El avance de la tecnología ha repercutido sin duda alguna en la vida de las personas y de una manera cada vez mayor. Su evolución fue siempre acompañada de las necesidades que requería la gente en el ámbito del trabajo; desde la aparición del primer telefóno en el siglo XIX por Meucci y Bell, o la creación del primer aeroplano en 1903, gracias a los hermanos Wright.
Su evolución ha sido tan acelerada en las ultimas décadas, que hoy, ya sería imposible imaginar un trabajo dónde no se requiera al menos un aparato tecnológico. Estas son las bases que plantean muchos autores posmodernos, dónde la sociedad se ha vuelto "tecno-dependiente" y las diversas culturas de la misma giran en torno a esta idea, como una creencia de mejora, según autores como Huyssen o Lyotard, referentes critícos posmodernismo.
Siglo XXI, el siglo de las máquinas
Un algoritmo decide que es lo más noticioso en el momento en las redes. Departamentos de atención al cliente analizan los distintos tipos de personas para vender más, a mejor precio (lo que se conoce como target). Una pulsera controla el tiempo que un operario en un almacén de Amazon tarda en localizar un paquete y alerta si es más de lo esperado. Los centros de datos brindan recomendaciones a los usuarios sobre que mirar, esuchar o hasta hacer, en muchos casos hasta invadiendo la privacidad de los mismos, cosa que a muchos, asusta.
Sensores, girómetros, tarjetas de identificación, apps, cámaras o herramientas que monitorizan nuestros ordenadores y móviles han convertido el trabajo en el epicentro de eso que Shoshana Zuboff llama el "capitalismo de vigilancia".
Empleados a la orden de las máquinas organizadoras de datos. Ya practicamente, no importan esas variables "no numerables" que retrasan el laburo, y que para Deleuze y Guattari eran el patrimonio de las minorías y los diferentes.
A la larga, el trabajador no es sustituido por un robot, sino convertido en uno más. Son esas mismas herramientas que hoy un jefe utiliza para controlar a sus empleados, o que terminan controlandolo a él y los suyos, y que posiblemente mañana los dejen sin empleo.
El espacio de trabajo es lo que Foucault llamó en una de sus más conocidas tesis, el panóptico y se extiende hasta nuestras casas, hoy más que nunca, gracias a la magia del teletrabajo impulsada este 2020 por la pandemia.
Explicaba el antropólogo David Graeber, que el "enorme crecimiento de puestos de trabajo no sirven para absolutamente nada". Incluye aquí Graeber a asesores, vendedores, entrenadores, basicamente "solucionadores de problemas" que ellos mismos crean. Y claro, palabras que también incluye a jefes que gestionan a gente que no necesita ser gestionada. La hipótesis es que si la tecnología es capaz de organizar, repartir, medir y optimizar el trabajo, ¿quién necesitaría un jefe?.
Y con todas esos interrogantes, surgen más preguntas que probablemente solo el paso del tiempo pueda contestar, en el caso de que un algoritmo mecanizado reemplaze a los ejecutivos. Algunas como ¿Quién o quienes están detrás de esto? o ¿Quién manda a ese algoritmo que te manda?, por nombrar unas pocas.
Automatización inteligente
El número de organizaciones que utilizan tecnologías de automatización inteligente en su modelo de negocio ha aumentado un 15 por ciento respecto al pasado año, hasta alcanzar el 73 por ciento en 2020.
Esta es una de las principales conclusiones del estudio 'Automatización con inteligencia: en busca de la reinvención en toda la empresa', elaborado por la firma Deloitte a partir de encuestas y entrevistas a 441 directores de compañías de todo el mundo.
Automatizacion del laburo, una tendencia en alza
El informe constata que tres de cada cuatro empresas (73%) ya han incorporado soluciones tecnológicas de automatización inteligente, como RPA, 'machine learning', procesamiento de lenguaje natural (NLP), Business Process Managemente (BPM), entre otras.
De este 73 por ciento, el 23 por ciento sostiene que están implementando entre once y 50 automatizaciones, y hasta un 13 por ciento asegura que se encuentra escalando su estrategia con más de 51 procesos automatizados, cifras que rozan el doble de la edición de 2019 (12% y 8%, respectivamente).
Asimismo, el 37 por ciento afirma que está realizando pruebas piloto con hasta diez automatizaciones. En 2015, año de la primera edición de este estudio, sólo un 13 por ciento de la organizaciones se planteaban automatizar procesos a través de robots a corto plazo (RPA).
El verdadero valor de estas tecnologías, que ya no incluyen solo RPA, está "en su poder transformador si su implementación se aborda desde una visión estratégica de negocio: personas, procesos y tecnología al alcance", como apunta Luis González Gugel, socio responsable de Robotics en Deloitte, en un comunicado.
Según los participantes del estudio, las principales barreras para la adopción a mayor escala de la automatización inteligente son, por orden: la fragmentación de procesos, la falta de preparación tecnológica, la resistencia al cambio, la falta de visión clara y el coste de implementación.
En España, indica González Gugel, "los programas de automatización a escala comienzan a generalizarse principalmente en las grandes corporaciones. Los centros de excelencia están sirviendo de catalizador para generar esta escala y para avanzar en la eminencia de este concepto más amplio de Automatización inteligente. Del mismo modo las compañías de un tamaño medio y también el mercado pyme están comenzando a entender el potencial que la automatización tiene para trasformar sus modelos de negocio apoyándose en soluciones 'cloud' que facilitan el acceso a la tecnología".