Loon ha anunciado su cierre después de años de trabajo debido a los problemas que han encontrado para reducir el precio, principal razón de este proyecto, que buscaba llevar Internet a las zonas rurales o remotas a través de globos situados en la estratosfera.
El director ejecutivo de Loon, Alastair Westgarth, ha anunciado el fin de este proyecto en una publicación en Medium, y ha explicado que se debe a que no han encontrado la manera de reducir los costes lo suficiente como para construir un negocio sostenible a largo plazo, pese a contar con socios dispuestos a ello.
Este proyecto buscaba acercar la conectividad a "los últimos mil millones de usuarios" del mundo, es decir, aquellos que se encuentran en zonas remotas y demasiado difíciles alcanzar, o donde se ofrece el servicio con las tecnologías existentes pero es demasiado caro para la gente común.
No obstante, Loon deja un importante legado. Como detalla Westgarth, el equipo responsable de su desarrollo ha conseguido trabajar con los gobiernos y los reguladores mundiales de la aviación y las comunicaciones, y ha encontrado la forma de hacer volar de forma segura un vehículo ligero durante cientos de días en la estratosfera, así como de lanzar un vehículo del tamaño de una pista de tenis de forma rápida y segura.
También han desarrollado cargas útiles de comunicaciones que pueden conectarse desde la estratosfera a muchos tipos de dispositivos en tierra, y ha sido pionero en el software que gestiona constelaciones de vehículos de conectividad.
En diciembre del año pasado, los responsables de Loon informaron de que los globos ya navegaban en la estratosfera de forma autónoma gracias al aprendizaje por refuerzo profundo, una técnica pionera en este campo.
El Proyecto Loon consiste en una red de globos que viaja sobre el límite con el espacio exterior. El objetivo es llegar hasta zonas del planeta aisladas de las innovaciones tecnológicas para garantizar conexión a Internet a todas aquellas personas que lo necesiten.
Loon inició su andadura en 2013 como un programa piloto de Google, ahora de la matriz Alphabet. La primera prueba se realizó en Nueva Zelanda, territorio en el que se lanzaron 12 globos a la estratosfera. Y en la segunda se lanzaron otros 30 Globos de 15 metros de diámetro. El artefacto ofrece conexión WiFi y transmite la señal a unas antenas de Internet especiales que se conectan en los muros de los edificios.
El comienzo de la historia
El proyecto Loon consistía en utilizar globos aerostáticos para brindar conectividad a amplias regiones
En 2015, le pidieron a Larry Page en el Fortune Global Forum que nombrase uno de los proyectos a largo plazo del que más orgulloso estaba. Google había ampliado recientemente su estructura corporativa en Alphabet, la nueva empresa matriz que le permitía mantener sus experimentos más costosos al margen de Google, su principal motor financiero.
Page no tardó en nombrar el "Proyecto Loon", dentro de la discreta división de moonshots de la empresa, conocida como X. La idea de Loon era extender el acceso a internet por todo el mundo utilizando una red de globos de helio que flotaban a 18 kilómetros del suelo, asociándose con empresas de telecomunicaciones para transportar sus servicios LTE a lugares de difícil acceso.
Google sabía que parecía una locura, pero también creían que podría convertirse en un negocio por valor de más de 8.000 millones de euros.
"Hay muchos lugares en el mundo en los que aún no hay cobertura para teléfonos móviles. Creo que Loon podría cambiar eso", explicó Page, "de una forma que la mayoría de la gente no valora".
Tal y como se supo más tarde, esto requeriría también al usuario en tierra firme la instalación de una antena especial. Con Loon, todo lo que necesitabas era un teléfono móvil.
En 2018, Loon se escindió en una empresa autónoma en el seno de Alphabet, lo que le dio su propia estructura corporativa, una plantilla y un esquema de incentivos, un proceso que a veces se denomina internamente "alfabetización." Si bien estas empresas disfrutan del respaldo de los profundos bolsillos de Google, también se ven empujadas a convertirse en viables comercialmente y a buscar inversiones externas.
Loon mantuvo su sede dentro de X, lo que le daba acceso a algunas de las mentes más brillantes y de los científicos más locos de Google cada vez que el equipo se encontraba con problemas de ingeniería. Entre ellos estaba el mismísimo capitán de los moonshots, Astro Teller.
La dirección de la empresa quedó en manos del CEO, Alastair Wingarth, y su equipo de ejecutivos, conocidos internamente como "A-Staff".
Loon se flexionó con los experimentos tempranos
Google no supo encontrarle el modelo de negocios que justificra los gastos que se venían haciendo
Loon intentó mostrar su potencial pronto, a través de experimentos cortos.
En 2017, la Comisión Federal de Comunicaciones de Estados Unidos (FTC, por sus siglas en inglés) concedió a Loom una licencia experimental para que los residentes de Puerto Rico volvieran a estar conectados después de que el huracán María destruyera la infraestructura de la isla. En 2019, Loon desplegó globos en Perú apenas 48 horas después de que el país fuera golpeado por un terremoto de magnitud 8 en la escala de Richter.
Pero los planes más importantes, los que realmente harían que Loon ganara dinero, estaban luchando por despegar, incluido un proyecto para llevar la cobertura LTE en su totalidad a Sri Lanka.
A principios de 2019 Loon levantó 125 millones de dólares (103 millones de euros) de la filial de SoftBank HAPSMobile, que estaba trabajando en la transmisión de acceso a internet desde drones a gran altura. El respaldo de SoftBank dio a Loon un importante apoyo y un socio estratégico en la estratosfera, de la que Facebook estaba ahora ausente.
"El equipo se había acostumbrado a ser un proyecto de I+D", comenta un antiguo empleado. "La entrada de SoftBank nos dio sentido de gobernanza y responsabilidad".
Al mismo tiempo, Loon invertía millones en investigación, desarrollo y en los salarios de los empleados sin obtener ingresos significativos.
La tecnología del proyecto fue mejorando poco a poco, pero cuando cerró sus puertas, los globos solo podían mantenerse a flote durante una media de 150 días, tras los cuales había que sustituir su película protectora y el helio. Algunos miembros del equipo opinaban que subir los globos más rápido y hacerlos durar más tiempo no solo los haría más eficientes, sino que haría a Loon más atractiva para los inversores externos.
Para conseguirlo, Loon construyó un nuevo y costoso sistema de lanzamiento en su sede de Winnnemucca (Nevada), una localización más alta que la que tenían, que hacía posible el lanzamiento de grandes globos, aunque nunca fue usada, según 2 extrabajadores.
"No paraban de rediseñar la rueda", explica uno de ellos. "Yo no paraba de pensar que en algún momento alguien iba a entrar por esa puerta y empezaría a repartir cartas de despido. No se podía seguir así".
Los costes de Loon seguía creciendo. Al final de su vida útil, la empresa gastaba unos 100 millones de dólares (83 millones de euros) al año, según un reportaje de The Information del pasado noviembre. Otro exempleado familiarizado con las finanzas de Loon confirmó que esa cifra era exacta, y describe un gasto medio mensual de entre 10 y 15 millones de dólares (entre 8,25 y 12,4 millones de euros).
Loon exploró otras vías de ingresos para mantenerse a flote
A principios de 2019 Loon anunció un acuerdo para licenciar su software para los satélites de órbita baja de la empresa canadiense TeleSat.
Al mismo tiempo, los dirigentes pensaban en otras formas de ganar dinero.
En 2019, Loon comenzó a explorar la opción de transportar la conectividad a internet a los cruceros y mantuvo conversaciones con Carnival Cruises para un posible acuerdo, según 2 exempleados familiarizados con la estrategia. La empresa pensó que su tecnología podría ser complementaria a la cobertura por satélite ya existente, que a menudo puede ser lenta y poco fiable para los pasajeros.
Loon también estudió la posibilidad de transportar la conexión a internet a las plataformas petrolíferas en alta mar, a las explotaciones mineras en tierra y a otros lugares de trabajo remotos, sobre todo a los que utilizaban equipos conectados a internet.
Ninguno de estos proyectos llegó a ponerse en marcha. No fue hasta el verano pasado cuando Loon consiguió su primer despliegue comercial, al proporcionar cobertura de internet 4G LTE a casi 50.000 kilómetros cuadrados en Kenia junto a una empresa local de telecomunicaciones.
El CEO, Alastair Wingarth, dijo en declaraciones a The New York Times el año pasado que el equipo eligió Kenia porque era un país abierto a adoptar nuevas tecnologías, aunque les llevó 2 años aterrizar el proyecto. Al mismo tiempo, otro contrato para dar suministro a Perú estaba atascado en un infierno legal.
Pero a medida que fue pasando el tiempo, la compañía se dio cuenta de lo difícil que era cerrar esos acuerdos. Intentaron volar globos sobre Venezuela, que hubiera hecho más fácil acceder a otras partes de Sudamérica, pero el gobierno del país no les permitió hacerlo, cuenta un empleado.
Mientras solucionaban los problemas geopolíticos, el dinero de SoftBank se agotaba rápidamente y pasaron todo 2020 intentando atraer nuevos inversores. Loon tenía algunas opciones, de las que la más prometedora era una segunda inyección de SoftBank, cuentan 2 empleados conocedores.
Cuando SoftBank y otras conversaciones se enfriaron, la compañía no veía un futuro en el que pudiese financiarse. Después de un turbulento 2020, el consejo de administración se reunió y decidió que era el momento de cerrar el grifo.
Los empleados culpan al momento, la política y a las compañías de telecomunicaciones
Loon no es el único proyecto qu existe o ha existido de poder brindarle internet a zonas rurales y alejadas desde el espacio
Pocos proyectos de Google han atraído tanto el interés y la atención de la prensa como Loon en los últimos años. "Mantenía a Google sexy", comenta un extrabajador.
¿Qué mató a Loon? Depende de a quién le preguntes. Un empleado lo achaca a que subestimaron la complejidad de la geopolítica, otro que fueron las "estiradas" empresas de telecomunicaciones las que agravaron los problemas de regulación.
Mientras que la dirección parecía restar importancia a lo que hacían SpaceX y otros rivales en este ámbito, 2 de los antiguos empleados opinan que estas empresas representaban una gran amenaza a largo plazo. La decisión de Loon de jugar en un espacio incipiente significaba que destinaba más a I+D, pero la hacía menos atractiva para los inversores.
"Verily y Waymo tienen la ventaja de dirigirse a mercados que ya existen, por lo que es fácil de cuantificar", cuenta un exejecutivo que también pidió permanecer en el anonimato. "Es fácil argumentar la inversión y por qué tiene sentido".
Mientras Loom sufría para encontrar financiación, miles de millones estaban siendo destinados a satélites que operaban a varios cientos de miles de metros de altura. En enero de este año, la empresa OneWeb anunció que había recaudado 400 millones de dólares (330 millones de euros) para seguir desplegando su red.
De ellos, 350 (casi 290 millones de euros) los puso SoftBank.
El caso de negocio de Loon también se ha hundido en los últimos años a medida que más partes del mundo se han conectado a internet, explica Ernesto Falcón, un alto consejero de la Electronic Frontier Foundation que se centra en la conectividad. También expone que creía que Loon tenía una batalla cuesta arriba para trabajar con las empresas de telecomunicaciones.
"Probablemente Loon fuese atractivo para las telecos porque ampliaba su red, pero si eras un gran jugador con un mayor alcance, no necesitas a nadie", comenta.
Alphabet se ha dado cuenta de que sus filiales queman efectivo con el tiempo. En una entrevista con Fortune el año pasado poco después de ser nombrado CEO de Alphabet, Sundar Pichai insinuó que habría más disciplina en lo que respecta a las moonshots. Pocos días después, Google cerró Makani, que trabajaba en cometas generadoras de energía.
"Creo que con las otras apuestas estamos en una fase en la que, aunque tenemos una visión a largo plazo, también queremos casar eso con la disciplina y asegurarnos de que lo están haciendo bien", explicó Pichai.
Tras 10 años de desarrollo, parece ser que Loon no ha conseguido alcanzar ese nivel.
Quizás, al final, todo fue cuestión de tiempo. Otro antiguo empleado se preguntaba si Loon era simplemente demasiado ambiciosa y había nacido demasiado pronto. "Creo que buscaron antes de tiempo el camino a la comercialización, pensando que lo conseguirían con acuerdos con otras empresas de telecomunicaciones y la industria de los satélites", defienden los empleados.
"Si hubieran aguantado, todavía tendríamos un proyecto descabellado en Google X. Simplemente, intentaron crecer demasiado rápido", indicó Business Insider.