Latinoamérica está viviendo un boom de inversiones, con varios unicornios naciendo en varios países de la región. Sin ir más lejos, este año seis startups de Argentina, cinco de Brasil, dos de México, una de Uruguay y otra de Chile pegaron el gran salto y valen más de u$s1.000 millones.
Pero existe una nación del subcontinente que no cuenta con ninguno, aunque un ejecutivo nacido en ella ha ayudado a algunas firmas regionales a alcanzar ese estatus.
Se trata del CEO de Softbank International, el brazo inversor del gigante japonés que apoyó a la argentina Ualá, la colombiana Rappi y la brasileña Único, entre otras. Pero que también se hizo cargo de WeWork y mantiene acciones de Apple, Qualcomm y otras tecnológicas de gran porte.
El ejecutivo en cuestión es Marcelo Claure, un multifacético empresario nacido en Bolivia y una de las personas más acaudaladas de América Latina, con una fortuna de u$s2.200 millones.
Del fútbol a los celulares
Claure nació en La Paz el 9 de diciembre de 1970, hijo de un diplomático de carrera que trabajó como representante de Bolivia para la Organización de las Naciones Unidas. El empleo de su padre le permitió viajar por el mundo, residiendo en Guatemala, República Dominicana y Marruecos, aunque vivió en su país natal la mayor parte de su infancia.
El espíritu emprendedor estuvo desde siempre en su ADN. Durante su niñez ya ganaba su propio dinero vendiendo la ropa del negocio de su madre.
En 1989, al terminar la secundaria, Claure abandonaría nuevamente Bolivia para estudiar Economía y Finanzas en la Universidad de Lowell, primero, y en el Bentley College de Waltham, ambas en Massachusetts, EE.UU.
Tras graduarse, en 1994, viajó de regreso a su país y en el vuelo conoció al presidente de la Federación Boliviana de Fútbol, Guido Loayza, quien lo nombró jefe de operaciones comerciales de la entidad, en la que administró un programa de marketing internacional.
El éxito no demoraría en llegar Ese mismo año, la selección boliviana clasificaría por tercera vez a una Copa del Mundo, tras 44 años fuera de la máxima competición mundial. Loayza reconocería más tarde los esfuerzos de Claure en aquel logro histórico.
Terminado el torneo disputado en EE.UU., Claure comenzó en ese país su camino empresarial. Se radicó en Boston y compró USA Wireless, un distribuidor de celulares, en un momento en el que estos dispositivos eran demasiado caros y no eran tan populares como ahora.
"Después de desarrollar una relación con el propietario, compré la tienda a cambio de un celular", relató Claure en una entrevista, acerca de su primera inversión de negocios. En tan solo un año, llegó a levantar una cadena de 134 comercios, no solo en Massachusetts, sino también ampliando el mismo por otros estados del noreste estadounidense como Nuevo Hampshire y Connecticut.
Amoldando sus objetivos en este creciente mercado, y comenzando a ser reconocido en el ámbito empresarial de la potencia global, el emprendedor boliviano se convertiría en 1996 en presidente de Small World Communications, una cadena de telefonía celular con sede en California.
Ante el éxito en la venta de teléfonos, Claure colocó en 1997 la piedra fundamental de su principal negocio: fundó Brightstar Corporation junto a su socio Dave Peterson.
El gigante de las telecomunicaciones
Visionario como pocos, Claure supo que el negocio de la telefonía móvil rápidamente crecería y que Latinoamérica era un terreno virgen. Así, Brightsar ayudaría a los fabricantes de celulares móviles a distribuir sus productos a los operadores de la región.
En una suerte de "desafío", nombró a la firma combinando CellStar Corporation y Brightpoint Incorporated, sus principales competidores. Y vendió todo lo que tenía para darle vida: en octubre de ese año, Brighstar ya tenía su sede en Miami para atender a todo Latinoamérica.
La firma se encargaba de distribuir teléfonos y accesorios. A la vez, gestionar el inventario, logística, facturación y asistencia a clientes mayoristas, revendedores, operadores de red y fabricantes de equipos locales en todo el mundo.
El primer gran acuerdo lo firmó con Motorola, asegurándose la distribución para toda América Latina y abriendo oficinas en Argentina, Uruguay, Venezuela, Ecuador, Perú, El Salvador, Bolivia, Brasil y Paraguay en 2000. Más tarde, lanzó subsidiarias en Europa, Oriente Medio y Asia.
Esa asociación con Motorola permitió que la firma instalara en 2005 su fábrica en Tierra del Fuego, que controlaba hasta el año pasado cuando –acorralado por las deudas– vendió en el valor simbólico de un dólar al Grupo Mirgor. Hasta entonces, producía el 20% de los celulares del país, el 100% de los equipos LG y el 25% de Samsung.
En 2006, Claure pasó a estar en el radar de su actual empleador. El conglomerado japonés Mitsui & Co se convertiría en el segundo mayor accionista de Brighstar detrás de Motorola.
Hace 10 años, la firma concretó su debut en el Nasdaq y tres años más tarde ya reportaba ingresos por u$s7.000 millones anuales y ganancias por u$s260 millones. Esos números no pasaron desapercibidos ante Masayoshi Son, CEO y fundador de uno de los grupos de inversión y telecomunicaciones más importantes de este siglo: SoftBank.
Son, quien también hizo su fortuna con las telecomunicaciones, compraría u$s1.260 millones en acciones en 2014, lo que aseguró a Claure una silla en el club de los multimillonarios.
De liderar Brightstar a Sprint
Tras fusionarse con SoftBank, Claure pasaría a formar parte del conglomerado nipón, que también acaba de comprar por u$s21.000 millones a Sprint, un operador móvil líder en EE.UU. Dado su conocimiento del mercado celular, fue nombrado CEO de la telco y comenzó un plan de reducción de gastos y mejora de la reputación de la marca que la ubicó entre las más relevantes.
Para ello, selló acuerdos con personalidades como el YouTuber Jake Paul, o el rapero Jay Z, al que conocería luego de que Sprint comprara en 2017 el 33% de las acciones de TIDAL, competidor de Spotify. No sólo eso: logró que Sprint sumara más de 2 millones de usuarios y orquestó una fusión con el operador alemán T-Mobile, en uno de los hitos más destacados de la firma y de Claure.
Su liderazgo y astucia hicieron que se convirtiera en gerente de Operaciones (COO) de Softbank, en 2018, momento en el que el gigante creó un fondo de u$s100.000 M para invertir en startups.
Entonces, Claure fue invitado a mudarse a Tokio y a trabajar de manera directa con el COO de Softbank para "aprender" cómo descubrir emprendimientos que escalen. Pero no tardaría en darse cuenta que había pocos fundadores nacidos en América Latina, pese a que existía un ecosistema de alto nivel de talento e innovación. Pero faltaban inversiones.
Con todo lo aprendido en Tokio, Claure convenció al holding de lanzar un fondo centrado en la región. Así, nació Softbank Latin American Fund, con un presupuesto de u$s5.000 millones destinados a encontrar los nuevos unicornios de la región y que ya invirtió en 30 compañías fintech, e-commerce e insurtech.
Sin embargo, Softbank tenía un gran inconveniente: WeWork, una de las "joyitas" de su portfolio, en gran parte por el polémico management de Adam Neumman, su CEO y fundador. En efecto, diferentes controversias derrumbaron la posibilidad de que el gigante del coworking saliera a la Bolsa. Softbank no dudó: lo separó de su cargo y adquirió el 80% de la firma.
Claure fue quien lideró el operativo "saneamiento". La firma venía de una fuerte crisis, agravada por el cierre de sus sedes por la pandemia: pasó de valer casi u$s40.000 M a menos de u$s3.000 M.
Los esfuerzos del empresario boliviano dieron sus frutos: en 2020, WeWork tuvo ingresos por 3.200 millones y se prepara para salir a la bolsa a través de una SPAC (por sus siglas en inglés). Esta modalidad consiste en crear una firma sin operación comercial que haga una oferta inicial de acciones (IPO) y, una vez que ya esté listada en el Nasdaq, fusionarse o ser adquirida por WeWork.
Loco por el fútbol (y el surf)
Considerado una de las personas más ricas de la historia de Bolivia, Claure es un apasionado del fútbol, a tal punto que en 2008 se convirtió en el dueño de su club favorito, el Bolívar, del que recientemente fue confirmado como presidente.
Sin embargo, el cargo lo ejerce de manera interina Loayza, quien lo iniciara en el negocio futbolístico, ya que actualmente vive con su pareja y dos de sus cuatro hijos en Miami Beach. En esa ciudad balnearia adquirió junto al exfutbolista inglés David Beckham el Inter FC de Miami.
Claure también encuentra tiempo para la filantropía. En 2005 fue miembro fundador de la organización One Laptop Per Child (Una Laptop por Niño), enfocada en buscar computadoras de bajo costo para que los niños de escasos recursos tuvieran una durante su paso por la escuela. Y que inspiró a los planes Conectar Igualdad y Sarmiento, en Argentina; y Ceibal, en Uruguay, entre otros países.
Su otra pasión es el surf, que práctica con frecuencia en Miami. Una alegoría con su capacidad de nadar contra la corriente y saber cuándo subirse a la ola en los negocios.