Hace unos años, un artículo del New York Post tildaba a los videojuegos de "heroína digital", una hipérbole no apoyada por la ciencia y acuñada como estratagema para incentivar los clicks a la historia.
Todas las decisiones relacionadas con cuestiones que afectan a aspectos éticos y comerciales son importantes, ya que tienen consecuencias sociales y afectan al comportamiento de los consumidores. Pero ni todos los videojuegos son poco deseables para el comportamiento y al cerebro de las personas ni generan adicción por defecto. De hecho, un buen uso de los mismos puede ayudar a comprender cómo funciona el entramado de materia gris, neuronas y otros elementos del órgano que centraliza el sistema nervioso. En algunos casos, incluso mejoran algunas de sus funciones.
Entender tu cerebro a través del juego
Los videojuegos pueden ayudar a los jóvenes a lidiar con la depresión o la ansiedad
Pablo Barrecheguren es doctor en biomedicina especializado en neurobiología y también gamer. Su pasión por este género le ha llevado a escribir un libro Neurogamer, cómo los videojuegos nos ayudan a comprender nuestro cerebro (Paidós, 2021). En él, desmitifica algunas de las ideas que circulan sobre los videojuegos y aclara por qué la exposición a determinadas tramas pueden desembocar en ciertos comportamientos. Barrecheguren y José Antonio Molina, doctor en psicología y profesor en la Facultad de Educación de la Universidad Complutense de Madrid, explican cómo impactan los videojuegos en el cerebro.
1. Jugar en primera persona ¿nos hace más violentos?
La violencia parece tener un agravante cuando se asocia con videojuegos, a diferencia de cuando se hace con el cine o una novela. En el videojuego, el jugador toma un papel activo. Esto hace que algunos títulos se utilicen como entrenamiento en el entorno militar, lo que deriva en la creencia de que esta opción de ocio en primera persona pueda fomentar comportamientos violentos. Culturalmente, no existe la creencia de que tras ver En Tierra Hostil los espectadores se vuelvan más agresivos. Pues tampoco existe base científica para pensar que lo hagan tras jugar a Call of Duty. "Neurológicamente hablando no hay tanta diferencia entre ver hacer una acción y hacerla nosotros mismos. Esto se debe a que se activan en el cerebro partes que usamos para ver esa acción", explica el neurobiólogo. Por lo que, desde la neurociencia, este supuesto queda descartado.
2. El hiperrealismo puede insensibilizar
Cuestión diferente, pero asociada también a la violencia, es la insensibilización. Exponerse de forma regular a luchas realistas teñidas de sangre genera una respuesta en el cerebro progresivamente más neutra. "No es que al jugador le guste cada vez más la violencia, sino que le resulta menos impactante", manifiesta Barrecheguren. La insensibilización no es algo deseable. Pero esto no supone, por ejemplo, que no se le pueda sacar provecho a cierto material, por ejemplo, bélico. "Sobre los videojuegos que se basan en situaciones de guerra, lucha o violencia callejera, pienso que ocurre lo mismo que con otro tipo de contenido cultural como son los libros o las películas. No es lo más importante el tipo de contenido, sino la aproximación que se hace", continúa el autor.
Existen investigaciones sobre el juego PeaceMaker, que ofrece una perspectiva alternativa sobre el conflicto entre Israel y Palestina, que lo valoran como una herramienta positiva para desmontar ideas preconcebidas sobre el enfrentamiento. "Este mensaje es muy diferente al que pueden dar otro tipo de videojuego que banalizan estas situaciones. Hay trabajos que avalan que se pueden hacer videojuegos que tengan un impacto positivo", asegura el científico.
Por su parte, el doctor en psicología alude a un símil práctico sobre cómo la violencia puede influir en los jugadores. "Podemos comparar la situación con la de un coche. El automóvil es peligroso si lo conduce alguien que no lo haya revisado o si se supera la velocidad permitida. También, si se juega durante un periodo de tiempo que limite otras actividades de la vida o si se facilita a una persona con poco autocontrol (como un niño). Entonces, serán perjudiciales".
3. Algunos son capaces de mejorar la empatía
Michael, Franklin y Trevor, protagonistas del videojuego GTA V
"Es importante aclarar que dependiendo del tipo de videojuego este puede aportar o no beneficios", explica Berrecheguren. En el ámbito emocional, por ejemplo, existen algunos títulos relevantes que lanzan mensajes para sensibilizar a la audiencia. Algo que se consigue gracias a la capacidad de crear personajes con los que el jugador se pueda identificar. Este fenómeno activa las neuronas espejo, que reflejan el comportamiento del otro como si lo estuviese haciendo uno mismo. Asimismo, son las que posibilitan la empatía. Uno de los títulos que se sirve de estos mecanismos para cambiar la percepción ante determinados asuntos es Hellblade: Senua’s Sacrifice, cuya protagonista sufre esquizofrenia. "Se diseñó siguiendo el asesoramiento de pacientes y neurocientíficos para que el jugador pudiese ponerse en la piel de la protagonista. Se ha visto que, al menos en cierto grado, ayuda a las personas que lo juegan a romper los estigmas en torno a esta enfermedad", añade el neurobiólogo. En su libro, el autor destaca cómo por una parte esta historia ayuda a entender el sufrimiento de los padecen esta condición, al tiempo que demuestra que la enfermedad no es el rasgo definitorio de quienes la padecen.
4. Ponen al descubierto los valores morales
Jugar a videojuegos es también un modo de activar reacciones neuronales positivas
La ficción que se vive a través de la pantalla es también una herramienta para percibir y descubrir la propia moral. Según indica Barrecheguren en su libro, parece ser que el cerebro valida ciertos comportamientos morales como que en videojuegos violentos se juega de forma más agresiva cuando está justificado. Además, si se empatiza con el protagonista los efectos se acentúan.
5. ¿Favorecen el bullying?
Los juegos online no alienan a los niños, y en ocasiones fortalecen los lazos de amistad entre ellos
Por otra parte, determinados comportamientos analógicos como el bullying se han heredado también en digital. Que las historias se jueguen junto a otros en entornos online ha favorecido la difusión de estos problemas. Por ejemplo, como explica Berrencheguren, los jugadores del conocido juego Fornite han creado incluso un insulto: Default. Esto alude a quienes lo juegan en modo básico, lo que quiere decir que no gastan dinero para mejorar su experiencia virtual. Es una réplica del acoso que pueden sufrir los niños por no utilizar ropa de cierta marca en el colegio. "Todo esto pasa porque ahora mismo los videojuegos son más que una mera pantalla, son entornos sociales", expone el neurobiólogo. Lo preocupante es si este tipo de títulos están diseñados para hacer que proliferen estas actitudes abusivas y forzar así el consumo. "Los videojuegos no son un elemento culturalmente neutro, al igual que el cine o la literatura tienen cierto potencial para influir en el comportamiento de los individuos", añade el autor.
6. De por sí, no son adictivos
Los videojuegos no crean adicción si no se hace un mal uso de ellos
Deberían darse varios condicionantes para que un videojuego cree adicción. No obstante, la OMS cuenta con una definición para ello: el Trastorno por uso de videojuegos. "Está caracterizado por un control deficiente sobre el juego, una mayor prioridad ante el juego que respecto a otras actividades y la continuación del juego a pesar de sus consecuencias negativas". Que los videojuegos puedan provocar dependencia es algo que sucedería por su capacidad para alterar el funcionamiento cerebral, como ocurre con las sustancias psicoactivas. "Los videojuegos también activan sistemas de recompensa, en muchas ocasiones de forma similar a cómo lo hacen las sustancias psicoactivas. Entre ellos, destaca el sistema dopaminérgico. No obstante, la activación y la descarga de dopamina que genera una sustancia son mayores que las de un videojuego", expone Molina, también autor de SOS tengo una adicción (Pirámide, 2011).
El trastorno por uso de videojuegos entraría dentro de lo que se llaman adicciones sin sustancia, como la ludopatía. "Existen videojuegos en los que están presentes determinadas mecánicas como la caja de Skinner, que sabemos que se utiliza para que los animales repitan ciertos comportamientos", manifiesta el neurobiólogo. Pero no todos los jugadores abusan, lo que evidencia que dichas mecánicas no siempre están integradas y que las variables personales también influyen. No obstante, es más probable que se desencadene una adicción en personas que tienen una predisposición y en las que no han desarrollado capacidad de autocontrol, como es el caso de los niños.
7. Algunos mejoran la memoria
Algunos videojuegos funcionan como herramientas de rehabilitación neuronal
Existen capacidades cognitivas que mejoran con el entrenamiento y los videojuegos pueden ser una herramienta para alcanzar ese fin. "Los videojuegos potencian aspectos genéricos de la memoria de trabajo, como ir actualizando qué cosas debemos tener en mente y cuáles no mientras se ejecuta una tarea. Esto explicaría porqué en general los videojuegos mejoran esta capacidad cognitiva", comparte en su libro Barrecheguren. Según el tipo de videojuegos se podrían producir cambios estructurales, o de otro tipo, en algunas partes del cerebro, algo relacionado con la plasticidad neuronal. Para que este supuesto suceda, los creadores de videojuegos deben apoyarse en el conocimiento de los neurocientíficos. "Es viable crear videojuegos que le pidan a nuestro cerebro mucho más que estar pasando las horas delante del televisor", indica el neurobiólogo.
Por su parte, Molina coincide en que los juegos mediados por la pantalla pueden entrenar al cerebro: "Es posible activar procesos cognitivos de atención y memoria, generar estrategias, capacidad visuoespacial a través de ellos".
Las buenas prácticas
Como en cualquier elección de ocio que se realice, siempre existen matices. No es igual elegir un blockbuster que trate asuntos banales superficialmente, que optar por una cinta independiente y que revise problemas socioculturales. Más allá de las sensibilidades personales, antes de ponerse a los mandos de un videojuego se deben valorar aspectos relacionados con la adecuación de los títulos por edades, el tiempo de exposición y la compatibilidad con otro tipo de actividades. "Hay dos prácticas esenciales. La primera y principal es que como jugadores, el uso no se convierta en un abuso. Otra cosa importante es tener una buena higiene de sueño", aconseja Barrecheguren.
El uso de pantallas por la noche altera el ritmo circadiano de los niños y contribuye a la privación de sueño
Entre sus recomendaciones, destaca apagar la pantalla, al menos, una hora antes de dormir y prescindir de narrativas que puedan activar el sistema nervioso e interponerse en la conciliación del sueño, indicó La Vanguardia.