El titulo no alude a una frase pop de moda que tiende meramente a la transformación a cualquier precio. Muy por el contrario, la misma fue enunciada por Jeff Sutherlan haciendo alusión a la creación de Scrum hace unos 20 años atrás, según el autor como una manera rápida, confiable y eficaz de crear software en la industria de la tecnología.
Sin embargo, esta frase reviste mucha vigencia en la actualidad ya que nos pone en relieve que la antigua manera de hacer las cosas en las organizaciones, basadas en un contexto predecible llegó a su fin.
Sin dudas hoy podemos decir que el mando–control ya logra resultados y en su contraparte aparecen alternativas basadas en la confianza y la seguridad psicológica que pone en primer lugar a las personas.
Estamos hablando de un paradigma de organización desde una visión como "ser vivo" que evoluciona junto a su contexto y no solo como máquina en un orden resultadista de mero rendimiento.
Entonces, ¿Por qué utilizar las metodologías ágiles hoy?
- Hacer planes es útil, ¿pero quién puede seguirlos ciegamente en este contexto? Asi comenzamos el 2020, sin saber que marzo a causa del COVID-19 nuestros planes se iban a desmoronar y necesitaríamos volver al punto de partida. La agilidad se contrapone a los proyectos de cascada sostenidos en lo predecible a largo plazo, justamente va a trazar planes que puedan ser inspeccionados y adaptados de manera frecuente y en periodos de tiempo cortos con el fin de brindar valor al cliente de manera constante y temprano.
- Realizar pausas y ajustar. Cuanto nos cuesta en el mundo del trabajo frenar la demanda de trabajo y generar espacios para reflexionar sobre cómo hacemos lo que hacemos y como lo podríamos hacer mejor. Para la agilidad esos momentos son clave y son parte de una serie de ceremonias que permiten ajustar el entregable. Sin embrago, culturalmente el trabajo está asociado a la tarea y cuesta pensar que una persona que reflexiona sobre su trabajo para mejorarlo esta trabajando. ¿O solo trabajamos cuando hacemos? Casi como si el pensar sobre el trabajo fuera un no-hacer el trabajo.
- Equivocate pronto para que puedas corregir rápido. La agilidad no sanciona el error, lo toma como un proceso de aprendizaje, y esto es posible gracias que hay espacios frecuentes de inspección de lo que hacemos, eso implica que el "error" lo podemos detectar cuando estamos en proceso de desarrollo. Equivocarse y corregir tiene sentido, si logra hacerse con anticipación. Avanzar en ciclos cortos nos permite tener una retroalimentación temprana de nuestro usuario y clientes y eliminar esfuerzo que luego serán innecesarios.
Es así como la agilidad nos permite acompañar con los cambios del contexto, brindando flexibilidad en la planificación, trabajando sobre ciclos cortos e identificando el error en la medida que va desarrollando el producto. En este marco, la agilidad llegó para darnos la esperanza que aun en lo complejo e inédito de contexto podemos brindar mucho valor y minimizar los esfuerzos, pero que sin dudas para eso el desafío será "reinventar la forma en que trabajamos".
*Por Virginia Borrajo, fundadora de Estudio Locht