API es una sigla que corresponde a Application Programming Interface y permite que las aplicaciones y programas que todo el mundo usa se intercomuniquen entre sí.
De forma llana, el concepto API tiene un carácter formal y corresponde a las funciones y protocolos informáticos con los que los desarrolladores pueden crear programas concretos para bases de datos, sistemas operativos, plataformas online o redes sociales.
Es la interfaz que facilita que programas distintos puedan comunicarse.
Su uso depende de los permisos que el propietario de la API brinda a los desarrolladores de terceros.
El usuario no las observa, pero son el cableado interno que se conecta con código y reglas para que una app funcione.
Iniciar sesión en un juego online desde tu cuenta de Facebook o que una app de trabajo colaborativo mande notificaciones al PC es posible gracias a una API.
Más detalles
Para entenderlo mejor, las API son como un maletín de herramientas, algunas repletas de ellas y otras con solo una función. Sus usos son ilimitados, ya que las emplean instituciones públicas, empresas privadas, organismos locales y un largo, etcétera.
Su principal función es ahorrar tiempo y dinero, y aligerar el trabajo realizado por los desarrolladores. Por ejemplo, puede emplearse la API de un servicio de pagos para un ecommerce o la API de Twitter o de Instagram para que una aplicación nueva se conecte a las publicaciones de estas plataformas sociales.
Estas interfaces pueden ser abiertas o privadas. Incluso las que no son de código abierto permiten añadir una funcionalidad concreta sin dar los datos de cómo se realiza el proceso a nivel interno.
Las API pueden servir para comunicarse con un sistema operativo (WinAPI), con bases de datos (DBMS) o con protocolos de comunicaciones (Jabber/XMPP). También redes sociales (Twitter, Facebook, Youtube, Flickr o Linkedin), CMS como Wordpress o servicios como los de la suite de Google. Las API han hecho más rentable, sencillo y rastreable el social media marketing.
¿En qué ámbitos se usan?
Las API sirven para toda clase de propósitos: sociales, financieros y de pagos online, de ecommerce, para empresas, administración o localización. Solamente desde 2006 a 2015 las API públicas pasaron de 299 a 13.146, según revela una infografía de BBVA. Su crecimiento ha sido exponencial desde entonces.
Usar una API es como subcontratar una función, ya sea esta iniciar un proceso de compra, acceder al stock de un catálogo, identificarte en una plataforma social, darle a me gusta a una noticia o comprar una entrada de cine a través de una web.
Integrar vídeos de YouTube en una web, crear un chatbot para un centro comercial, emplear Google Maps en una app de transporte o compartir vuelos y hoteles en una app de reservas también es posible gracias a esta tecnología.
También usan API las empresas que funcionan con información en la nube. En tal caso se abastecen de las API de Amazon, Microsoft, Google y otras empresas de esta índole.
Eso sí, a veces se ponen trabas a los desarrolladores poniendo un límite de usuarios, solicitando el pago de una licencia a partir de determinado número.
Fuente: Businessinsider.es