaría de ser un problema una vez que se agotara su subvención, revela un antiguo empleado. Y según un correo electrónico de 2021 visto por Business Insider, Ali consideraba que la cobertura crítica de Chalkbeat era demasiado opinable.
En algún momento a raíz de la cobertura crítica de Chalkbeat, Lattman emitió directrices para que el fondo de medios de comunicación de Emerson Collective no respaldara a ningún medio de comunicación educativo, según personas familiarizadas con la situación. Emerson Collective dice que las directrices se pusieron en marcha en el cuarto trimestre de 2019. Una fuente independiente dice que ocurrió más tarde.
Aunque la ética periodística finalmente prevaleció, el episodio perturbó a algunos iniciados y puso en duda el compromiso de Powell Jobs y su habilidad de hacer malabares con los ideales en competencia dentro de su organización.
Powell Jobs "aprueba todo", aclara un exempleado. "Hay que suponer que Russlynn no actúa sola".
Un portavoz de Emerson Collective explica que la empresa se enorgullece de haber apoyado desde el principio y durante mucho tiempo a Chalkbeat. "Tras más de cinco años y 1,6 millones de dólares de financiación, nuestro apoyo finalizó este año. Estamos deseando ver su continuo crecimiento".
La directora general de Chalkbeat, Elizabeth Green, comenta a Business Insider en un comunicado: "Soy una firme creyente en que el periodismo apoyado por la filantropía puede y debe ser rigurosamente independiente. Emerson Collective hizo una gran apuesta por el modelo de Chalkbeat desde el principio, y durante los muchos años que apoyaron nuestros reportajes sobre educación, fueron un generoso donante. Además de los recursos financieros, Emerson nos proporcionó una formación para la recaudación de fondos que nos permitió movilizar un grupo fuerte y estable de partidarios que hacen posible nuestro intrépido periodismo independiente."
En agosto de 2021, resurgió la cuestión de la cobertura de la educación por parte de Emerson. Durante años, Ali había estado presionando para financiar un sitio web de educación diferente llamado The 74, que estaba más alineado con la política de Ali y Powell Jobs.
El equipo de medios de comunicación no quiso financiarlo tras considerar que el sitio web era demasiado político, así que Ali pidió a la segunda al mando de Powell Jobs, Stacey Rubin, que lo financiara con dinero destinado a organizaciones políticas, según un correo electrónico visto por Business Insider.
Hasta ahora, la financiación no se ha producido. (Nunca fue una "consideración seria", según otra fuente familiarizada con la conversación).
Si el conflicto ha provocado riñas dentro de Emerson Collective, esto no ha afectado a la relación entre Ali y Powell Jobs. En septiembre, la pareja fue fotografiada junta en Roma, donde cenaron y vieron a la hija de Powell Jobs, Eve, su tercera hija con Jobs, la menor, competir en salto de obstáculos en el Longines Global Champions Tour.
Sentados en los laterales del Circo Máximo, el antiguo estadio que utilizaban los emperadores para las carreras de cuadrigas, la pareja parecía agotada por el intenso calor italiano. De vez en cuando, Powell Jobs consultaba su iPhone antes de volver a mirar el circuito de saltos que tenía delante.
"Es tan novia mía como lo era hace 20 años", me contó Ali unos días antes de que se hicieran las fotos. "No lo digo a la ligera cuando digo que recibiría una bala por ella", ahondó Ali en otro momento.
El interés público por Powell Jobs no ha dejado de crecer a lo largo de los años, con noticias periódicas sobre sus diversas inversiones y donaciones y una oleada de entusiasmo que se produjo tras unas imágenes recogidas por Vanity Fair con el chef Daniel Humm, que dirige el Eleven Madison Park, con estrella Michelin, y con quien ya no está unida pero del que sigue siendo buena amiga.
Las semanas venideras traerían nuevos altibajos para Emerson Collective, desde el anuncio del fondo climático de 3.500 millones de dólares hasta la embarazosa cobertura de los vínculos financieros de la firma con Ozy Media.
La firma invirtió por última vez en Ozy en 2019, y Powell Jobs dejó la junta directiva 2 años antes, según Emerson Collective.
Ese afortunado giro en el tiempo significa que Powell Jobs presumiblemente no estuvo involucrada en la extraña y posiblemente ilegal conducta en Ozy detallada en un explosivo artículo del New York Times.
Pero los problemas de Ozy son solo una muestra del tipo de escrutinio al que se enfrentará Powell Jobs a medida que su influencia y su riqueza sigan creciendo. Las inevitables controversias y los conflictos de intereses que conlleva la gestión de una organización grande y diversificada probablemente se verán aún más acrecentados a medida que Powell Jobs intente equilibrar los diversos intereses financieros y políticos de Emerson con su compromiso de ser una potencia mediática neutral.
Es el tipo de viaje accidentado al que solo se apunta alguien con una visión decidida e inquebrantable, y podría ser la similitud más reveladora entre Powell Jobs y su difunto marido.
"Es horrible y maravilloso a la vez recibir de repente tanto dinero", dice Carter, de Air Mail.
"Existe esta enorme responsabilidad de hacer lo correcto", comenta, alabando el enfoque de Powell Jobs. "Y es mucho mejor que comprar un barco más grande o hacerse cirugía plástica".
Fuente: Business Insider España